La Rioja

Quel se vuelca con las refugiadas: “Todos estamos echando una mano”

Hace dos meses llegaba a Quel un grupo de 18 refugiados ucranianos escapando de la invasión de Rusia. Lo hacía a través de la oenegé Coopera, que llegaba a un acuerdo de colaboración con el ayuntamiento de la localidad que ponía a su disposición el albergue municipal y que se hacía cargo de los costes básicos de su estancia. La asociación se encargaría de la manutención de los refugiados, pero había mucho más que hacer.

Para ello, se creaba en el municipio un grupo de voluntarios, -más de medio centenar-, que se organizaba por áreas para colaborar con la llegada de estas dieciocho personas. “Solos hubiera sido imposible”, comenta Reneé Freire, coordinadora de este grupo.

Había grupos para todo. Unos se encargaban de acompañar a los refugiados en la realización de los trámites, otros de recoger y organizar todas los alimentos y ropas que llegaban del resto de los vecinos para colaborar en la situación, otros de los trámites económicos, otros del conseguir donaciones, otros de echar una mano con la escolarización de los más pequeños, incluso otros de acompañarles a tomar un café, charlas con ellos, encontrarles trabajo. Ayudarles, en definitiva, a que su llegada y su estancia, tras el sufrimiento que habían pasado, fuese lo mejor posible.

“Cuando empezó la invasión todos queríamos ayudar, y qué mejor forma de hacerlo que cuando llegaron aquí”, dicen unas de las voluntarias que trabajan desde hace dos meses con ellos. Así se crearon siete áreas de voluntarios que con organización y compromiso están consiguiendo que estas mujeres se sientan como en casa. “Incluso cuando llegaron las fiestas del municipio se les intentó integrar en los festejos, se les puso el pañuelo, se celebró también su Pascua e incluso el párroco hace misas en ucraniano”, cuentan.

Para que las cosas fuesen más fáciles, tres mujeres (Karina, Marina y Alina) que conocían el idioma hacen desde entonces de traductoras. Otras enseñan el idioma tanto a mayores como a pequeños. “Son rápidas aprendiendo, se nota que es gente que ha pasado por muchas cosas porque son fuertes”, dice otra.

“Cuando llegaron, nos dimos cuenta de que hacían falta muchas más cosas de las que pensábamos en un principio: peluquería, compras para los más pequeños…”. Para eso cada uno pone parte de un granito de arena que está haciendo toda una montaña.

Además, la labor está sirviendo para unir más a los vecinos del municipio. Es un grupo de personas de todas las edades, gente con la que antes justo que te decías hola y adiós y que ahora son parte de un proyecto solidario. “Está siendo un placer poder ayudar en todo lo que necesitan”, asegura. Y es que el pueblo se ha volcado con su llegada. “La gente viene de su huerta y trae alimentos para que no les falte de nada”, explican.

Ahora el trabajo se centra en conseguir viviendas para cada uno de los núcleos familiares. “Una vez que ya han encontrado trabajo, la idea es que puedan vivir de manera autónoma en la localidad, y para eso hacen falta pisos”, explican. También les están acompañando a los bancos para abrir cuentas bancarias en las que ingresar sus primeras nóminas y que ya no tengan que depender únicamente de la solidaridad de los vecinos.

“Estamos recibiendo de ellas mucho más de lo que nosotros le estamos dando”, cuenta una de ellas. Cada día pasan muchos de ellos por el albergue municipal a ver qué necesitan. “Estos días hemos ido con una de las pequeñas al hospital y ahora venimos a explicarle a la madre el tratamiento que nos ha dado el médico”, cuenta otra.

Todo el mundo echa una mano. “Hay que dar las gracias a los empresarios que les han dado un puesto de trabajo, porque eso era muy importante para ellas, querían empezar ya a trabajar”. Todos los días hay personas dispuesta a colaborar. “El pueblo es pequeño pero todos estamos echando una mano”.

Subir