Logroño tiene un color especial. Al menos, la calle Francisco de Quevedo, que este domingo ha celebrado su particular feria de abril desde los balcones. Humor y alegría para el confinamiento durante la pandemia de COVID-19. No ha faltado de nada. Mientras miles de niños bajaban por primera vez a la calle después de mes y medio en casa, una explosión de color ha inundado el barrio de Cascajos.
Vestidos de sevillanas, farolillos, mensajes de ánimo, sombreros, mantillas, abanicos, peinetas, globos, guitarras y hasta algún capote. Todos caracterizados para vivir una fiesta diferente con la que alegrarse el fin de semana. Ya queda un día menos para volver a la normalidad.
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