Los abuelos son casi los primeros en aparecer en nuestras vidas y, salvo raras excepciones, los primeros en marcharse. La edad no perdona. Las primeras lágrimas por perder a un ser querido suelen deberse a nuestros mayores y aparece en ese momento un nuevo sentimiento para los niños o adolescentes al ver cómo alguien cercano le abandona para siempre. Es difícil olvidarlos. En realidad nunca se hace. Se aprende a vivir con la pérdida y se les mantiene en el recuerdo, como muestran estos dibujos y mensajes vistos en el cementerio de Logroño.
El segundo tiene hasta una pequeña actualización de una visita posterior el último día del año pasado.
