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López Garrido o la ciudad deshumanizada en la UNED

Conocí a Carlos cuando vino de Bilbao recién licenciado en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco (1988-1993). Coincidíamos sobre todo en la Galería de Arte de Pedro Torres. También hice amistad con su padre, hombre afable y aficionado a la pintura con quien daba gusto conversar.

Para lo joven que es, tiene un currículo extenso e importante: es cofundador de Globartia Visual Art Company, empresa dedicada a la realización de murales y proyectos artísticos; ejerce como profesor en diversos talleres y programas; ha actuado como comisario de exposiciones; conferenciante; jurado en diversos premios y ha desempeñado el cargo de subdirector artístico de la Fundación Beatriz Arbelo.

Expone individual y colectivamente en Logroño, Madrid, Bilbao, Málaga, Badajoz, Salamanca, Pamplona, Burgos, Navacerrada, Avilés, Tudela, Lisboa, Bruselas, Pekín, Oupeye/Dendermonde, Liége, Brescia, Darmstadt, Mérida, Zaragoza, etc., y en diversas ferias nacionales e internacionales.

Ha recibido distinciones y premios de pintura en numerosos certámenes como: Mazacote de Oro 2011; la Medalla de Honor y Adquisición en el I, III y V Certamen Nacional de Pintura Parlamento de la Rioja (1998, 2002 y 2006); Medalla de Honor del XVI Premio de Pintura BMW (2001) y Primer Premio del VIII Concurso Nacional de Pintura Ciudad de Tudela (2000). Organiza y participa en talleres, eventos, actividades y conferencias de arte. Su obra está presente en numerosas colecciones públicas y privadas.

No cabe duda que tanto la influencia de su padre como de otros miembros de la familia han influido, desde el principio, que se dedicara a la pintura. Su abuelo y su padre eran buenos dibujantes y pintores. Es algo que vivió desde pequeño, por eso no tuvo ninguna duda de lo que le gustaría estudiar.

Desde el principio se enamora de los paisajes de Bilbao y su entorno. Eso hizo que se enganchara al tema urbano en todas sus facetas y, con el tiempo, se decantara claramente por los urbanismos. Es lo que hace desde 25 años. Ha pintado todo tipo de paisajes, desde los Altos Hornos y Ría de Bilbao con los que comenzó, hasta interiores, vistas cenitales de ciudades, mobiliario urbano, arquitecturas de todo tipo, panorámicas de los lugares que visitó, etc. También ha trabajado el retrato, pero en menor medida.

Como él me contó en una de nuestras charlas, “a los pocos días de terminar el servicio militar y hablando con mi familia de lo podía o no hacer, mi padre me dijo: “Tú has estudiado Bellas Artes, pintura en concreto. Súbete al piso de arriba y empieza a hacer lo que sabes, pintar”.

Tenía el beneplácito de todos, así fue más fácil. La experiencia a lo largo de todos estos años ha sido maravillosa y gratificante pero también muy difícil. No es fácil vivir del arte y menos en estos momentos, pero es algo que me llena tanto, que me cuesta demasiado pensar en apartarlo de mi vida. Además, el arte me ha permitido entrar en otras disciplinas como el muralismo, los concursos, los talleres, etc. He podido disfrutar con el arte viajando y exponiendo en otros países como Francia, Portugal, Alemania, Italia, China, etc. y eso es una experiencia increíble”.

En 2011 crea Globartia Visual Art Company, como resultado de la experiencia adquirida en el ámbito de las artes visuales, porque consideraron, su socio y él, que existía una nueva vía de desarrollo para materializar todas nuestras capacidades creativas como murales, simposios de arte, talleres y actividades culturales. Y todo esto sin dejar de lado la pintura de caballete.

Durante las últimas dos décadas, sobre todo, ha representado la ciudad en sus múltiples variantes y puntos de vista. Quizás, lo aprendido, lo visto, le ayudó a formarse una visión particular de lo urbano, de lo que realmente quería ver… fue como una introspección que duró años. Supongo que esa realidad cotidiana no satisfacía sus ideales, ni sus anhelos y se revelaba contra ella.

El conocimiento en la ejecución de los diferentes procedimientos pictóricos, le ayudó sin duda alguna a salir de ese estancamiento paulatino en el que se sumía y del cual no era capaz de escapar. Pero la ejecución de las obras con procedimientos diversos le llevó a explorar más y más el entorno que le rodeaba, siempre con una factura resolutiva diferente.

Ahí surgieron entre otras, las obras que presenta en esta exposición. Obras importantes en el devenir de su carrera pictórica, tratando de exaltar la belleza del momento, donde la naturaleza adquiere un rol destacado, donde sus historias escapan de la realidad transcurriendo únicamente en su subconsciente.

Se aleja de la dureza de la línea pura que caracteriza a las ciudades para romperlas y suavizarlas, para diluirlas. Se aprecia cierto halo de nostalgia y melancolía. Son ciudades fantasmas donde desaparece cualquier atisbo de humanidad. Podría resumirse esta exposición en la inmensidad de la arquitectura frente a la insignificancia del ser humano al contemplarla.

Hasta el 19 de enero podemos ver una excelente exposición de Carlos López Garrido en la Sala de Exposiciones de la UNED, calle Barriocepo 34 de Logroño.

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