Resulta imposible encontrar un enclave más marcado por el sentimiento riojano y con mejores vistas que el Monasterio de Valvanera. Perdido en plena sierra de Anguiano, sus muros representan una visita obligada para cualquiera que tenga un mínimo sentimiento por los 174 municipios que conforman la región.
A ese atractivo innegable súmele otro: el buen comer. Porque el restaurante del Monasterio ha reabierto esta semana su comedor con un aspecto más aseado pero la misma esencia gastronómica de siempre. “Hemos pintado y reacomodado el comedor que antes usábamos para las romerías y que ahora también podemos utilizar a diario”, indica el prior, Agustín María Prado.
En esa modesta pero efectiva reforma, los monjes han trasladado desde el edificio nuevo del complejo todo el mobiliario para agregarlo al del comedor, en el que se han cambiado las cortinas y reparado los desperfectos. El objetivo es fomentar la comodidad entre los cientos de visitantes que cada año se deciden a visitar a la patrona de La Rioja.
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“Las cocineras nos dicen que este año ya fue mejor que el anterior, que vino más gente aun estando igual de lejos”, indica Agustín María, explicando que “los fines de semana sigue siendo cuando más visitantes se concentran”. El prior, además, recuerda las delicias que salen de los fogones del Monasterio, por si todavía queda alguien que no se haya plantado allí: “Sigue siendo un menú típicamente riojano, a base de Alubia de Anguiano, menestra de verduras, bacalao a la riojana y cordero asado”.
Su precio es de 16 euros la comida y 14 euros la cena en jornadas de diario, y de 18 euros la comida y 16 euros la cena los fines de semana. En el precio se incluye el pan, la bebida y el postre. Ah, y no solo eso. El chupito de licor de Valvanera (cuya receta sigue a buen recaudo) también está garantizado en el nuevo comedor.
