El verano se termina y los estudiantes universitarios ya tienen nuevo hogar para el curso que viene. Una vez salen las listas de admitidos en las carreras, empieza la lucha por conseguir una habitación. Pero antes, deben preguntarse: ¿piso o residencia? Así es como comienza una de las etapas más importantes de los jóvenes. Esta elección de dónde vivir durante un año sería más fácil si los precios no hubieran subido tanto. Los estudiantes tendrán que pagar alrededor de 8,3 euros por metro cuadrado en caso de que se vayan a un piso, según los últimos datos de Idealista, frente a los 7,2 euros que pagaron el año pasado.
Esta plataforma permite buscar pisos en alquiler, aunque también habitaciones. En este caso, los estudiantes comparten las zonas comunes con personas que, normalmente, son desconocidas y pagan una mensualidad por la habitación en la que duermen. Es una elección más económica que parte de los 200 euros al mes. Sin embargo, pueden ser más los requisitos que pidan para entrar a vivir, como el sexo de la persona, la prohibición de macotas o de fumar.
Aquí no se terminan las opciones de vivienda para los universitarios, y es que falta una de las más solicitadas: las residencias. Estas son otra opción en la que convivir con amigos, aunque son una buena oportunidad para conocer gente nueva. Asimismo el precio de una habitación en una residencia ha ascendido considerablemente. Ahora mismo por menos de 400 euros al mes es difícil encontrar algo.
Rubén Jiménez es el director de la Residencia Francisco Jordán y afirma que todos los alojamientos tienen sus ventajas e inconvenientes. “En nuestro caso, ofrecemos un régimen de pensión completa, es por eso que el perfil que más solemos tener son jóvenes de 18 años que no saben hacer ni un huevo frito”, explica entre risas.
En el segundo año, en cambio, son muchos los que abandonan sus habitaciones de la residencia. “Notamos descensos en las renovaciones porque muchos se hacen amigos y deciden mudarse a un piso”.
Jiménez señala que se puede deber a varios motivos, entre ellos, la economía. “El primer año las familias prefieren que sus hijos vayan a una residencia por la seguridad que les transmite. Al fin y al cabo, aquí tienen todas las comodidades y no tiene que preocuparse ni de limpiar ni de cocinar, porque ya lo hacemos nosotros. Solo tienen que venir y preocuparse de estudiar”. Pero una vez conocen a otros compañeros, “sí que es verdad que puede salir más barato compartir piso con varios amigos”.
“También están los estudiantes que directamente van a un piso”, añade Rubén, “quizás porque no les ha convencido ninguna residencia y han preferido esa opción”. Este año seguramente no sea la opción más barata, ya que los alquileres están por las nubes. Es por este motivo que Jiménez destaca que “a diferencia de otros años, en julio ya estaba todo completo».
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