La Rioja

El ‘polvorín’ de Viguera: vecinos al borde de un ataque de nervios

Un pueblo de 400 habitantes, a 20 minutos de la capital riojana, flanqueado por un ejército de peñas calizas y puerta de entrada a la Sierra de los Cameros. Este bien podría ser el reclamo de cualquier inmobiliaria para vender un lote de adosados en Viguera. Todo en orden, salvo que la tranquilidad no es precisamente la nota dominante en este pequeño municipio del valle del Iregua.

Como en tantas otras localidades, las rencillas familiares dejan un goteo imborrable que ha acabado por impregnar cada esquina del municipio. Cuentan los oriundos del lugar que los dos bares de Viguera se reparten la clientela por cuestiones que van más allá de la calidad del café que sirven. La militancia es un hecho en la rutina diaria de una villa en la que estar con unos significa entrar en confrontación con los otros.

Nada mejor que el salón de plenos del Ayuntamiento escenifica mejor la tensión en la que vive la localidad, que alcanzó su nivel máximo cuando el pasado mes de septiembre aparecieron pinchadas las ruedas del secretario de Amigos de la Tierra, Juan Donaire. La organización ecologista apuntó directamente al alcalde de Viguera, Aitor Santibáñez, y otro de los concejales del equipo de Gobierno, Ignacio Herce, como responsables directos del acto vandálico.

El Partido Popular, el PR+ y Amigos de la Tierra intercambiaron entonces acusaciones y el próximo día 28 les tocará declarar ante la Justicia por este hecho, de categoría menor si se pone en contexto con las otras cuentas pendientes de Viguera con los tribunales. Sin ir más lejos, Fiscalía ya ha puesto el foco sobre más de un centenar de viviendas presuntamente irregulares diseminadas por el término municipal de la localidad.

Amplia presencia policial

Todos esos asuntos flotan en el aire de un salón de plenos que, con sus apenas veinte metros cuadrados, se ajusta como anillo al dedo a la definición de ‘foro de discusión pública’. Dos coches patrulla de la Guardia Civil a las puertas del Ayuntamiento eran la carta de presentación del pleno de febrero, celebrado este lunes.

Que si el cerramiento de una terraza solicitado por un establecimiento hostelero, que si un instituto de Lardero ha solicitado que sus alumnos puedan hacer prácticas en el Ayuntamiento,… El orden del día avanza sin mayores incidencias hasta que a la media hora nos plantamos en ‘Asuntos de Alcaldía’ y se destapa la caja de los truenos.

Francisco Jalón, edil en la oposición, denuncia que la casa de sus padres octogenarios sufre desde hace un año y medio filtraciones de agua en los cimientos, procedentes del depósito municipal. El alcalde le responde que eso es imposible, pues lleva tres meses vacío para reparar las grietas que presentaba, pero el debate entre ambos se va acalorando cada vez más.

“Me perdiste de por vida”

Ahí afloran las rencillas personales entre el concejal y el alcalde, quien le espeta que con la denuncia de los pinchazos le perdió de por vida: “Si el agua estuviera en tu casa te quedabas nadando de por vida, pero tienes suerte porque la casa es de tus padres”.

Y la cosa va a más al abordar el asunto estrella de las últimas semanas en Viguera: la retirada por parte de la empresa instaladora de una treintena de farolas y de una fuente proyectadas por el anterior Ejecutivo (presidido por Jalón), debido al impago de los trabajos, cuya factura asciende a 60.000 euros. El alcalde defendía que ese impago no está motivado por la ausencia de ‘cash’ municipal (de hecho, asegura que el Ayuntamiento dispone de algo más de 59.600 euros repartidos en tres cuentas corrientes), sino porque “la obra está en el juzgado por no disponer de partida presupuestaria, memoria técnica ni proyecto”.

Las explicaciones no convencen a los concejales de la oposición ni a la mayor parte de la quincena de asistentes al pleno en calidad de público, que aprovecha el turno de ruegos y preguntas para recordárselo. Tanto aumenta la bronca, que Aitor Santibáñez llega a confesar a Jalón y algunos de sus familiares presentes en la sala que no pagará la factura de las farolas “ni aunque vengáis a pedirlo de rodillas”: “Y menos diciendo que voy pinchando ruedas; tenéis lo que os merecéis, ni más ni menos”.

El turno de intervenciones vecinales depara una última perla. Dos vecinos critican que desde el Ayuntamiento se les ha dado la baja en el padrón municipal sin previo aviso. El alcalde indica que en el banco le dijeron que en esa casa ya no vivía nadie y por eso les dieron de baja. La respuesta, lejos de convencer a los afectados, alimentó aun más su indignación, pero el primer edil había decidido que bastante tenía ya por hoy. Con un tímido “se levanta la sesión” concluyó una bronca que se prolongó durante algo más de una hora y media.

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