“Voy a contar una de estas historias que sirven para reconciliarte con la humanidad en general y Twitter en particular”. Así iniciaba el politólogo riojano Pablo Simón un hilo en el que relataba su experiencia vivida en Granada, adonde ha acudido para presentar su libro ‘El príncipe moderno’.
Aunque el acto estaba programado para este sábado, Simón ha sido prevenido y se ha plantado en la ciudad de la Alhambra un día antes. A pesar del viaje “en el AVE-bus”, al llegar a su destino tuiteó “Graná (casi ná). Y entre las respuestas a su mensaje, hubo uno que captó su atención: “¿Ya estás aquí? Vente al Mesón Luis, que te invitamos a algo rico”.
Graná (casi ná)
— Pablo Simón (@kanciller) 30 de noviembre de 2018
El propio Pablo Simón asegura que no conocía a Mercedes, la autora de la respuesta. Y empezó a valorar la posibilidad de recoger el guante. Tras darle varias vueltas al asunto (por todos es conocida su capacidad analítica), el riojano concluyó que “¿qué podía salir mal?”. Y allí que se fue.
En 10 minutos. Ea.
— Pablo Simón (@kanciller) 30 de noviembre de 2018
Ahí comenzó una experiencia de lo más cotidiana, siempre y cuando se obvie el hecho de que esa caña la iba a compartir con gente completamente desconocida hasta ese momento.
Total, que me planto allí y está Mercedes (que es estupenda) y me invita a una caña. Su marido está a punto de llegar y, al rato, una pareja de amigos.
— Pablo Simón (@kanciller) 30 de noviembre de 2018
Durante un instante se planteó si lo más conveniente no sería marcharse, pero optó por permanecer allí y “nos liamos a charlar y contar historias y…”. Y lo que ocurrió fue que “igual he pasado de las comidas y sobremesas más entretenidas en tiempo con Mercedes, Manolo (su marido), que son gente genial, ynsus amigos que son unos cachondos”.
Eso fue lo que generó la reflexión del politólogo riojano, que puso el foco en el hecho de que no todo es ruido y crispación en Twitter, sino que también es una herramienta para conocer a gente fantástica. “Casi ná”.
Que son las cosas que te hacen pensar. Sí, hay trolls, haters, ruido ambiental. Pero luego hay buena gente por ahí, y sin Twitter te la pierdes. Igual no es todo tan malo ¿No? Y hasta aquí la reflexión.
— Pablo Simón (@kanciller) 30 de noviembre de 2018
