La alcaldesa de Logroño, Cuca Gamarra, ha hecho entrega este lunes de la Medalla de Oro de la ciudad al escultor Daniel González Ruiz, una de las principales figuras de la escultura internacional del principios del siglo XX, fallecido en el año 1969.
La distición ha sido recogida, en un emotivo acto celebrado en el salón de plenos del Ayuntamiento, por la hija del artista, Berta González Negueruela.
El Escultor Daniel también es recordado en la ciudad de Logroño a través del instituto que lleva su nombre, una calle también a él dedicada y el honor de ostentar la Medalla de Oro de La Rioja, que le fue concedida en 1990 a título póstumo, además de contar con obras suyas en varios espacios y edificios de la capital riojana.
DISCURSO DE LA ALCALDESA
El futuro es de aquellos que luchan incansablemente por dar forma a sus sueños. Y cuando éstos buscan la expresividad, la belleza, la forma perfecta, se erigen en arte y se adentran en el prestigioso elenco de lo eterno.
Daniel González Ruiz, El Escultor Daniel, es, desde hace mucho tiempo, parte de ese elenco. Su trabajo tuvo un inicio, una trayectoria aferrada indivisiblemente al estudio y a la evolución de su obra, y una proyección que no ha tenido fin, ni ya lo tendrá.
Fueron sus manos las que inmortalizaron la ‘Arrogancia’, trazando esa línea diagonal y de sensación dinámica que culminó con una escultura que cautivó al propio Picasso.
Sería esta conexión con el artista malagueño la que propiciara ese salto cualitativo en la carrera del que fue uno de nuestros vecinos.
Pero también es evidente que Daniel esculpió con el necesario esmero del artista, con la precisión que merecen los sueños y con la habilidad que la pasión brinda al escultor.
Cualidades todas ellas que cobraron vida en manos de Daniel, que lograron perpetuar a la persona y dotar de libertad a la obra. Decía Miguel Ángel Buonarroti: “Vi el ángel en el mármol y tallé hasta que lo dejé en libertad”.
Daniel concedió a este mundo unas cuantas dosis de esa libertad de la que hablaba el artista italiano, incluso regalándose la suya propia moldeando su retrato en la que se considera una de sus obras más representativas.
Y regaló esa libertad a los aplaudidos bustos de Gonzalo de Berceo y del Marqués de la Ensenada, que actualmente descansan en los jardines del palacio de Gobierno de La Rioja, por citar alguno de sus trabajos escultóricos más conocidos.
Nos enseñó también que el éxito es fruto de la constancia, del esfuerzo y de pulir el talento. Daniel abanderó todas estas cualidades además de imprimir a cada pieza su acerada personalidad.
Estamos hablando, por tanto, de un importantísimo legado escultórico, pero también personal, el que aun hoy vive entre nosotros. Un patrimonio de incalculable valor porque ha contribuido como pocos a enriquecer el alma de Logroño. Porque una ciudad no solo es su espacio físico sino aquello que nutre su espíritu, siendo el arte y los artistas los que bombean su corazón.
La obra de Daniel está completa, a pesar de su prematuro fallecimiento precisamente en esta ciudad en la que pasó sus últimos años. Pero nos falta algo. Y ese algo es precisamente nuestro más sincero reconocimiento.
El Escultor Daniel ha recibido a título póstumo galardones, como la Medalla de Oro de La Rioja, y sus obras han sido expuestas en espacios tan significativos como el Palacio de Velázquez, el Museo Rodin o el Museo Nacional Reina Sofía, centro éste último que adquirió en propiedad cuatro de sus esculturas y trece dibujos del artista riojano.
Faltaba por tanto el merecido agradecimiento de la ciudad de Logroño. Era una deuda que teníamos pendiente y que hoy solventamos haciendo un poco más justa su dedicación y su relevante contribución al mundo del arte y la creatividad y la proyección de su obra a nivel internacional.
La Medalla de Oro de la Ciudad, máxima distinción que entrega este Ayuntamiento, es únicamente un símbolo, un recuerdo físico de nuestro más sincero agradecimiento, del de todos los logroñeses y logroñesas.
Junto a este galardón, me gustaría que la familia de Daniel se llevara hoy, os llevarais hoy, un recuerdo imborrable, el de toda una ciudad que reconoce la aportación profesional del escultor y admira el carácter afable de la persona.
Como queda reflejado en el acuerdo de concesión de esta distinción, se valora “su contribución a la difusión exterior del arte riojano a través de su participación en proyectos internacionales, en especial sus colaboraciones con Picasso”.
Hoy hablamos por tanto, de uno de los protagonistas indiscutibles de la escultura internacional de principios del siglo XX, que bebió de la inspiración y de la creatividad de Picasso al tiempo que definía su particular forma de crear.
Hoy recordamos su obra, que dejó patente un sentimiento vanguardista sin renunciar a los dogmas tradicionales de la escultura, como él mismo decía.
Hoy reconocemos su papel como embajador de esta tierra, del arte con raíces riojanas, llevando fuera de nuestras fronteras su sello escultórico.
Y hoy aplaudimos también el ejemplo de vida que nos brinda el Escultor Daniel para no rendirnos ante nuestros proyectos, ni ante nuestros sueños.
Es una referencia para los jóvenes de nuestra ciudad que batallan cada día por hacerse su propio hueco en un mundo cada vez más competitivo y exigente. Y es también una excelente referencia para todos aquellos que actualmente ven en el arte y en la creatividad un camino a través del que forjarse un futuro.
Logroño es una ciudad que sabe ser agradecida; que no duda en reconocer el trabajo y la dedicación de sus vecinos, y Daniel fue uno de ellos, y lo seguirá siendo a través de su obra, especialmente a través de esos trabajos que perviven entre nosotros, como el Monumento a la Lengua Castellana.
Una obra a la que Félix Reyes y Ricardo González, con la colaboración de Rafael Alcoceba, dieron la forma diseñada, pero también soñada por uno de nuestros artistas más influyentes y que actualmente preside la confluencia de avenida de la Paz con la calle San Millán de Logroño.
A lo largo de estas palabras, se han mencionado alguna de las obras firmadas por Daniel y que continúan a la vista de todos nosotros.
Y una de las por nosotros más queridas; ésta que hoy preside este acto y que desde hace años nos recibe a la entrada del Ayuntamiento. Con la inocencia de la infancia, a través de la belleza de sus formas, con ella rendimos reconocimiento a uno de nuestros hijos más ilustres, que llevó el nombre de nuestra ciudad a lo más alto del panorama artístico mundial en aquél momento.
Creo que hoy es un buen día para volver a descubrir al artista, para recordar su trayectoria local, pero también internacional, valorar la relevancia de su obra y entender por qué con el paso de los años su figura, lejos de alejarse, continúa al alza.
Pero sobre todo, creo que hoy es vuestro día, vuestro momento, el de la familia. Me gustaría que este acto que hoy celebramos en el salón de plenos del Ayuntamiento de Logroño haya sido capaz de trasmitiros el agradecimiento, el reconocimiento y el cariño de toda una ciudad.
También quiero transmitir, especialmente a ti Berta, mi más sincera gratitud por estar hoy con todos nosotros recogiendo en nombre de Daniel la Medalla de Oro de la Ciudad a título póstumo. Es un verdadero honor.
Me gustaría terminar trasladando un mensaje sincero y que personalmente creo que es muy importante, no solo en el mundo de la escultura, sino para cualquier actividad que se desarrolle a lo largo la vida.
Hoy más nunca sabemos, como decía al principio, que nuestro objetivo debe ser esa lucha incansable por dar forma a nuestros sueños, sean éstos los que sean. Es una lección que nos ha enseñado tu padre Berta, pero también un Escultor Daniel al que todos en esta ciudad sentimos como nuestro.
Muchas Gracias.
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