“¡Como nunca!”. Con la resaca aún pululando después del inicio de Holika en Calahorra donde miles de jóvenes están disfrutando de la música de artistas consagrados de la música urbana, hay dos preguntas sobrevolando por la ciudad: ¿cuánta gente está acudiendo al festival? y ¿cuánta trabaja para que todo discurra con una normalidad asombrosa?
En lo que se refiere al público asistente, la organización sólo ofrece la cifra total de los asistentes en los cuatro días de conciertos. Ochenta mil personas pasarán por las instalaciones de Holika de jueves a sábado. Es evidente que es mucha más que la de años anteriores y eso se nota en el recinto (el concierto de Mike Towers registró llenazo con el escenario principal lleno hasta la bandera) y también en la ciudad.
Si el año pasado Guardia Civil cifró en 55.512 las personas que asistieron a las más de cien horas de música preparadas, este año las previsiones hablaban de la llegada de 80.000 asistentes, lo que supone multiplicar por tres la población de la ciudad. Una cifra que hasta el domingo no podrá confirmarse oficialmente pero que se intuye por las calles de la ciudad que están a rebosar de ‘holikers’ desde primera hora de la mañana.
Mil puestos de trabajo
Para ello una legión compuesta por unas mil personas trabajan cada día en la organización de Holika de manera directa. La cifra supone un 43 por ciento más de personal que hace dos años cuando la empresa contó para su primer festival en la ciudad con 700 trabajadores directos.
Camareros, personal de seguridad privada, un amplio equipo dedicado a controlar los accesos que han sido más ágiles que en ninguna de las ediciones anteriores, montadores, técnicos de sonido y luz, un amplio equipo de fotógrafos y personal de marketing, encargados de las distintas acampadas, personal propio de limpieza… Se calcula que son en torno a 300 camareros, 300 personas de personal de seguridad, 200 de staff y otras 200 para todo lo referido a las infraestructuras.
A todo ello hay que sumar el personal implicado en el festival a través de los equipos de cada uno de los artistas, que puede rondar las 400 personas, o el personal de empresas calagurritanas que están en continuo contacto con la organización para proveerles del material que hace falta. Especialmente, se han centrado en el montaje de las instalaciones días antes pero que también supone la llegada del gasoil de los generadores necesarios para poner en marcha la maquinaria del festival o la comida de trabajadores de la que se encarga desde el año pasado El Rincón Andaluz de Calahorra.
Además muchos de estos trabajadores son jóvenes de la zona. “Es una buena forma de ganar algo de dinero para el verano”, comenta uno de los chavales que cada noche sirven las copas en el festival.
La inversión del festival (sumada a la inversión realizada en Gran Reserva) ronda los 8 millones de euros que se duplican a la hora de cuantificar el impacto económico de la ciudad que se estima en 15 millones de euros.
Aunque la oferta hotelera no es amplia en la ciudad, los hoteles están llenos desde hace días no sólo en Calahorra sino también en las localidades cercanas. Sólo para el personal del festival se han reservado un total de 478 habitaciones en la zona.
Dispositivo policial
A todo esto hay que añadir el dispositivo policial desplegado por Guardia Civil estos días. Si en el festival Gran Reserva, celebrado el fin de semana pasado, la seguridad del recinto y sus accesos corría a cargo de 417 agentes de diferentes unidades, para Holika y la llegada de más del triple de público, se ha activado un grupo que supera que ronda los 600 agentes de diferentes especialidades, incluyendo unidades de seguridad ciudadana, USECIC y Tráfico, Policía Judicial, Servicio de Información, agentes especializados en antiterrorismo y explosivos, Grupo de Reserva y Seguridad -GRS-, Servicio Cinológico con perros detectores de drogas, SEPRONA, Unidad de Drones y Antidrones.
Una seguridad que se completa con la presencia de Policía Local y Protección Civil a cargo del Consistorio municipal que están presentes a lo largo de toda la jornada.
Un despliegue sin precedentes en la ciudad que permite que la seguridad esté garantizada a lo largo de cuatro días en los que sólo la música tiene que ser la protagonista del evento.
