En un contexto de mercados convulsos y cambios de hábitos en el consumo de vino las bodegas han cogido las riendas para saber transitar por este escenario aprovechando cada una de las oportunidades. Y si lo que triunfan ahora, y más si cabe por estas fechas, son los vinos frescos y con menor graduación, ahí está Bodegas San Esteban para subirse a este tren y sacar una nueva gama más moderna apostando por los semidulces.
La cooperativa de Murillo de Río Leza tiene claro que este estilo de elaboracionesarra son muy demandadas sobre todo por el consumidor más joven. Es por esto que acaba de presentar a sus socios, clientes y amigos sus dos nuevas creaciones al mercado bajo la marca Tierras de Murillo: un blanco de viura y un rosado de tempranillo.
“Teníamos claro cuál tenía que ser nuestra apuesta, por lo que el año pasado comenzamos a trabajar en esta idea. Ha sido un largo trabajo por encontrar la forma de encajar en estas nuevas tendencias de mercado y, sin duda, un punto de inflexión para la cooperativa”, remarcan desde Bodegas San Esteban.
La primera toma de contacto, aún sin etiquetar, la hicieron en la cata de blancos y rosados de NueveCuatroVino celebrada el pasado mes de junio y los responsables de la cooperativa aseguran que ambos vinos triunfaron. “Nos decantamos por vinos semidulces que mantengan ese punto de acidez en equilibrio con la dulzura”, describen.
Tanto Tierras de Murillo Semidulce Blanco 2023 como en Tierras de Murillo Semidulce Rosado 2023 podemos encontrar notas cítricas, aunque en el caso del blanco prevalecen aromas a flor blanca y melocotón, mientras que el rosado tiende a notas ahumadas.
El rosado es para San Esteban un pilar clave en la trayectoria de la bodega. “Uno de nuestros vinos más reconocidos es el Tierras de Murillo Rosado, que ha sido seleccionado por el Consejo Regulador como el vino institucional de este año”, apuntan, así que han querido hacer un guiño al rosado pero enfocado a los semidulces.
Toda la gama de Tierras de Murillo y Kairos reflejan la diversidad que les otorga poder trabajar con viñas que van desde la ribera del Ebro, en la zona de Agoncillo, hasta otras a más de 600 metros de altitud ubicadas entre Ventas Blancas y Santa Engracia del Jubera. “Esto ha sido una prueba, pero es cierto que tenemos buenas expectativas”.