Aunque a ‘Caravaso’ lo hubieran dejado un año más en el campo, es casi seguro que, siendo ya un toro, nadie del escalafón de matadores lo hubiera toreado tan bien al natural como lo hizo este jueves Fabio Jiménez en Las Ventas. La obra del alfareño con la mano izquierda alcanzó elevadísimas cotas de profundidad, de hondura, de temple, de reunión y de despaciosidad. Cierto es que el tal ‘Caravaso’ obedecía a los cites y embestía con suavidad y nobleza. Y allá que Jiménez, tan cruzado siempre al pitón contrario, le echaba los vuelos de su muleta al hocico para enganchar unas embestidas que se vaciaban detrás de la cadera del riojano después de haber dibujado trazos muy curvos y de mano muy baja. Tal era la despaciosidad con la que toreaba Jiménez que los ‘bieeeeennn’ que jaleaban aquella forma de torear se entonaban trisílabos. No cupo la más mínima concesión ni el más mínimo alarde de Jiménez para con aquello que no fuera toreo. Porque en la obra del riojano sólo hubo toreo. La estocada, si hubiera viajado una cuarta más arriba, hubiera seguido siendo un bajonazo. Luego, en un ejercicio de honestidad, Fabio volvió a intentar dar muerte por derecho a su enemigo y ahí llegaron varios pinchazos. Qué pena.
Más brusco y sin mucho recorrido resultó el quinto. Volvió Jiménez a pisar terrenos comprometidos para ofrecer nuevamente las telas con verdad, poso y aplomo. Impregnó su hacer Jiménez de verticalidad y naturalidad, sello de las formas tan toreras que atesora el alfareño. Otra vez el pecho ofrecido y otra vez, tirando ahora de las parcas embestidas del novillo, volvió a surgir el toreo. Sin aquella ligazón, sí, pero con tanta reunión y cadencia como antes. Jiménez anduvo ahora algo más fino con el estoque.
Las buenas formas con el capote de Fabio vinieron a afianzar más aún la gran tarde del del Alfaro en Madrid. Bueno fue con la capa el saludo a su primero y también la manera de llevar a este al caballo. Compitiendo con Navas en un quite a la verónica, lo mejor llegó con una media enroscada en la cadera a modo de remate.
Mario Navas vino a bordar el toreo a la verónica. Si bueno fue aquel quite en el toro de Jiménez, lo mejor del vallisoletano llegó en el recibo al sexto. Rodilla en tierra primero y ganando terreno, ya erguido, después, Navas alcanzó con el capote momentos ciertamente majestuosos. Aquellas formas de ofrecer los vuelos, de mecer las embestidas, de someterlas y de darles salida. Remató en los medios con tres medias, a cuál mejor.
Fue a parar a manos de Navas el lote más deslucido de la tarde. Si inválido resultó su primero, muy a menos se fue en menos y nada el que cerraba la tarde. A pesar de ello, Navas dejó constancia de su torería, su encomiable concepto y su buen estar delante de la cara de sus novillos. Siempre la figura encajada; siempre las zapatillas asentadas. Saludó una ovación luego de haber cobrado una gran estocada con su novillo pegado a tablas. Providencial fue su quite a Pablo García, tan feamente volteado al salir de dejar las banderillas en el segundo.
Manolo Vázquez, nieto del inolvidable maestro que se anunciaba de igual forma en los carteles y sobrino nieto de Pepe Luis, hizo su presentación en Madrid. Su terno, de encaje perfecto, aunque ayuno de apresto y con el brillo mermado por el paso de los años, delataban las raíces tan toreras del novillero. Evocó formas de su abuelo en pasajes sueltos al natural, citando de frente y rebosando naturalidad. Bien es cierto que, ante su primero, faltó mando en los primeros compases de la faena y mayor disposición al final de ésta. Se desentendió un tanto de la lidia del cuarto y, aunque salpicó su trasteo de cierta torería, Manolo Vázquez no terminó de acoplarse a las embestidas de su enemigo. Quizás, en otro cartel y en otra tarde, la impresión del sevillano hubiera sido más grata, pero ayer, en comparación con Jiménez y Navas, pareció un tanto desangelado y como sin mucho poder.
La nota peor de esta interesante y extraña novillada, pues no hubo ni una chicuelina, ni un pase cambiado, ni una manoletina ni nada de toreo de rodillas, vino por la fea cogida que sufrió ‘Azuquita’ al salir de parear al astifino y cornalón primer novillo de la tarde. Todo lo mucho que podía haber sucedido, sólo quedó en un puntazo corrido.
La ficha
Plaza de toros de Las Ventas. 9500 espectadores en tarde noche de mucho calor. Novillos de El Cotillo y Hermanos Collado Ruiz (2º y 5º). Muy bien presentados, con cuajo y hechuras de toros y mucha cara en general. Bajó la presentación del segundo sin dejar de ser un novillo para Madrid. Nobles y colaboradores en conjunto; sin fuerza el tercero, brusco el quinto y muy a menos el sexto. El segundo fue aplaudido en el arrastre.
- Manolo Vázquez: silencio tras aviso y silencio.
- Fabio Jiménez: saludos tras aviso y silencio.
- Mario Navas: silencio y saludos.
- Se desmonteró Juan José Domínguez tras parear al cuarto.