El Rioja

Dos décadas de una vendimia sobre ruedas

Jose Mari Ruiz inicia la vigésima cosecha con la empresa de servicios agrícolas que gestiona en El Redal

Vendimia en Rioja Oriental. | Foto: Leire Díez

Siete de la mañana. La alerta de nivel amarillo por tormentas anunciada por la Aemet asoma entre las montañas de Sierra la Hez que ya lucen unas cumbres ocultas por la niebla. Será cuestión de tiempo que empiecen a caer gotas, así que el tiempo apremia. José Mari Ruiz ya va por el tercer renque de una viña de tempranillo blanco ubicada en término de Galilea. “A ver si nos deja acabarla sin problemas, pero como empiece a llover con ganas va a haber que parar”. Apenas lleva dos días con las máquinas en funcionamiento recorriendo las parcelas más tempranas por diferentes pueblos de Rioja Oriental. Por el momento solo han salido al campo tres de las siete que tiene para cubrir la vendimia (más otra que solo está adaptada para recoger aceituna), y una de ellas ha sido para recoger manzanas para zumo por la zona de Castejón y algo también de almendra. La uva tinta calcula que empezará a recogerla la semana del 9 de septiembre y con ello, la campaña (y las máquinas) cogerá velocidad hasta el cierre de cosecha.

Durante estos primeros días José Mari se dedica principalmente a probar las máquinas para saber con tiempo suficiente cuál de ellas puede dar algún fallo antes de que lleguen las jornadas en las que las máquinas salen de madrugada de la nave ubicada en El Redal y llegan a casa a última hora de la tarde. “Llegada la campaña, lo único que nos puede hacer parar es el tiempo”. Antes, y prácticamente desde el comienzo del año, ya han pasado por varios meses de reparaciones y labores de mantenimiento para tener todo a punto. “Porque ya no es el gasto de reparar estas máquinas, sino el tiempo que se invierte entre que pides la pieza, la recibes y lo arreglas”.

José Mari, en su vendimiadora. | Foto: Leire Díez

Él gestiona desde hace 20 años, y junto a su hermano Santiago, la empresa de servicios agrícolas Redal, algo que compaginan a la vez con su faceta de agricultores con viña, cereal, olivos, y algún que otro cultivo más. Aún recuerda aquella primera vendimiadora que trajeron a casa a principios de los 2000. “23 millones de pesetas nos costó, con IVA incluido”. Lo que viene a ser unos 120.000 euros, una cifra que a día de hoy, tal como está el mercado, prácticamente se duplica. “Y eso en el caso de las máquinas más económicas, porque hay otras que superan los 400.000 euros”, asegura. El encarecimiento ha sido de manera progresiva, pero reconoce que en los últimos cinco años se ha notado mucho más, especialmente en los recambios de piezas: “Ya no es tanto el material de desgaste, que mantiene unos precios competitivos, pero lo que es arreglar una avería se carísimo. Los fabricantes han duplicado los precios y hablar de recambios ya es una locura”.

Vendimia en Rioja Oriental. | Foto: Leire Díez

Por ello incide en que “esto no es negocio al menos que se trabaje con bastantes máquinas para dar servicio a grandes superficies”. Así que empezar de cero con una máquina y buscar trabajo ya lo califica de imposible. “Es más, diría que a día de hoy ni la empresa de servicios agrícolas ni el campo son rentables, porque es que la agricultura está casi arruinada y tal y como está la situación así se puede aguantar bien poco. Pero esto no solo afecta a la uva, aunque es cierto que este sector en La Rioja marca la estabilidad económica de muchos hogares. Igual estamos ante un ciclo más como otros que ha habido antes y luego el escenario cambia, pero de momento se ve todo muy mal”.

Así que toca buscar diferentes vías para sortear estos ciclos y ahí, opina este agricultor de El Redal, es clave diversificar. “Lo que sí ayuda es compaginar diferentes cultivos y labores para no limitarse solo a una campaña. Nosotros, por ejemplo, hacemos la vendimia pero también los tratamientos en el viñedo durante el resto del año. Además, nos hemos enfocado mucho en las plantaciones de olivar en superintensivo, que cada vez hay más, por lo que el trabajo aumenta. Este cultivo ha sido el que nos ha impulsado a crecer en estos últimos años porque es cierto que no hay muchas máquinas en La Rioja que lo trabajen y el trabajo no falta, más allá de que cada vez está todo más mecanizado en el campo”.

Vendimia en Rioja Oriental. | Foto: Leire Díez

La competencia, aunque siempre ha estado ahí desde que los hermanos se adentraron en este negocio, cada vez es mayor. El número de máquinas era escaso cuando se iniciaron, pero no fueron los primeros en traer una de estas a La Rioja. “Ocho años antes o así ya se veía alguna máquina llegada de Navarra, que ahí iban mas adelantados porque se fijaron en Francia. Para entonces ya usaban prepodadoras y vendimiadoras”, recuerda José Mari.

“Si bien hay pocas empresas como la nuestra en la región que gestionen tantas máquinas, cada vez son más los agricultores que tienen su propia vendimiadora, aunque sea de segunda mano, arrastrada o alquilada. Por eso nosotros nos hemos enfocado más en trabajar en fincas grandes, donde muchas veces metemos dos o hasta tres máquinas a la vez. Aunque ahora empecemos la campaña con fincas más pequeñas es porque no estamos en plena faena, pero es mucho más fácil organizarse cuando tienes que trabajar en fincas grandes. Ya solo destinar una de estas vendimiadoras a una viña pequeña es complicado y difícil de coordinar. Además, el tiempo marca mucho la velocidad del trabajo y cuando vas para bodegas que tienen grandes superficies el ritmo va muy marcado, empiezas un día y sin parar hasta que acabas”.

Vendimia en Rioja Oriental. | Foto: Leire Díez

Por entonces se presentan un nuevo problema: la falta de manos para manejar estas máquinas. “Imposible”, insiste este agricultor. “Es que no hay gente para trabajar ni la va a haber porque lo que falta es capacidad de esfuerzo en general. Y llevamos años con este problema. Nos cuesta muchísimo encontrar a alguien dispuesto a llevar estas vendimiadoras, da igual que pagues bien la hora o que sea un trabajo de campaña en el que unos meses ganas mucho y luego puedes estar más tranquilo. Pero este es un problema general del sector agrario, porque no hay gente ni para hacer las labores manuales ni tampoco para llevar maquinaria, ya sean tractores, cosechadoras o lo que sea. Está claro que la mecanización es inevitable y todo lo que se pueda se va a mecanizar. No hay más que ver estas máquinas vendimiadoras, que en un día hacen lo de 30 personas. Pero es que no hay manos ni para una cosa ni para otra”.

Las gotas empiezan a caer y Sierra la Hez tiene sobre sí un manto gris oscuro que emborrona la línea del relieve. Pero ya solo queda la última fila de cepas de este viñedo y de ahí, la uva directa a bodega. “Hoy teníamos que vendimiar otra viña en Andosilla, pero se han echado atrás por el tiempo que se avecina, así que ya tendremos que esperar a que escampe y retomar los próximos días”. Vendimia parada, al igual que hace un año por estas fechas. Toca recoger las máquinas del campo, pero la faena continúa en la nave reparando y afinando cada pieza para que cuando comience la verdadera fiesta de la vendimia no haya imprevistos indeseados.

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