Si no me equivoco, fue Luis Aragonés quien dijo lo de cortita y al pie, pretendiendo con ello simplificar algo mucho, resumiéndolo al máximo. Algo así sucede con la ‘miniferia’ taurina de San Mateo, tan escueta, tan sencilla, tan simplona. Aunque, en realidad, viene a representar a la perfección los entresijos del entramado taurino. Me explico: a fuerza de ser sincero, bien es cierto que no hay grandes ausencias en los brevísimos carteles presentados hoy. ¿Ponce? ¿Castella? ¿Manzanares? Uf, qué va, tampoco. A lo sumo y si me apuran mucho, De Justo y Ureña. O igual ni eso.
Y esta es la realidad. Nos cuelan una birria, pero, como están todos los que son y son todos los que están, no hay lugar para la queja ni para la protesta. Porque, si hablas mal de la ‘miniferia’ en cuestión, te dicen que ‘de qué vas’. Y, a decir verdad, aquí se va de eso, de que los carteles generen ilusión. Y la ilusión en los toros llega por la vía del toro encastado y por la senda de la competencia entre toreros.
Porque ¿de qué sirve anunciar en un mismo cartel a Ortega, Roca Rey y Aguado cuando la competencia entre Juan, Andrés y Pablo brillará por su ausencia la tarde del próximo 24 de septiembre?
De un tiempo a esta parte, me da por asemejar la programación taurina de La Ribera con la teatral del Bretón. Y cada vez, unos carteles y otros tienen más en común. O, mejor dicho, el toreo cada vez tiene más de teatro. Los mismos actores de siempre y el mismo guion para todas las tardes. Si sale el toro a modo, está permitido triunfar. Nada de competencia. Y si no hay suerte, pasamos sin hacer mucho ruido y con la música a otra parte.
Insisto, cuando a los que nos quejamos de estos carteles nos digan que ‘de qué vamos’, contestaremos que ‘de devolver a Logroño aquel esplendor taurino que debió tener’. Porque cuatro tardes de toros en Logroño son, directamente, una miseria proporcionalmente equivalente a la aberración que supone que un cuarto de feria sea pasto de rejones. 6 toros para los ‘caballitos’ es una exageración injusta e insensata.
Sin dejar los números, creo que Logroño se merece un par de tardes más. ¡Qué menos! Burgos y Palencia dan cinco festejos. Huesca, esos mismos cinco más una novillada sin caballos. Arnedo celebrará seis festejos esta temporada y Calahorra dos corridas de toros y una novillada. Por poner ejemplos no muy lejanos a Logroño.
Como digo, cortita y al pie. Un ciclo carente de imaginación y creatividad que bien pudiera haber sido concebido hace tres o cuatro temporadas y que, a buen seguro, se repetirá más o menos parecido en años venideros. Es el sino actual del toreo.
Bueno, quien no repetirá más será Pablo Hermoso de Mendoza, que se despedirá de Logroño después de haber lidiado 59 toros (toro arriba, toro abajo) en La Ribera. El cartel de la despedida del estellés es toda una alegoría a sus últimos años en activo: ‘competirá’ con su hijo Guillermo.
Me sobra Talavante, pero es que el Talavante actual sobra en Logroño y en todas las plazas del mundo, pues en todas se consigue anunciar. Celebro, eso sí, la entrada de Daniel Luque y Borja Jiménez en un mismo cartel, aunque lamento que sea con los toros de Zalduendo, principalmente, porque han conseguido hacerse un hueco en el toreo lidiando toros encastados.
Chapó por lo de Morante, que es el mejor torero que hemos visto en nuestras vidas, y me alegra que se acartele con Urdiales, el último gran triunfador de unos ‘sanmateos’, por no decir que es quien mejor ha toreado nunca en La Ribera. Me llama la atención la inclusión de Miguel Ángel Perera, un torero, a todas luces, amortizado por Logroño. Aquí el ‘de qué vas’ sería que ‘Perera ha triunfado en plazas muy importantes esta temporada’. ‘¡Leche! la que triunfa con muchísima fuerza es la ganadería de Santiago Domecq y no hay ni rastro de ella en los carteles.
Porque esa es otra. Lo de los toros. ‘Zalduendos’, ‘juampedros’ y ‘fuenteymbros’ y aún hay que dar gracias de que no nos traigan ’vellosinos’, ‘danielesruiz’ o cosas del Puerto de la Calderilla, que no embisten ni por equivocación, y se anuncian en las plazas que gestiona la empresa Toreo Arte y Cultura BMF.
Y falta una oportunidad en forma de novillada para el alfareño Fabio Jiménez, que tan buen ambiente dejó la semana pasada en Madrid. Pero es lo que tienen las ferias pergeñadas sin ilusión y como para cubrir el expediente. Y se echa de menos a Sergio Domínguez, con más argumentos para estar en esta feria que en la del año pasado.
Y no puedo terminar sin decir que se ha simplificado todo tanto que, hasta el cartel, carente de los hierros y las divisas de las ganaderías que anuncia, es horrible de por sí. Lo dicho, una ‘miniferia’ cortita y al pie.