TRIBUNA

Emociones gastronómicas

Según la RAE el significado de la palabra ‘gastronomía’ es el arte de preparar una buena comida, la afición al buen comer y el conjunto de los platos y usos culinarios propios de un determinado lugar. Además de estas tres acepciones, en los últimos tiempos estamos asistiendo a un descubrimiento cada vez más evidente de que en gastronomía un aspecto fundamental es la emoción en el más amplio sentido de la palabra.

Volviendo a nuestra prestigiosa RAE, ’emoción’ quiere decir alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática; así como también interés, generalmente expectante, con que se participa en algo que está ocurriendo. Evidentemente entre los amantes de la buena cocina, una comida es mucho más que satisfacer nuestra necesidad básica de alimentación. Es más, habitualmente los amantes de la gastronomía valoramos más el placer de degustar un buen plato que su bondad nutricional.

Es mucho más importante el sabor, aroma, textura, calidad, punto de elaboración, presentación y todos los aspectos que podamos percibir con nuestros sentidos que aspectos como calorías, proteínas, azucares, colesterol… que nos resultan mucho menos atractivos y familiares al común de los gastrónomos. Además de los cinco sentidos, los humanos afortunadamente tenemos un universo muy amplio de capacidad emocional. Emociones positivas como placer, seguridad, cariño, alegría, tranquilidad, optimismo, esperanza pueden saltar a nuestro estado de ánimo con un estímulo externo que muchas veces puede ser un paisaje, un comentario escuchado y por supuesto en muchísimas ocasiones a través de los placeres de la mesa.

La cocina emocional es una de las últimas tendencias en la gastronomía actual, trabajando los sentimientos que los platos provocan a los comensales. ¿Qué sabor te trae recuerdos de la infancia?, ¿qué olor transporta a las tardes veraniegas de vacaciones? Por ejemplo, comer unas croquetas similares a las que hacía mi madre o abuela me da tranquilidad y nostalgia. Descorchar un vino que he degustado en una bodega de Rioja transporta mi mente a sus calados y al recuerdo de una maravillosa comida en familia.

En eso consiste la cocina emocional, en dejarnos llevar por las sensaciones en las que nos sumergen los alimentos, en entrar en contacto con lo que preparamos y comemos, apreciar cada bocado, ir más allá de la simple elaboración del plato y su consumo posterior. Las emociones positivas fluyen así en la gastronomía, en cuyo juego entran comensales y cocineros, en una perfecta armonía. Los grandes cocineros definen, juegan, investigan, prueban, ensayan, buscando encontrar siempre una cosa: la emoción. Los sabores, las temperaturas, los aromas y las texturas se mezclan para construir una auténtica experiencia para la degustación.

La gastronomía en La Rioja está en un momento de pleno esplendor. Somos la región española con mayor número de estrellas Michelín por habitante y estamos muy orgullosos de ello, faltaría más. Pero desde estas líneas quiero expresar también mi reconocimiento a la cocina tradicional de La Rioja que nos han hecho mundialmente famosos. Los caparrones, las patatas con chorizo, la menestra de verduras, las chuletillas al sarmiento, los pimientos rellenos, los champis a la plancha, los huevos fritos con picadillo …. Y tantos y tantos platos que hemos degustado históricamente en nuestra región, tanto en restaurantes y bares típicos como en nuestros propios hogares.

Cocina típica de casa que no se puede perder porque como recientemente han reivindicado las academias de Gastronomía los platos típicos de España no son solo un conjunto de recetas y técnicas culinarias, son un legado histórico que ha perdurado a lo largo de generaciones; una expresión viva de nuestra diversidad regional y de la extraordinaria calidad de nuestros productos locales, así como fiel reflejo de cualidades tan valiosas como la creatividad, la sabiduría, la sostenibilidad, el aprovechamiento y el amor con el que se ha elaborado a lo largo de los años.

Numerosos cocineros afamados de nuestra región han hecho un auténtico homenaje a esta tradición familiar en las cartas de sus restaurantes. ¡Cuántas emociones y amor hay en las cocinas riojanas! Preparar una comida para la familia o amigos es todo un ritual en La Rioja. Por todos los rincones de España, al decir, soy de La Rioja, casi inmediatamente nos contestan: “¡Qué bien se pasa allí! Me acuerdo que hace unos años la visité, y cómo comí, y qué bien bebí. Tengo que volver”.

Esa cultura gastronómica histórica, familiar y regional hace posible que sintamos auténtica emoción en la cocina riojana.

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