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Adiós a la torre Kimbo: la empresa de ‘la platita’ del argentino

Resulta extraño entrar en Rincón de Soto y no verla. El skyline del municipio ha cambiado estos días con la demolición de uno de sus edificios arquitectónicos más emblemáticos. Envejecida por el paso de los años y la falta de uso, la torre de Kimbo, que siempre estará en el recuerdo de los rinconeros, ha desaparecido de la Avenida Príncipe Felipe.

Hace más de diez años que ya no trabajaba nadie allí, desde que la firma rinconera se vendió a un grupo navarro y se trasladó a Tudela, pero la empresa ha marcado el recuerdo de varias generaciones de rinconeros desde que la familia Moreno la crease en 1926 con el boom de la industria agroalimentaria en la localidad.

Por la firma rinconera, dedicada a la fabricación de banderillas y creadores de las famosas ‘To-re-ras’, han pasado a lo largo de los años decenas de trabajadores del municipio. Santi es uno de ellos. Trabajó durante más de 35 años en la empresa. Su abuela, su madre, su mujer… Media familia ha trabajado también en esa fábrica. Él entró con 14 años. “Yo creo que los cumplí allí”. Entonces la plantilla superaba el centenar de personas. “Tenían autobuses propios para traer a los trabajadores de otros municipios que trabajaban aquí”.

Todo se hacía a mano. “Por eso se necesitaba tanto personal” Hasta se deshuesaban las aceitunas. “EN cada mesa estaban cinco personas para montar las banderillas”. Otro de sus puntos fuertes eran las anchoas. “Llegaban vagones enteros del tren con anchoas desde el Cantábrico”.

Y es que Kimbo llegó a ser una de las empresas de encurtidos más importantes del mundo. La firma nació en 1926 de la mano de un argentino que volvió a Rincón de Soto. “En la empresa le llamaban ‘el platita’ porque siempre había dicho que la fábrica la había construido con ‘la platita’ que había traído de Argentina”.

De esta manera se convirtió en un icono para la localidad. “La sirena marcaba los horarios de los rinconeros”. A las nueve sonaba para entrada y a la una para la salida de la mañana. “Así sabía todo el pueblo que tenía que ir a comer”. Fueron pioneros en muchas cosas. “Al principio se cobraba por semanas, luego ya por quincenas y al final por meses. Fuimos de los primeros en tener libres los sábados”.

Además el ambiente era casi de familia. “No he podido tener mejores compañeras que las que tuve, el ambiente era buenísimo, nos hemos querido a morir. Incluso algunos años se llegó a hacer carroza para fiestas entre todos los trabajadores”.

“Las condiciones también eran muy buenas. Teníamos nuestro sueldo y además un plus por productividad, algunos hace más de diez años se fueron de la empresa con sueldos que muchos no cobran en otros sitios diez años después”.

Santi y su familia vive con añoranza el último adiós de la empresa: la demolikción de su torre. “Justo me pilló de vacaciones pero mi hermana me ha dicho que a ella se le cayeron un par de lágrimas”.

Aunque en algunos programas electorales se había planteado la creación en el solar del Centro de Día y la residencia de mayores, finalmente los terrenos se han quedado en manos privadas. Una parte de ellas irá a uso comercial y otra se va a ceder de forma gratuita al Ayuntamiento que lo dedicará a la creación de un aparcamiento.

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