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El Langreo echa al Náxara del playoff con una ‘manita’

Diego Martínez tenía un plan. Nájera tenía un plan. El Náxara tenía un plan. Todos tenían el mismo plan. Y un sueño: alcanzar la Segunda B y llevar la magia de La Salera más allá de las fronteras riojanas. No sólo en el playoff sino durante toda la temporada. La ‘jodienda’ es que el Langreo también tenía uno y más gasolina que el conjunto riojano. Y más pólvora. Y más presupuesto. Y más… casi de todo.

Javi Orodea insufló oxígeno al equipo najerino en el partido de ida sobre la bocina marcando el 2-1, pero no iba a ser suficiente. El castillo de naipes montado por el mejor entrenador del Grupo XVI se iba a desmoronar en el minuto 58 de la vuelta en el Nuevo Ganzábal. Adiós. Goodbye. Au revoir. Arrivederci. Agur. Cuatro goles como cuatro soles en menos de un cuarto de hora y eliminatoria solucionada para la escuadra asturiana. A pensar en el bombo de Las Rozas sin olvidarse del césped.

Pum, pum, pum, pum, pum. Dani López, por dos veces, con una zurda para guardar en algún museo de Langreo creado para la efeméride; Javi Sánchez, también por dos, y Pablo Acebal, un hombre que marca en todas las rondas de cada fase de ascenso. El hombre ‘gol’. Chicharro, chicharro, chicharro, penalti y taconazo. El festival del gol. En ese orden para hacer saltar por los aires la ilusión de un pueblo que este domingo tenía a 500 personas en Asturias viendo a su equipo, empujando en cada jugada como si les fuera la vida en ello.

El lateral izquierdo del Langreo abría la lata y ya nunca se iba a volver a cerrar. Momentos mágicos regados con sidra que comenzaban con un zurdazo desde fuera del área que limpiaba las telarañas de la escuadra que defendía Raúl Heras. Pum. Minuto 58, 1-0. Le tocaba al Náxara asumir galones en el partido, pero lo que no sabían los pupilos de Diego Martínez es que lo único que iban a poder hacer era refugiarse en su vestuario como hacían los londinenses en el Metro durante los bombardeos de la II Guerra Mundial.

Falta al borde del área. Dani López tiene confianza. Ha marcado hace nada. Pum. Tic. Golpe suave a la escuadra derecha. Minuto 61, 2-0. Drama blanquiazul. “Con un gol, estamos en la prórroga” como consuelo. Pero no. Recorte de Javi Sánchez y disparo con la pierna derecha al palo largo, ese en el que acaba rebotando antes de entrar para hacer inútil la estirada del arquero logroñés. Pum, pum, pum. Minuto 65, 3-0. Hundimiento blanquiazul.

Faltaba completar la pesadilla. Eloy derribaba a un jugador asturiano dentro del área y el colegiado no se lo pensaba. Penalti y segunda cartulina amarilla. Debacle blanquiazul. Lágrimas riojanas. Pablo Acebal no perdonaba y confirmaba la paliza. Pum, pum, pum, pum. Minuto 70, 4-0. Imposible de creer al descanso, cuando el Náxara cumplía con su cometido: aguantar y esperar las embestidas locales. Ya llegaría alguna contra. Era su plan, pero no había gasolina en el depósito. Se agotó toda en la ida.

Y todavía quedaba la puntilla. Damián se inventaba un centro por la izquierda al borde del final y Javi Sánchez hacía el quinto con el tacón. Manita. 5-0. “No puede ser. No puede ser”. Y sí puede ser. El Náxara caía en Asturias de forma incontestable. ¿Las bajas de Javi Martínez y Achi? ¿La clara superioridad del Langreo? ¿El césped sintético del Nuevo Ganzábal? Y qué más da. Ya todo estaba perdido. Tanto, que ni el colegiado añadía un segundo al tiempo reglamentario para no alargar una agonía innecesaria.

No habrá final por el ascenso a Segunda B entre los pinos del Castillo y de La Calavera, ese lugar donde una pancarta reza los valores de un equipo que volverá a levantarse del revés sufrido este domingo: “Siendo humildes, ya sois grandes. Condenados a quererte”.

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