La Rioja

Vivir con los padres a los treinta: «Emanciparse se ha vuelto imposible»

Los jóvenes riojanos se encuentran entre la espada y la pared. La comunidad es la única en la que no aumentó la emancipación juvenil en 2023. Son el 70 por ciento los que trabajan y aún así viven con sus padres, según los últimos datos del Observatorio de la Emancipación. Los datos reflejan el aumento de la edad media al irse a vivir fuera del ‘nido familiar’, una realidad que palpan en su día a día. En la mayoría de los casos no es no querer. Es no poder.

Y es que cada vez son más los que quieren emanciparse de sus padres, pero les es imposible. Los alquileres no dejan de subir y el nivel de vida también va para arriba. Además, son muchos los que compaginan más de un trabajo para poder ahorrar y asumir esa independencia. Aún así, resulta inalcanzable, porque los sueldos no son suficientes.

Ana Ortega tiene 28 años y lleva dos intentando emanciparse. «He estudiado Canto y Jazz en el Conservatorio Pablo Sarasate de Pamplona y ahora me dedico a ello. Soy profesora de música durante todo el año, menos los meses de julio y agosto. Llevo seis años en las mismas academias y soy fija indefinida porque las escuelas cierran en verano”.

“Así que esto me obliga a buscarme otros trabajos durante estos meses. Aún así, son de pocas horas o contratos temporales”. Ana también puntualiza que “los trabajos a los que optamos no son de jornada completa” y, en caso de que lo sean, “son fuera de lo queremos hacer o hemos estudiado”. Un aspecto que muchos jóvenes han señalado desmotivados.

“He compartido piso con una amiga durante un año, pero el alquiler cada vez está subiendo más y se ha vuelto imposible. Encima, el nivel de vida también ha subido: vas al supermercado y los precios se han disparado”, explica la profesora de música.

Ana cuenta que su intención es independizarse “por sí misma”, sin ayuda de sus padres, porque considera que su familia “no debe hacerse cargo de sus gastos”. Pero ha expresado la “poca estabilidad” económica que tienen los jóvenes hoy en día, que no hace más que obstaculizar su sueño de vivir solos.

Sandra Herreros, de 27 años, fue compañera de piso de Ana durante un año. “Vivimos un año juntas, pero Ana no podía hacer frente a los gastos y yo tampoco podía pagar el alquiler sola”. Es por este motivo que cada una volvió a casa de sus padres.

Después de una carrera universitaria y dos másteres, Sandra sigue viviendo con su familia “parcialmente”. “Mi novio heredó una casa y también vivo con él. Al final estamos viviendo juntos pero sin pagar semejante alquiler como lo haríamos si la casa no fuese de él”.

Sandra trabaja como profesora de administración pública y ha asegurado que “el dinero no da para pagar un alquiler y ahorrar”. “Los trabajos nunca son de jornada completa y los alquileres no paran de subir. Si consigues independizarte, seguramente sea con más de un trabajo y quedándote sin ahorros, así que las posibilidades de comprarte un piso en un futuro son imposibles”.

“Muchos de los jóvenes que conozco se han emancipado. Unos pocos pagan su alquiler ellos mismos. Pero volvemos a lo mismo, no hay proyección de compra porque te dejas los ahorros en el alquiler. Y otros de ellos tienen la ayuda de sus padres, que les pagan parte del alquiler”, explica Sandra.

Dalia Sigoiu es la otra cara de la moneda. A sus veintisiete años de edad ha conseguido independizarse, pero acompañada. «Vivo con mi novio y trabajo como administrativa en un pueblo de Navarra. He conseguido emanciparme gracias a la ayuda al alquiler joven y a mí me basta porque vivo en un pueblo y el alquiler es asequible. Pero si viviese en Logroño, no creo que lo fuera. Aún así, por cuestiones económicas, tampoco me podría haber independizado sin mi pareja».

«He estudiado una carrera universitaria, pero hoy en día aunque hayas estudiado no es como antes». Dalia reconoce que cuando va al supermercado mira el precio, porque «aunque no creo que los sueldos sean bajos, es difícil poder pagar un alquiler y mantenerte». Ella coincide con Sandra: «Cuando te metes en un alquiler, la proyección de compra se disminuye». Además, aunque son muchos los jóvenes que reciben la ayuda de su familia, Dalia ha apuntado que sus padres «no pueden permitírselo». Pero, «también creo que mis padres no deberían hacerse cargo de mis gastos, cada uno tiene que hacerse cargo de lo suyo», concluye la administrativa.

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