La Rioja

Emprendedoras que aprendieron a superar el miedo y buscar sus sueños

Historias de mujeres que han logrado sus proyectos en agricultura, formación y cosmética

Proyectos personales, sueños, empresas propias… Suena apasionante, a priori. Pero tras el emprendimiento también hay muchas horas de desazón, cuantiosos miedos e innumerables dudas. Sin embargo, la cuestión es superar todo eso que hay entre la idea y la consecución. Varias mujeres han relatado sus historias en la sexta edición del ‘Dale la Vuelta Womenteck’, en el Centro Tecnológico de La Rioja.

Esa vuelta a veces es de 360º. ¿Un ejemplo? La riojana Tania Lasanta: doctora en Química por la Universidad de La Rioja e investigadora en proyectos científicos, no se sentía plena y se dio cuenta de que lo que le gustaba era la creatividad, las personas y el emprendimiento. Así que en 2015 giró y comenzó a ayudar a emprendedores a desarrollar su proyectos.

“Creo que las historias son universales: dificultades, miedo al qué dirán, al fracaso, al éxito. Los detalles son la clave. Necesitamos ver la historia en otros: en mi caso, tengo como referentes a mi madre que montó su academia de inglés con método propio y a mi abuela que en los setenta vio la oportunidad de futuro de su hija mandándola al extranjero”, cuenta.

También se atreve, dada su experiencia como asesora de emprendedores, a dar tres claves para trazar los pasos: “Primero, saber en qué momento vital se está: tema laboral, familiar, finanzas; siendo realistas. Segundo, la visión hacia dónde se quiere ir: si no tenemos un sueño, una aspiración, unas ilusiones es difícil que se lleve a cabo. Tercero, el futuro: creer en ti mismo, fuera la gente que te resta y que te dicen que no eres capaz; poner el foco en lo clave: el 80% de los clientes te llega a través del 20% de tus contactos. El 80% de tus resultados viene por el 20% de los esfuerzo”.

Y todo para concluir con una frase: “No hay que hacer grandes cosas en la vida, sino cosas que sean grandes para ti”.

“No descarto volver a emprender, te hace crecer”

Leticia Zorzano, de Agoncillo, también tenía miedo cuando se lanzó a buscar nuevos cultivos en su explotación familiar. Ingeniera Técnica Agrícola por la UR, al viñedo y otras producciones le añadió hace unos años el cultivo de azafrán ecológico, que ahora comercializa con la marca ‘Castillo de Aguas Mansas’. Todo comenzó como un campo demostrativo y hoy es una de sus actividades productivas.

“Hemos visto que puede ser rentable, con muy poca superficie. Además, sirve en núcleos rurales como una salida profesional: requiere mucha mano de obra, lo que puede ser positivo”, señala. Y pone un ejemplo: “para un kilo de azafrán se necesitan 250.000 flores, con lo que supone de recolectar y separar los tres pristilos…”.

Apasionada de la agricultura, Leticia lo tiene claro: “pensamos que no vamos a ver la luz, pero se ve. Animo a la gente que luche por sus ideas, por pequeñas que sean, hasta que no se intenta y se pone manos a la obra no se sabe a la viabilidad”. De hecho, “no descarto volver a emprender: es un gusanillo que pica y que te hace seguir creciendo y moviéndote”.

De la afición a la profesión

Los otros dos ejemplos han hecho de su afición su profesión. Amaia Iza es una pamplonica que por temas de pareja ha recalado en Logroño. Desde pequeña en su colegio se jugaba al ajedrez y pronto destacó en ello llegando a ser campeona de España de adultos con apenas 16 años. Hoy es responsable de la Escuela de Ajedrez Caissa, pero hasta llegar a ello, “tenía miedo a todo: a los alumnos, a los padres, a que no me saliera trabajo, a que me saliera demasiado…”.

Esos miedos se han ido superando y Caissa aplica el ajedrez “como herramienta de desarrollo de personas, aprovechando la lógica de este deporte para lograr beneficios cognitivos y psicosociales en nuestros alumnos”. Esto va desde el entorno educativo, con fines terapéuticos, etc.

Con toda la gracia del mundo cuenta su historia la sevillana Mati Romero: “Yo soy formadora ‘call center’ y de atención al cliente, pero hace cinco meses monté mi propia empresa ‘Olor Cofrade’, con jabones y aromas a cofrade de Semana Santa”. Pero no todo fue un camino de rosas: “Estuve la tira de tiempo haciendo pruebas con un juego de mi hija para hacer perfumes, con un montón de fragancias”.

Y de ahí consiguió el olor deseado que se ha trasladado a todo tipo de jabones artesanales, esponjas, etc. “Quería algo diferente, que recordara a nuestras tradiciones y raíces, pero a la vez natural y original”. Aunque no ha sido sencillo, al principio los elaboradores de productos de cosmética le miraban raro con su ‘olor a cofrade’.

Hoy es un realidad: “Trabajo desde casa, estoy en los inicios, pero desde el primer momento hay que dar buena imagen. Si me dicen algo sobre marketing o sobre envíos, pues les digo ‘lo consultaré con el departamento correspondiente’ y paso a la habitación de al lado y preparo el envío, pero no tienen por qué saberlo, hay que dar imagen profesional”, ríe y con ella todos los oyentes.

El siguiente paso es ampliar la oferta de olores: a romería, al Rocío, a niños…

Porque los miedos están para superarse.

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