El Rioja

Un reinjerto a blanco esperanzador para Ramón

Ramón ha cambiado su viña de tempranillo tinto por una de garnacha blanca ante el comportamiento del mercado

Primeros brotes de un viñedo de tempranillo tinto reinjertado a garnacha blanca en el término de Santa Engracia del Jubera.

Con la mirada puesta en el mejor comportamiento de ventas de los vinos blancos –Rioja ya es la segunda denominación de España para este tipo de vinos–, a pie de campo toca ponerse manos a la obra para adaptarse a estas nuevas tendencias. Lo que no sobra es vino blanco, así que el reinjerto de variedades tintas a blancas es una práctica que ya se está dando en la región en busca de mayores facilidades para colocar la uva en las bodegas y, a su vez, obtener mejores precios.

Esto fue justamente lo que animó a Ramón Sáenz a reinjertar su viña de tempranillo tinto plantada en 2013 a garnacha blanca. Una parcela de unas ocho fanegas y media (1,7 hectáreas) en el término de Santa Engracia del Jubera que ya luce con los nuevos brotes. Este agricultor de Ventas Blancas gestiona junto a su hermano Vicente una explotación de unas 38 hectáreas de viñedo repartidas en este término y en los de Lagunilla del Jubera y Agoncillo. De ellas, tan solo dos están plantadas de variedades blancas (tempranillo y viura), a las que ahora se suma la garnacha blanca.

La parcela reinjertada a garnacha blanca en el término de Santa Engracia del Jubera.

El portainjerto que eligieron en su día para plantar el tempranillo es un clon de Paulsen debido a los problemas de cal que tenía la parcela. Este es un híbrido que se caracteriza por su resistencia a la caliza y a la sequía, aunque destaca especialmente por considerarse el más resistente a la salinidad. Este tipo de portainjerto, además, es muy vigoroso y es justo esta cualidad la que no convencía a Sáenz.

“Al final te encontrabas con que había mucho vigor en la parra pero los racimos no ligaban bien, se corrían. Es decir, que se iba todo a la madera y traía pocas uvas. Al principio la formamos en doble cordón y no nos traía producción. Luego la transformamos a vara y pulgar y conseguimos que trajera algún racimo, pero no lográbamos tener una buena maduración en la viña”, recuerda. Así que la siguiente opción era el reinjerto.

La decisión la tomaron en septiembre del año pasado y las tareas de reinjerto las realizaron a principios del pasado mes de junio. “Vimos cómo iban las cosas en cuanto a ventas y nos decidimos. Tal y como están los precios de la uva ahora pensamos que era el mejor momento porque en estas condiciones duele menos perder una cosecha”, reconoce. Y es que esta parcela no volverá a estar en producción hasta el año que viene.

“Nos dijeron que con el portainjerto Paulsen lo que mejor funciona era la garnacha blanca porque es una variedad que tiende a correrse y al ser este un portainjerto vigoroso, a ver si conseguimos controlar la producción esta vez. Además, queríamos probar con una uva diferente a la viura y el tempranillo blanco”.

La parcela reinjertada a garnacha blanca en el término de Santa Engracia del Jubera.

El trabajo hasta lograr sacar adelante esa primera cosecha, insiste, en laborioso. Lleva un mes recorriendo la viña para retirar todos los brotes que van saliendo de la cepa como si de una espergura continua se tratara. “La mano de obra que implica es importante y de hecho tenemos a cuatro personas ayudándonos. Y después de esta limpieza de la cepa toca formarla, que también es un costo importante”, apunta.

Todavía no ha decidido cómo la formará, pero lo que tiene claro es que no va a hacerla a doble cordón. “Haremos pruebas para ver cómo trae la producción, aunque igual nos decantamos por el estilo que siguen en Ribera, donde sacan vara nueva a los dos lados. Esta forma no la tenemos en ninguna viña, así que ya veremos porque tampoco conocemos esta variedad, partiendo de que aquí en Rioja apenas hay superficie plantada”.

Aunque esta práctica está subvencionada con las ayudas a la reestructuración y reconversión de viñedo financiadas con fondos FEAGA, Sáenz incide en que no es rentable: “Te compensan económicamente por la pérdida de renta equivalente a esa campaña y también cubren algo del coste del injerto, que en este caso ronda los 2,10 euros cada uno, pero aún así no es suficiente para que sea rentable. El coste de reinjertar una viña es muy elevado y ahora mismo, con el contexto de crisis e incertidumbre que hay, es mejor quedarse quieto y no hacer grandes inversiones, sino mantener lo que se pueda para que las pérdidas sean lo más bajas posible. Nosotros lo hemos hecho porque esta viña al final no nos producía y había que hacer algo con ella, pero tampoco nos imaginábamos que el sector iba a ir tan cuesta abajo. Eso sí, de momento no vamos a reinjertar más parcelas. Solo si sube el precio de la blanca valoraremos qué hacer, pero tal y como se están pagando las uvas estos años no es momento de meterse en más gastos”, sentencia.

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