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Un agujero negro retuerce a la UD Logroñés

Sergio Rodríguez es un activo del club. Un hombre de la casa. Es uno de los profesionales dentro del panorama fútbol riojano que más claro tiene cómo debe ser la construcción de la entidad riojana, para, como él dice, “ser cada día más fuertes”. Sergio Rodríguez, más allá de las ruedas de prensa, advierte que “llevamos unos años trabajando en la senda correcta para ser un club más fuerte que antes”.

Para Félix Revuelta, “Sergio Rodríguez es el Molowny de la Unión Deportiva Logroñés”; y para el común de los mortales, a buen seguro, un activo que bien podría ocupar un cargo de coordinación cuando el hecho natural de todo entrenador se produzca, antes o después, en Segunda B o en Segunda. Es ley de vida.

Y parece evidente que la Unión Deportiva Logroñés, lentamente, quizás a un ritmo muy inferior al esperado, es un club cada día más profesionalizado. Que esto no quiere decir que esté plenamente profesionalizado como equipos contra los que quiere competir por el ascenso como Racing, Mirandés, Real Murcia, UCAM, Ponferradina, Cultural Leonesa…

Y unos cuantos más. En estos diez años de trayectoria, son muchos los que han pasado por aquí y han advertido de forma verbal una situación que se sigue produciendo, pese al continuo y lento esfuerzo por profesionalizar cuantas más estructuras mejor: “Es un club que parece más grande desde fuera de lo que realmente es cuando ya estás dentro”. Lo dijo Pepe Calvo, lo dijo Carlos Pouso…

La no existencia de un gerente que se responsabilice directamente, con mando en plaza y poder ejecutivo, de las decisiones a corto (gestiones diarias), medio (campañas, acciones, planificación deportiva, social y económica) y por supuesto a largo plazo (el salto al fútbol profesional o la reactivación de un proyecto en vía muerta como la ciudad deportiva que tanto daño hace a la credibilidad de Félix Revuelta por, también, la falta de empuje sobre el terreno, desde La Rioja…) lastra el crecimiento a futuro de la entidad. Todo esto se debería hacer con un sueldo que le permitiera al elegido dedicarse plenamente a esta faceta y que le responsabilizara de sus aciertos y, por supuesto, de sus errores…

Además de la no existencia de esta figura, que en otros clubes de la categoría con propietarios a miles de kilómetros se presenta como fundamental, la entidad de Las Gaunas está mostrando evidencias de una falta de acción profesionalizadora en una faceta que está afectando directamente al trabajo de los jugadores de la primera plantilla y, por supuesto, a las decisiones de Sergio Rodríguez a la hora de conformar un equipo competitivo domingo tras domingo.

Y volvemos al inicio. El técnico es un hombre que se retiró del fútbol en la casa y que surgió como primer entrenador desde la casa. Así que en el proceso de relevo al frente de la primera plantilla mantuvo un perfil continuista con el trabajo que venía haciendo Carlos Pouso. Salieron Pouso y Raúl García. Llegaron Sergio Rodríguez y Eduardo Valdovinos, que en esta segunda temporada ya no está tan cerca de Sergio en el trabajo diario.

Ha ocupado este espacio otro hombre de la casa, el silencioso Javier Pineda. Siguen, y no suele ser habitual en estas transiciones, el mismo preparador físico y el mismo fisioterapeuta. También hombres de la casa. Pineda, Héctor Urquiaga y José Miguel Martín Leza. Así se completa un eje técnico a media jornada. Es decir, semiprofesionalizado. Impensable en la mayoría de equipos que con presupuestos por encima de millón y medio de euros optan, como la UD Logroñés, a estar la temporada que viene en Segunda división.

Y esta temporada se han dado pasos importantes para dotar de más herramientas a Sergio Rodríguez a la hora de tomar decisiones. Antes no había entrenador de porteros, ahora es una figura que existe, semiprofesionalizada. Antes, no había un analista de partidos. Era algo que hacía con poco éxito Raúl García.

El trabajo de Ibon Labaien está siendo de gran importancia y cada día está más cerca de Sergio Rodríguez, que ha observado cómo ese trabajo de análisis, netamente profesional, da sus frutos y le permite tomar decisiones no por sensaciones o por intuición sino con datos sobre la mesa, que es como se gana al fútbol en el Siglo XXI. Ibon Labaien está trabajando para el club desde un ámbito totalmente profesionalizado. Su trabajo, al completo, está en la Unión Deportiva Logroñés… aunque quizás no por mucho tiempo.

La atracción del talento para dotar de más estructura a un club que presume de ser profesional. Ahí reside buena parte del éxito. Labaien ha llegado a Logroño atraído por Carlos Lasheras, un director deportivo cuya vida laboral se centra exclusivamente en ser director deportivo para el club que le contrata. No es tan cercano como tener a la gente de la casa en las principales estructuras, y encima a media jornada, pero sin duda abre las puertas a una profesionalización más que necesaria, más que nada porque es un camino que han andado todos los rivales hace ya mucho tiempo.

Todo esto y algunos elementos más generan un agujero negro que está lastrando las opciones de ascenso de la Unión Deportiva Logroñés. Es un agujero negro con gran poder de atracción. Esta temporada se está retorciendo aún más.

Los jugadores entrenan con la certeza de que en un momento u otro acabarán en la enfermería y nadie sabrá cuándo saldrán de ella. Es normal que los jugadores se lesionen, es menos normal que los jugadores tarden mucho tiempo en volver a los terrenos de juego y es muy preocupante que las recaídas sean ya una constante esta temporada.

FOTO: Edu del Campo

En varias ocasiones ha manifestado Sergio Rodríguez que es un asunto que les preocupa: “Lo analizamos con detalle y le queremos poner solución”. El agujero negro se sigue retorciendo.

Veamos. Hasta el momento se han lesionado Miguel Santos, Mikel Santamaría, Paredes, Remón, Andy, Olaetxea, Rayco y Marcos André, además de un Arnedo que cuando parecía que estaba para volver parece -o no, no lo sabemos- que sufrió una recaída. Nueve lesionados que, salvo Andy –sigue con molestias importantes como pudimos comprobar el sábado pasado-, han acumulado más de un mes y medio para regresar a los terrenos de juego.

Pero hay más. Miguel Santos, César Remón y Rayco han recaído en dos ocasiones en sus lesiones, lo que manifiesta que el proceso de recuperación de los futbolistas es lento y además no vuelven en las mejores condiciones. Es más, existe malestar entre los futbolistas por el trabajo de recuperación que se hace.

Es normal, a nadie le gusta quedar atrapado en un agujero negro, por donde deambula Jaime Paredes para el que se acordó una recuperación conservadora -nada de operar-, por la que el club no le dio la baja de larga duración, tampoco fichó a otro futbolista, y tampoco ha podido contar con el único lateral, hasta el pasado lunes, de la plantilla.

El trabajo de preparación física y de fisioterapia, por tanto, parecen quedar a media jornada, que se completa con el acuerdo con una clínica de recuperación externa al club, cuyos profesionales están lejos de vivir el día a día de los futbolistas sobre el terreno de juego de los entrenamientos.

Opinión pública y desinformación

Esto en el vestuario. Hacia el exterior, el asunto de las bajas sangra a los socios. Más allá del “pendiente de evolución” de cada parte médico, hay cuestiones que no se debería permitir un club profesional. Arrancó el partido del pasado sábado sin que nadie supiera que Andy Rodríguez estaba tocado y que por eso no entró en el once titular. Si no se cuenta, no se sabe; y se abre la puerta a especular con posibles ataques de entrenador, lo que tampoco beneficia en nada a Sergio Rodríguez.

FOTO: Edu del Campo

Parecido sucedió con Ander Vitoria. Por gripe tampoco pudo estar en el once, algo que no comunicó el club de forma oficial y solo algunos medios contaron porque tímidamente lo dejó caer Sergio Rodríguez en rueda de prensa. Pero hay más. La distensión de ligamentos de Olaetxea se ha convertido, intuimos, en un problema mayor. Tan importante, imaginamos, como desconocido. Y si no se cuenta, no se sabe.

Nadie supo que Miguel Santos, hace dos meses, se rompió parcialmente el ligamento deltoideo de grado 2, casi 3. Es el ligamento más complicado de sanar. Es más, Santos no está para 90 minutos. 15 ó 20 a lo sumo antes de comenzar a sentir fuertes dolores en la zona afectada.

Esta situación no solo no beneficia a los socios y aficionados de la Unión Deportiva Logroñés sino que afecta directamente a la opinión que los aficionados se hacen de sus jugadores. Y por tanto, hay críticas poco fundamentadas porque es imposible fundamentarlas ante la decisión de un hermetismo que no beneficia absolutamente a nadie. El caso de Santos no es el único. ¿Y Arnedo? ¿Y Olaetxea? ¿Y Mikel Santamaría? ¿Tanto cuesta recuperar una micro rotura de fibras o hay algo más? Preguntas que abren una cantidad ingente de especulaciones. Porque “son cosas internas” es la respuesta más usada.

Así se alimenta un agujero negro que se retuerce porque no se avanza en la profesionalización de aquellos que trabajan directamente con jugadores profesionales. Quizás, así, se entienda un poco mejor los motivos por los que esta plantilla compite con el Langreo, el Leioa… en el segundo vagón del tren de la liga.

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