El Rioja

Viña Lanciano: de Mantible al fin del mundo

El vino es una bebida viajera por excelencia. Si no hubiera sido por los continuos viajes de nuestros antepasados, griegos, romanos y otras civilizaciones con afán comercial, conquistador de nuevos mundos o descubridor de inéditos paisajes, muchas de las uvas que hoy forman parte de viñedos extraordinarios posiblemente no hubieran podido plantarse. Los peregrinos y los monjes viajeros que encontraban enclaves singulares donde levantaban monasterios y cultivaban viñas contribuyeron también a que el vino esté hoy presente en lugares como Galicia, León, Cataluña y, por supuesto, Rioja.

Y si viajaron las uvas, también lo hicieron los vinos, como acompañantes de navegantes ilustres y recalando en puertos para llegar desde cortes de reyes insignes hasta tabernas repletas de marineros y estibadores.

Esa vocación viajera del vino lo ha acompañado durante toda su historia y, hoy, gracias a ella y al avance de las comunicaciones, muchos grandes vinos se pueden disfrutar en lugares remotos, y el placer que aporta el descorche de una botella lo pueden experimentar desde el comensal que se toma en un restaurante kilómetro cero un vino de su tierra hasta una nómada digital que se encuentra al otro lado del mundo y decide darse un homenaje. No son pocos los viajeros que, como los ciclistas de la Vuelta a España que pasa estos días por la región, proceden de sitios remotos para visitar esta tierra que les sedujo desde que probaron una copa en sus lugares de origen.

Por supuesto, los vinos de Rioja, y los vinos de LAN, no se escapan de ese afán trotamundos y hoy se puede descorchar alguna de sus botellas en los más de 70 países donde están presentes sus etiquetas. Desde ese meandro del Ebro en la Rioja Alta donde el puente de Mantible marca el territorio y deja su huella histórica de un paso, también, con vocación aventurera, de conquista o descubrimiento, Viña Lanciano viaja a muchos rincones del planeta para proporcionar una experiencia placentera a quien lo escoge y se sirve una copa.

Seguramente, y de esto no hace tanto, los fundadores de LAN ya tenían en la cabeza ese recorrido imaginario de sus vinos desde el viñedo junto al Ebro y ellos, pisando entonces la viña, quizá soñaron con compartir su visión, el paisaje que se tendía ante sus pies, con personas de lugares remotos, que se trasladarían, a través de la copa, hasta ese enclave singular.

El viaje se torna ahora sofisticado y tanto Viña Lanciano como Culmen, la gran etiqueta de LAN, se trasladan desde la viña a las cartas de bares y restaurantes de decenas de países. Una Rioja embotellada que disfrutan personas por todo el mundo, empapándose del espíritu de esta tierra, a la que llaman “de los mil vinos”.

De Mantible, al resto de España, de la Península Ibérica, de Europa, de los cinco continentes… A veces, como vino de la casa, como Viña Lanciano en Arzak en Donostia o Kaia Kaipe en Getaria; otras, como botella para descubrir en las más importantes ferias del mundo (Prowein, Vinexpo, Wine Spectator Grand Tour); en ocasiones, en la preciada lista de un concienzudo coleccionista, que guarda valiosas añadas antiguas de Culmen… Viña Lanciano es la viña que sueña con la vuelta al mundo embotellada.

Viajes de premio

Los viajes también han sido para competir y lucirse en catas y concursos, en ocasiones, ante selectos grupos de expertos que descubren sabores únicos y los aprecian, a veces, en degustaciones a ciegas donde concurren grandes vinos del mundo. En 2005, Culmen viajó hasta Bilbao para enfrentarse, y empatar en la cata que juzgaron nombres como el insigne sumiller Enrico Bernardo o los críticos Diane Chambon y Alexandre Marquier de Le Figaro, entre otros, con el mítico Château La Tour, un bordelés del Médoc con el que se midió en su añada 2001.

 

Más tarde, en 2020, Culmen viajó hasta el primer puesto del ranking de vinos españoles de Wine Spectator, donde se cataron 600 vinos y el riojano de LAN se hizo con la máxima puntuación, 96 tantos, y sería también reconocido por los expertos de la revista estadounidense como uno de los vinos “más fascinantes del mundo”.

Culmen viajó también hasta Londres hace apenas unos meses. Su añada 2019 obtuvo 97 puntos en los Decanter World Wine Awards, donde concurren catadores expertos de diversas procedencias. Se hizo con la medalla de platino tras haber logrado otros reconocimientos en España (por la Guía Gourmets, que le dio 98 puntos, y la revista Vivir el Vino, que lo reconoció como uno de sus vinos “Magníficos” del año o los 94 puntos que le concedió el Master of Wine británico Tim Atkin en su informe de Rioja) e internacionalmente, ya que uno de sus últimos logros es ser uno de los doce vinos españoles escogidos dentro de la World’s Best Sommeliers’ Selection, un panel de cata donde participan una veintena de sumilleres de restaurantes incluidos en la reputada lista World’s 50 Best Restaurants. Un logro con vocación viajera y global, desde Rioja al mundo.

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