La Rioja

Campos Experimentales de UNIR: “Aquí no hay ficción, hacemos arqueología pura y real”

La historia nos aporta identidad. La historia nos permite saber quiénes somos, de dónde venimos, quién había aquí antes que nosotros… y muchos de estos datos nos los da todo lo que tenemos bajo nuestros pies. Restos celtas, romanos, modernos, contemporáneos, todos forman parte del proceso histórico. Y teniendo en cuenta que una forma de progresar es comprendiendo el pasado, ¿qué mejor que hacerlo de manera práctica y de primera mano?

Un año más, y ya van tres, UNIR ha desarrollado su campo experimental de arqueología en el yacimiento arqueológico de La Clínica y ha estrenado el primer campo en la Necrópolis del Cerro de San Miguel de Arnedo. Una cita en la que han participado 24 personas repartidos en ambas localidades, la mayoría estudiantes de la facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de diferentes universidades españolas y otros interesados por la historia y la arqueología.

David Farell, arqueólogo y uno de los directores del campo destaca que “no le llamamos experimental porque tenga que ver con el laboratorio, sino porque combinamos el trabajo de campo con clases teóricas. Por la mañana excavamos en los yacimientos para conocer la arqueología lo más cerca posible tocando restos antiguos, y por la tarde llevamos a cabo talleres donde lavamos el material, lo explicamos, inventariamos… y hacemos conferencias y charlas”.

Venidos desde Andalucía, Cataluña, Madrid o Galicia, algunos repitiendo, un año más las sensaciones han vuelto a ser muy positivas. “El secreto de este campo es que los participantes desarrollan una excavación arqueológica real, y eso es lo que más sorprende. Llegan pensando que van a ayudar a los arqueólogos profesionales y que igual les dejan escarbar un poquito en algún rincón, pero se meten de lleno en la actividad, y si encontramos muertos hay que excavarlos bien, y si encontramos un muro celtibérico vamos a estudiarlo bien… Aquí no hay ficción, hacemos arqueología pura”.

Para muchos la arqueología es una ciencia, digamos, aburrida. “Los amantes de la piedra somos un poco incomprendidos, pero en estos campus te das cuenta de que hay mucha afición y curiosidad por la historia. Es más, yo llevo en Instagram cinco cuentas que tienen que ver con la arqueología y hay centenares de grupos que están excavando durante este verano”.

Y es que existen innumerables villas romanas, poblados celtibéricos, necrópolis medievales que tienen mucho que dar, y más en La Rioja. “El trabajo de campo es la punta del iceberg, pero la arqueología tiene una parte que no se ve. Esa en la que se lavan los materiales descubiertos, se hace un inventario, … Cada comunidad tiene una arqueología específica y hay que informar sobre ello. Toda esta labor nos permite descubrir qué hay detrás de cada resto, la edad, el sexo… El trabajo de campo es muy atractivo y es lo que sale por la tele, pero pocos conocen todo lo que hay detrás”.

Un patrimonio excepcionalmente rico

¿Por qué en Calahorra? Esa es la pregunta que muchos participantes se hacen antes de conocer los entresijos del proyecto. “Hay que tener en cuenta que en La Rioja el patrimonio es muy rico, y UNIR escogió Calahorra básicamente por una predisposición del territorio. Empezar en Calahorra era empezar por un lugar donde ya se ha investigado mucho, donde el yacimiento está muy bien preparado para excavación. Y esto permite aumentar conocimientos, teniendo en cuenta además que Calahorra tiene mucha historia”.

David confiesa que llevan tres años en la capital riojabajeña, pero la idea era ampliar horizontes y ganar espacios para recuperar yacimientos y, por lo tanto, patrimonio. De ahí el interés de Arnedo para participar en la iniciativa de UNIR. “No hay que ponerse límites, pero hay que ir paso a paso”.

La excavaciones no cesan en La Rioja, así que cabe preguntarse: ¿todavía quedan cosas por descubrir? “En esto no hay un tope. Todas las civilizaciones anteriores han dejado rastros. Claro que los del Paleolítico son muy difíciles de encontrar, los del Neolítico un poco menos porque son cabañas y enterramientos que pueden estar en cualquier parte del territorio, pero lo bueno de la investigación es que nos da unos patrones de asentamiento más claros”.

Por ejemplo, en La Rioja, los restos celtibéricos, los romanos y los medievales son los más reconocidos y más descubiertos por su buena situación y porque ya se ha trabajado mucho, pero a partir de ahí se amplían las expectativas y no es raro encontrar más restos romanos en el valle del Ebro y todas las márgenes de ríos como el Cidacos, el Alhama… Lugares que estuvieron habitados en la antigüedad y por lo que en cualquier momento pueden aparecer restos”.

Durante esta edición, los participantes junto con los arqueólogos profesionales han encontrado nuevos enterramientos e inhumaciones de la Edad Media, “y hemos conseguido gracias a la prueba del Carbono 14 avanzar mucho con restos descubiertos el año pasado”. Además, en Calahorra se ha encontrado una estructura que ha ido apareciendo poco a poco “y parece una pared celtibérica en una zona donde esta cultura no era muy habitual. Habrá que seguir excavando para ver si estas paredes conforman la habitación de una casa o son de un edificio público”.

Por su parte, en Arnedo había mucha expectación y ganas. “Esperábamos encontrar en el cerro de San Miguel alguna tumba después de los restos encontrados en 2015 por David Eguizábal y han aparecido siete, seis de ellas con cuerpos humanos con un patrón también de la Edad Media. Nos estaríamos moviendo entre los siglos IX y XI, pero habrá que estudiarlos más para datarlos bien”.

Excavar bajo el sol, sí, en pleno julio, ¿y qué? “En este campus el resultado material por supuesto que es importante, pero lo que importa es el elemento humano. El grupo está muy a gusto, tienen diferentes edades, vienen de diferentes sitios y en torno a la mesa desayunando o comiendo hablamos de historia, de películas, de libros, de romanos… Hacemos nuestras propias sesiones de terapia y dejamos de ser ‘los incomprendidos'”.

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