Especial Enoturismo

Casalarreina, el municipio del Renacimiento

Al noroeste de La Rioja, en la llanura que antecede al imponente perfil de la Sierra de Cantabria, se erige a orillas del Oja un joyero forjado a base de historia, alta gastronomía, naturaleza y viñedos. Su ubicación estratégica -a diez kilómetros de las fronteras con País Vasco y Castilla y León y a 50 kilómetros de Logroño- podría propiciar que la localidad adoptase el digno apellido de ‘de paso’, pero lo cierto es que cada vez son más los turistas que eligen Casalarreina como cuartel general para disfrutar de las bondades del entorno.

Buena culpa de ello la tiene lo que en el municipio han dado por bautizar como el “trinomio casalarreitero”, que conforman patrimonio, paisaje y restauración. Estos tres elementos, que se potencian entre sí, constituyen un reclamo que multiplica una población de en torno al millar de habitantes habituales hasta las ocho mil personas que acuden a Casalarreina a pasar el verano. Una metamorfosis que no es fruto de la casualidad.

“En las últimas décadas hemos apostado por un turismo de calidad y sostenible y eso ha facilitado que ahora los visitantes vengan durante todo el año”, explica el alcalde, Félix Caperos. Turistas que, además, pueden elegir el tipo de alojamiento que mejor se adapte a sus necesidades, gracias a sus dos hoteles, una casa rural, una hospedería que brinda la comodidad actual en una atmósfera del Renacimiento y, muy especialmente, su área de autocaravanas, que ha complementado en los últimos años el perfil de su turismo.

Ya acomodado en su destino, el visitante está obligado a guardar el reloj y deambular por las inmediaciones del Monasterio de la Piedad, uno de los mayores exponentes del Renacimiento en el norte de España. El templo representa la guinda de un casco antiguo declarado Bien de Interés Turístico Nacional desde 1977, gracias a palacios como el de los Condestables de Castilla o el del Marqués de Pobes-Vargas, casas señoriales como las de los Salazar o los Montilla o el singular puente sobre el río Oja.

Si las huellas de la Historia abren el apetito, pocos lugares del mundo concentran propuestas tan aplaudidas como Casalarreina. Para sus vecinos, alimentarse no es una necesidad vital, sino un placer al que entregarse. Así se explica una oferta rica -literalmente- de hasta catorce bares en cuyas barras disfrutar de un vermú y un pincho con sello propio. O la excelencia de dos de los estandartes de la cocina riojana, La Vieja Bodega y Lumbre, restaurantes distinguidos con sendos ‘soles’ de la Guía Repsol. Bocados exquisitos, preparados con mimo y maridados por el mejor vino de Rioja, que nace de los viñedos que rodean a la localidad.

Cultivos que, por cierto, suponen otro de los grandes reclamos del tercer elemento de ese trinomio que convierte a la localidad en destino imprescindible. Por Casalarreina discurren tres de los bautizados como Senderos del Vino, que no son sino trazados a través de parajes bañados por viñedos, que conectan a pie o en bicicleta varias localidades de una región vitivinícola única en el mundo. Y aunque cualquier momento es bueno para visitar el municipio, la primavera y el otoño regalan paisajes inigualables a través de la Vía Verde del Oja, que sigue el trazado del antiguo tren a Bobadilla.

Aunque “lo más importante” y lo que convierte a Casalarreina en un destino que invita al regreso una vez se visita es el carácter afable y abierto de sus vecinos. “Tenemos esa facilidad para empatizar con el viajero y hacerle sentir que no es un forastero, sino que ya es de casa”, subraya Félix Caperos. Un alcalde que recomienda a quienes aún no han transitado esta joya del Renacimiento que la conozcan en agosto. Porque “aunque cualquier época del año tiene su encanto, con un otoño y una primavera muy benignos, en verano la localidad responde con todos sus servicios y además ofrece algo único como Classica, nuestro Festival de Música Antigua, en el Monasterio de la Piedad”.

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