Para este sereno es bastante complicado elaborar esta crónica. También pasó por la universidad, y también en Logroño, en una época en la que ni siquiera era Universidad de La Rioja, sino que éramos una sucursal de la Universidad de Zaragoza. Y también se agarraba sus buenas chufas, y se divertía, y cerraba todos los bares de la Mayor…pero no recuerda haber sido tan devastadoramente guarro como lo que se muestra en estas imágenes.
Al parecer, hoy era el día de las novatadas. Esa fiesta que todo el mundo dice que hace porque es tradición, y porque (sobre todo) “a mí me lo hicieron, y ahora que se joda el que venga”. Esa fiesta en la que los veteranos se empapuzan hasta las trancas, y los noveles bichos novatos asumen de buen grado en aras de su integración en el grupo. Aunque en muchas ocasiones roce la barrera de la humillación pura y dura.
Puede que me esté haciendo mayor. Puede ser, incluso, que mi memoria se vuelva selectiva, y que tienda a olvidar marrones de mi juventud. Aún y así, dudo mucho que arramplara con un par de carritos del Sabeco (entonces se llamaba así), llegara a un parque, me bebiera hasta el agua de los floreros, para posteriormente desperdigar toda la mierda posible sobre el cuidado césped de un parque.
Afortunadamente, el Ayuntamiento de Logroño, siendo previsor, ha enviado a una dotación de limpieza que probablemente hará que al día siguiente salgamos los habituales a hacer deporte por allí y que parezca que no ha pasado nada.
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