Quiero manifestar que debemos hacer un reconocimiento, homenaje, aclamación, o como deba decirse, a los donantes de sangre y órganos. Gente anónima que no cobra por ello, que vive de su trabajo y que nos está salvando la vida a todos. Más que el médico, incluso. Porque el médico también nos salva, pero realmente el gran valor está en esas personas anónimas tan tremendamente generosas. Lo digo porque ya basta de cultos y ensalzamientos a ídolos por el hecho de que canten o porque son futbolistas que ganan la copa, etcétera, etcétera. No tengo nada en contra de reconocer los méritos de todos, pero cuando veo lo que yo llamo agravio comparativo con quienes nos salvan la vida anónimamente, se me encoge el corazón.
Por favor, un homenaje a estas personas que, repito, nos están salvando la vida a diario, y antes que a ídolos profesionales que lo hacen por dinero además de por capacidad. Yo tengo 70 años. Comprenderán que no soy donante. Lo aclaro para que nadie piense que quiero un homenaje. Quiero un homenaje a esas personas tan generosas como anónimas, pero quizás también olvidadas. Por favor, un poco de corazón hacia estas personas y no tanto hacia ídolos y festivales, etcétera.
Los homenajes a estas grandes personas deberían ser constantes. Habrá muchas más personas haciendo grandes acciones humanas, pero en esta sociedad parece que el ídolo debe ser quien mete más goles, es más rico, tiene la mujer más guapa o el marido más bello, etcétera. Se lanzan chupinazos para fiestas con gente a rebosar, festivales, aclamaciones a campeones de fútbol, y nunca un chupinazo para estas personas con valores tan grandes que nos salvan la vida. Reconozco la valía de toda persona, pero no estos agravios comparativos que, en mi opinión, son tan tristes.
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