El Rioja

El año de las mil vendimias

Las últimas tormentas ponen en alerta a la denominación, que ya prevé una campaña muy selectiva y escalonada

Un viñedo inundado tras las tormentas de este lunes, en la muga entre Alcanadre y Ausejo.

El temporal continúa sin dar tregua en La Rioja. Si las cepas venían clamando agua hace tan solo una semana para pegar ese último empujón de la campaña antes de ser vendimiadas, a fecha de este martes muchas ya están ’empachadas’ de riego. Algunas zonas de la denominación han acumulado en los últimos días más de 50 litros que, en muchos casos, no se han aprovechado al cien por cien por caer en forma de tormenta que ha arrastrado todo a su paso. El Valle del Leza, el del Jubera, también por Nájera, Cuzcurrita de Río Tirón o Ábalos, entre otros términos. En Rioja Oriental, el tercer boletín de maduración realizado este lunes por los técnicos del Consejo Regulador de la DOCa ya reflejaba una ralentización en los parámetros cifrando en doce días el retraso respecto a la campaña anterior. Unas uvas con algo más de peso, pero también con menos acidez gracias a la lluvia.

La estampa de este martes recorriendo algunos de los caminos agrícolas de estas y otras zonas tocadas por la DANA (siempre y cuando esas vías de tierra y piedra no fueran auténticas pistas de patinaje sobre barro) era de viñas inundadas. Una estampa que, una vez más, obliga a hacer un parón en el calendario de vendimias y a aguardar a que sople el viento de la esperanza para que seque la parra y se pueda entrar a las fincas.

“La cosa iba muy bien, con menos uva que otros años, pero en términos de calidad todo apuntaba muy bien con un estado sanitario excepcional”, relata Raúl Tamayo, enólogo del grupo Palacios Vinos de Finca, antes de dar paso al “pero”. “Este lunes han caído en la zona de Nalda casi 40 litros, 38 para ser exactos. Pero es que antes ya habían caído otros 40 que en ese caso fueron fantásticos, así que con todo lo acumulado ya veremos en las próximas semanas cómo digiere la uva tanto agua. Seguramente que se nos retrase un poquito más toda la uva blanca que tenemos para nuestra bodega de blancos, Nivarius, aunque ya venía algo retrasada de por sí. Así que si habitualmente solemos vendimiar aquí hacia mediados de septiembre, este año tocará en torno a la tercera semana del mes”, calcula después de haber pasado la mañana tanteando esas viñas del Iregua. Nada que ver con las otras parcelas que tienen en las zonas del Najerilla y la Sonsierra, que en ambos casos son más tardías.

Estas lluvias que han regado los racimos de Nivarius también se han recibido de manera diferente en función de la variedad. Si en el caso de la maturana blanca “han venido muy bien”, para el tempranillo blanco ha sido todo lo contrario: “Con esta uva queríamos empezar a vendimiar en unos diez días y ahora tendremos que retrasarla. Pero todo dependerá de qué tiempo haga en los próximos días. Si vienen días de sol y aire en los que se seca rápido, ni tan mal. Eso sí, si vienen altas temperaturas lo que va a hacer la planta es fotosintetizar muy rápidamente porque tiene mucho agua disponible y mucha superficie foliar, por lo que la maduración se va a acelerar”.

En cualquier caso, Tamayo remarca que el agua caída ha venido bien aunque obligue a aplazar la faena. Y es que, a su parecer, tampoco había una extrema necesidad de agua este año, al menos “hasta lo que cayó este lunes por la tarde y que nos había permitido librar la campaña”. Aún así, al tener las viñas en lo alto del valle lo que ocurre es que gran parte del agua se pierde, por lo que no toda esa lluvia se queda en las cepas. Lo que teme el enólogo es que vengan días donde no corra el aire, en los que la humedad relativa es muy elevada y que al final es caldo de cultivo para el hongo de la botrytis.

Viñedo en Ábalos. | Foto: Leire Díez

Todo está en el aire, pero lo que es evidente es que la que se avecina es una vendimia de una gran selección y escalonada. La directora de Viticultura e Innovación de Vivanco, Natalia Olarte, lleva días comprobando ‘in situ’ las parcelas de sus proveedores (hasta 432 viticultores repartidos por las tres subzonas de la denominación) y la conclusión a la que ha llegado tras este mapeo global es que va a haber tres vendimias diferentes por selección de calidad: “Por una lado, están las uvas muy buenas que han sido bien cultivadas y trabajadas, que traen poca producción y a las que estas lluvias les van a permitir incrementar un 10 por ciento su peso aunque eso diluya ligeramente la composición de la baya. Pero en cuanto la planta respire y se active la fotosíntesis se va a expulsar todo el agua excedentaria y la uva va a tener una maduración correcta. Luego están las uvas que no se han trabajado bien y que, aparte de esos 40 o 50 litros, son viñas que pueden tener bayas agrietadas por el exceso de peso y que pueden derivar en focos de botrytis si no se ha tratado contra este hongo. Y por último, esas uvas ubicadas en las zonas más damnificadas por las últimas lluvias que tal vez con esos 60 o 70 litros de agua que han recibido hay que evaluar si son dignas de ser Rioja”.

Unas valoraciones que hasta la semana que viene no se podrán consolidar una vez se compruebe cómo han reabsorbido el agua tanto la uva como el suelo. “Si sale viento de norte y las temperaturas no son altas, en general se puede decir que ha sido un riego bueno. En cambio, si le da por venir solano, con calor y no evapora, el problema de hongos está servido. Por eso el trabajo de selección hay que hacerlo desde el comienzo de la campaña, desde el mes de noviembre, hasta ahora, vigilando bien el estado sanitario y la gestión de los viñedos tanto suelo como foliar para así minimizar todos estos incidentes. A raíz de estas últimas precipitaciones ya ha habido proveedores que se han acercado a la bodega para que les asesoremos por si se puede aplicar un último tratamiento y les vamos a enfocar a endurecer los granos para que no haya ningún residuo, pero todavía tenemos que esperar porque queda una semana entera de lluvias”.

Vendimia selectiva, parcela a parcela, proveedor por proveedor. Esa es la clave que defiende cada campaña la directora de Viticultura e Innovación de Vivanco. “Y cada vez es más importante precisamente por ese cambio climático y la desestacionalización de las precipitaciones. Hay que intentar tener plantas sanas para que cuando vengan estos episodios reaccionen bien”. Olarte incide en que uno de los pilares de Vivanco es la red de proveedores de la que abastece y que le permite trabajar con una diversificación varietal importante, dando cabida a grandes y pequeños. “Así que lo primero que veo es que voy a tener mil vendimias diferentes, tanto por variedades, como por zonas geográficas y por tipo de uva. Pero no se va a hablar de municipios porque igual en un mismo pueblo tenemos tres vendimias diferentes. Es decir, va a ser una vendimia muy prolongada”.

Por el momento ya han empezado a vendimiar y no es en Rioja Oriental. El pasado 26 de agosto arrancaron con la campaña en Briones para recoger el tempranillo blanco, la garnacha blanca y el chardonnay para sus espumosos.  Una vendimia, define, “muy tediosa porque hay que acertar muy bien con el grado alcohólico, la acidez total y los parámetros que buscamos en cuanto a la madurez fenólica y fisiológica”. Por el momento todo lo que ha entrado en bodega ha cumplido sus expectativas, pero reconoce que ha sido una vendimia marcada por las precipitaciones.

Por otro lado, las parcelas propias que tienen en Tudelilla están a unas altitudes que superan los 600 metros, por lo que son vendimias tardías que pueden llegar para fechas del Pilar. En Alfaro, donde sí cuentan con proveedores, Olarte apunta que hasta este lunes por la tarde “el estado sanitario era correctísimo”. Aún con todo y con ello, recibieron un plan de prevención por si la DANA dejaba más 20 litros en el campo. “Los visitaremos este viernes, pero en principio ayer la uva no estaba para vendimiar. Trabajamos sobre todo viuras ecológicas y tempranillos y aún les queda un ciclo de unos 15 o 20 días de media, por lo que estarán listas para San Mateo”, sentencia.

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