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El Calahorra asciende a Segunda B en los penaltis contra el Atlético Levante

Los rojillos igualan la eliminatoria ante el Atlético Levante y se imponen en la tanda de penaltis

Calahorra es ahora mismo el municipio más feliz de La Rioja. Están en Segunda B. Han vuelto. Los penaltis han decidido en Buñol. Alegría para la ciudad bimilenaria tras una eliminatoria a vida o muerte contra el Atlético Levante que se ha decidido desde los once metros. Adrien Goñi ha marcado el gol definitivo, que lleva al conjunto rojillo a la categoría de bronce.

Y habrá quien diga todavía que el grupo riojano de Tercera División no tiene nivel. Tomen nota. Pregunten en Hospitalet o en Valencia. Sí, sí, sí. El confeti, el vino y la fiesta comienzan a prepararse en Calahorra. Son de Segunda B. Repitamos por si no se entiende o cuesta creerlo. Son de Segunda B. Los pupilos de Miguel Sola han sufrido, pero lo han conseguido. Han vencido y han convencido. Billete directo para el tercer escalón del fútbol español.

En los primeros 45 minutos, la nada más absoluta. El mismo guión que en el partido de ida. Sin apenas ocasiones, algún destello de Manu Viana para los locales y algún otro de Rodrigo Sanz y Binke para los visitantes rompían la monotonía en una calurosa mañana de domingo. Nada de nada. Un rácano 0-0 donde los miedos y los nervios se han impuesto al fútbol. Lo más destacado, una nota negativa: el cambio por lesión de Míchel.

Si la locura tardó 80 minutos en llegar hace una semana, en Buñol sólo ha esperado a que los jugadores cogieran fuerzas en los vestuarios. Allí, los jugadores rojillos han olido la sangre. ¿Y por qué no? Conjurados han vuelto a salir al césped. Cuchillo entre los dientes. Colmillo afilado. Y gol. Claro. Vivir o morir. A tumba abierta y con el guardameta Cárdenas adelantado, Alain Barrón ha puesto el balón donde sólo pueden hacerlo los genios con esa pierna que casi nadie sabe utilizar: la zurda. Básicamente, donde quería. Disparo largo en una contra de dos locos contra cuatro camisetas blaugranas y a seguir remando.

Entonces el Calahorra ya no veía la vida de color rojillo sino de color de rosa. Todo era más fácil. Lo que antes era un muro infranqueable se convertía en una defensa endeble. Un castillo de naipes que se derrumbaba minuto a minuto. Y el punto más débil, el lateral izquierdo Aly (retirado con algún tipo de molestia). Alain Barrón se erigía como el líder de la remontada, apoyado por Rodrigo Sanz como segunda baza. Disparos, ocasiones, peligro. El poder del gol. La confianza de haber encontrado el punto débil del rival y el fútbol.

Se veía venir. El Calahorra dominaba y dominaba. Miguel Sola pensaba y pensaba. Y acertaba. Alain Barrón fuera, Yasin dentro. Y un minuto más tarde, gol de Yasin. Pum, pum, pum. 0-2. Y otro minuto más tarde, Rodrigo Sanz que casi hace el tercero. Avalancha rojilla. Marea riojana. Las Fuerzas Armadas desfilaban el sábado por Logroño, las Fuerzas Calagurritanas desfilaban por Buñol el domingo. Un, dos, un dos. Tic, tac. Veinte minutos para alcanzar la gloria.

Y luego diecinueve, dieciocho, diecisiete… las manecillas del reloj volvían a tener esa magia que las hace girar a la misma velocidad de siempre, pero para unos apenas se mueven y para otros van a toda velocidad. Qué cosas.

Era el mismo guión que en la ida. Jugadón de Manu Viana y gol de Álex Cortell. 1-2. Como solo podía llegar la esperanza levantina, llegó. En el minuto 82, el centrocampista valenciano se sacó su particular conejo de la chistera en forma de pase de la muerte para que el pichichi del filial del Levante pusiera sobre la cabeza de todos los presentes una palabra: prórroga. Para entonces, Rodrigo Sanz ya no podía ni con las botas.

Prórroga

Treinta minutos más por delante bajo el sol levantino. Vuelta a empezar. Y Rodrigo Sanz que ya vuelve a poder con las botas y con la misión que se le ha encomendado: llevar al Calahorra a Segunda B. Casi. Disparo al larguero nada más reanudarse el encuentro, aunque el cansancio seguía ahí, esperando traicionero en cada jugada. Por eso, apenas se sucedían las ocasiones. Al fondo, los penaltis como mal menor.

Tic, tac. Tic, tac. Ni fútbol ni apenas ocasiones. Sólo ver la vida y los minutos pasar. No había fuerzas ni aliento para más. Miedo a perder todo en un suspiro. Media hora más tarde, los once metros iban a decidir la eliminatoria. El momento de los hombres. 5-3 para los rojillos. Fiesta riojana.

Penaltis.

Atlético Levante (3): Iván Moreno (X), Mongil (gol), Shaq (gol), Juan Delgado (gol).

Calahorra (5): Íñigo (gol), Yasin (gol), Gonzalo (gol), Sergio (gol), Goñi (gol).

La fiesta en Calahorra a su llegada

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