La Rioja

“Para mí la felicidad es que un cliente aprenda a valorar el chuletón que se está comiendo”

Aunque pueda parecer que se trata de una práctica extendida desde los tiempos de Altamira, eso de comprar comida para llevar era algo absolutamente utópico hasta la segunda mitad de los años 70. Fue un carnicero, Daniel Arnedillo, el primer comerciante de Logroño en pensar que al cliente podría resultarle interesante recoger un pollo asado en su establecimiento para comérselo en su propia casa.

Y la idea funcionó, vaya si funcionó. No en vano, el rinconcito de la Avenida de Colón en la que sigue establecida la Carnicería Daniel es conocida por los logroñeses como ‘la esquina de los cocinados’, porque ya se sabe que el éxito nunca llega solo y ahora son varios los negocios que sirven comida para llevar en la zona.

Daniel lleva unos años jubilado y ahora es su hijo Igor quien lleva las riendas de la carnicería junto a su hermana. “No lo veo como una responsabilidad extra; los dos nos hemos criado aquí y lo vivimos con total normalidad”, explica, subrayando que “es un orgullo que el negocio vaya bien y podamos seguir haciendo cosas diferentes”.

Igor no es de los que se conforman con ver la vida pasar. Tiene una obsesión: que sus clientes aprendan a amar su profesión como él la entiende. “Un cliente bien informado es un buen cliente y lo ideal es que sepa de carne tanto como yo”, asevera, explicando que “a mí me motiva enseñar para que todos disfrutemos comiendo carne; si tu vas a la bodega con los amigos y sabes apreciar el chuletón que te comes, eso para mí es la felicidad”.

Esa obsesión de Igor Arnedillo se traduce en “trabajar un producto de calidad, sin mentiras” y, bajo esa premisa, ha abierto ‘La Chuleta’, “un espacio enfocado a abrirlo un par de veces a la semana para hacer una cata con clientes y amigos, en grupos de seis a diez personas, y explicar cómo se debe asar una chuleta y qué es lo que debemos comer”.

Esa era la intención inicial, porque lo cierto es que esas dos aperturas semanales se le han quedado cortas y las reservas de su agenda ya van por el próximo mes de marzo. “Es un escaparate muy exclusivo de nuestra tienda en la que celebramos un festival de la carne en la que todos salen más que saciados de comer jamón ibérico de bellota, carpaccio de solomillo o de entrecot, pimientos del piquillo caramelizados en la brasa, chuletones de diferentes razas y milhojas de la Mariposa de Oro”.

Para este carnicero no hay nada peor que las etiquetas que acaban por conducir a la confusión. A este respecto, deja dos frases lapidarias. Uno: “En Logroño no hay nadie que haya probado la carne de Kobe”. Y dos: “A mí no me interesan las razas de vacuno sino las personas que las alimentan y las cuidan, porque no todas las personas de raza negra corren tanto como Usain Bolt”.

Guía práctica para preparar el chuletón perfecto

Dado su afán divulgativo y los conocimientos adquiridos durante 24 años de profesión, le preguntamos a Igor Arnedillo cuáles son los errores más frecuentes que cometemos a la hora de preparar la carne. Y distingue entre hacerlo en una bodega o en tu propia casa.

“Cuando vamos a comérnoslo en una bodega no le dedicamos el tiempo que necesita; no solemos preparamos una buena brasa, asamos un chuletón con gavilla y eso no debe hacerse”, señala, recomendando que “hay que preparar un buen fuego (para él, el ideal se hace con madera de encina) y atemperar bien el chuletón para que vaya sudando a un lado del fuego esa grasa sobrante que acaba por ser indigesta”.

A la hora de preparar el filete perfecto en casa, Arnedillo recomienda “calentar la sartén, que no el aceite”. “La manera de sellar la carne es creando una capa uniforme de un milímetro de aceite; cuando la primera cara está ya sellada le damos la vuelta al filete y le echamos la sal. A poder ser, también hay que evitar sacar la carne del frigorífico justo antes de echarlo a la sartén; lo ideal es atemperarla”, concluye.

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