“Se vestía de militar, se subía en los tejados para tocar las antenas y todo para decir que él controlaba el Vaticano. Él era una persona muy seria a su llegada a Roma, pero conoció a un astrólogo gay que le manipuló. Comenzó a llevar una mala vida, a beber. Se quitaba los zapatos en los restaurantes…”, cuenta Francesca Immacolata Chaouqui sobre el cura riojano Lucio Ángel Vallejo Balda, acusado de filtrar documentos reservados que hicieron aflorar las oscuras finanzas del Vaticano.
En una entrevista concedida al suplemento Crónica de El Mundo, la presunta cómplice del prelado de Villamediana en el escándalo conocido como Vatileaks II asegura que Vallejo Balda estaba “loco” y que se convirtó en una persona “incontrolable” tras cerrar su investigación: “Tenía muchos problemas de cabeza, tenía muchos enemigos imaginarios. Él ya no era feliz con su vida de prelado, pero no la dejaba por su madre. Estaba obsesionado con ella, se hizo cura por ella”.
Chaouqui señala que enloqueció porque “veía que el Papa no hacía nada” y decidió pasarle información a dos periodistas para ver si, provocando un escándalo, obligaba a Francisco a reaccionar. “Quería mostrar que la comisión había hecho su trabajo, pero que los que habían cometido delitos seguían libres”, añade.
Lo que sí desmiente esta joven italiana en la entrevista es que tuviera relaciones sexuales con él como el propio sacerdote asegura y afirma que era gay: “Las mujeres no le interesaban. En el Vaticano todos aseguraban que él era gay y el único modo de demostrar lo contrario era diciendo que se acostaba conmigo”.
Como ya ha hecho en otras ocasiones, Chaouqui reitera que el único culpable del escándalo es Balda y que acusarla a ella es una estrategia de su defensa. “Su abogado pensó que si Balda me acusaba a mí, él sería enviado a un convento en España sin ser procesado. Se inventó un dossier acusándome de todo y es la única prueba contra mí”, comenta.
