La Rioja

El quiosco del Espolón suma su tercer verano consecutivo cerrado al público

Está en un lugar privilegiado. En el centro neurálgico de Logroño, donde se desarrollan todos los eventos de alcance en la ciudad y donde las administraciones concentran sus cuarteles generales. Y pese a ello, nadie quiere hacerse cargo de la gestión del quiosco ‘La Rosaleda’.

De hecho, esta temporada será la tercera consecutiva en la que la instalación permanezca cerrada a cal y canto, desde que en el otoño de 2016 su último concesionario entregara las llaves porque no encontraba el modo de hacerla rentable. De eso llevan años quejándose los hosteleros de la capital riojana: las condiciones del pliego (los quioscos son de titularidad pública y su gestión se licita mediante concurso) convierten a este quiosco en una inversión poco o nada atractiva para los profesionales del sector.

No es la primera vez que la patronal reclama una revisión profunda del pliego (que permitía la apertura solo en los meses de verano) y una reforma del establecimiento para que pueda albergar un almacén y una zona cubierta en la terraza, elementos de los que carece en la actualidad.

Hace ya dos años, el Ayuntamiento de Logroño reconocía que la apertura del quiosco ‘La Rosaleda’ “no tiene urgencia y se abordará sin prisa, después de un periodo de reflexión”. Mientras tanto, la primavera ha llegado a La Rioja antes de tiempo y conseguir una silla en las terrazas del Espolón empieza a resultar un reto.

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