Regresaba Fabio Jiménez al ruedo de Las Ventas, donde una semana antes había sorprendido y cautivado con sus formas de torear al natural, para disputar la final del certamen ‘Cénate Las Ventas’, programado para las tardes noches de julio y aderezado por los pasillos de la plaza con infinidad de puestos de comida, de bebida y actuaciones musicales en vivo.
Se eligieron para la ocasión, a modo de postre, novillos de Talavante y El Freixo, hierro este propiedad de ‘El Juli’, intuyendo las buenas condiciones y las muchas posibilidades que vienen a ofrecer los animales que crían ambos toreros cerquita de Olivenza. Y como ocurre con los melones, tan indigestos a la noche, iban mostrando, a diferente escala, el mismo defecto: la falta de profundidad en su embestida.
Porfió tanto y casi siempre en vano Fabio Jiménez, que, sin haber montado la espada, ya había sonado un aviso. Cierto que Jiménez siempre intentó hacer el toreo fundamental. Pero aquel novillo de El Freixo pasaba sin decir nada y sin ese último tranquito para perseguir la muleta más allá de la cadera del torero. Cuidada la colocación, acertadas las distancias y correctos los tiempos entre tanda y tanda, pero nada, que allí no había tu tía. Un derechazo, solo uno, llevó el sello del toreo bueno y, además, como fue acompañado de un cambio de mano, hasta pareció más largo incluso. Lo malo llegó (otra vez) con la espada.
Más fino de hechuras, aunque abriendo la cara, fue el novillo de Talavante corrido en quinto lugar. Demostró alegría en el caballo, donde empujó con los dos pitones en dos breves castigos. Demasiado pronto se echó la muleta a la mano izquierda Jiménez, por donde el novillo salía con la cara alta y punteando el engaño. Intentó el de Alfaro abrir caminos con la mano derecha, pero era tal la maleza que resultó imposible desbrozar aquellas embestidas cortas, reservonas y que se revolvían poco más allá del embroque. Jiménez acertó ahora con el estoque y saludó una ovación que vino a reconocer su esfuerzo y su sinceridad.
Una vuelta al ruedo paseó Valentín Hoyos tras pasaportar al exigente primer novillo de la tarde. Alternó el salmantino momentos de gusto y mano baja con otros de cierto desgobierno. Acompañó siempre Hoyos con la voz las embestidas de su oponente, perdiendo pasos unas veces, y dibujando naturales largos, templados y más asentados otras. Las generosas distancias que Hoyos ofreció al utrero de Talavante también cotizaron al alza.
Más atemperadas fueron las embestidas del cuarto, ahora de la divisa de El Freixo. Hubo más mando por lo tanto en el trasteo de Hoyos, dadivoso también ahora en cuanto a las distancias. Un desarme en el peor momento impidió que la obra de Hoyos alcanzara una cima labrada a base de dejar puesta la muleta, esperar la embestida del novillo y aguantar miradas y parones. Se atascó con los aceros.
Apenas desplegar el capote, Mario Navas rezuma torería por doquier. Si bien dos desarmes impidieron que los saludos a la verónica del vallisoletano cogieran vuelo, Navas dejó para el recuero un quite a caballo entre verónicas y delantales colocando en suerte a su segundo novillo y una media cadenciosa, despaciosa y acaderada, robada en al segundo oponente de Fabio Jiménez.
Desaborido resultó el novillo de Talavante al que se enfrentó Navas, tan protestón siempre y como queriendo salirse en el embroque. Como Jiménez, buscó Navas profundidades en un toro de embestidas demasiado planas. Un natural y un epílogo por ayudados, unas veces rodilla en tierra y otras erguido, sirvieron para adivinar una proyección extraordinaria en el futuro más cercano de Navas.
La obra al sexto, coreada con infinidad de vivas a España, a Venezuela libe y hasta algún ‘halamadrid’, volvió a desbordarse de torería y empaque por momentos. La búsqueda de una excesiva reunión atropellaba de vez en cuando a Navas, que dejó para el recuero otro soberbio inicio rodilla en tierra y dos series de enorme poso, temple y pulso por ambos pitones. El virtual trofeo se esfumó por el fallo del puntillero y los postreros y errados intentos con el descabello.
Anunció entonces la megafonía que Mario Navas se proclamaba ganador del certamen y la bronca y la lluvia de almohadillas fue todo uno.
La ficha
-Plaza de toros de Las Ventas. Final del certamen ‘Cénate Las Ventas’. 9700 asistentes en tarde noche muy calurosa.
– Novillos de Talavante, 1º, 3º y 5º, y El Freixo. Correctos de presentación. Exigente el primero; deslucidos los corridos en 2º, 3º y 5º lugar. Con posibilidades el sexto y de buena condición el 4º, aplaudido en el arrastre.
– Valentín Hoyos, vuelta al ruedo y saludos tras aviso.
– Fabio Jiménez, silencio tras dos avisos y silencio.
– Mario Navas, silencio tras aviso y saludos tras aviso.
Se desmonteró Juan José Domínguez tras parear al cuarto. Mario Navas, entre protestas, fue elegido vencedor del certamen.