Especial Enoturismo

Baigorri: arquitectura al servicio del proceso de elaboración del vino

El enoturismo es una corriente que ha llegado para quedarse. Hasta aquí todos de acuerdo. Pero se trata de una corriente que no solo se asienta en el sector del vino, sino que se extiende a muchos elaboradores. Y es que a la gente le gusta saber lo que consume, le gusta saber quién está detrás, cómo se hace y si comparte los mismos valores. “Es fundamental que tengas tus puertas abiertas al público”, y Bodegas Baigorri lo tuvo claro desde el principio.

La idea de Baigorri nació en 2002, en Samaniego, con el objetivo de hacer una bodega diferente donde poder elaborar por gravedad. Después de muchos viajes e investigaciones, y de la mano del arquitecto Iñaki Aspiazu, se proyectó un edificio con vistas a un inmenso mar de viñedos que se ha convertido en un referente internacional por haber sabido orientar la arquitectura al servicio del proceso de elaboración del vino. Y es que cuenta con unas rampas que permiten ver la totalidad de la bodega gracias a que su superficie es totalmente diáfana y sin paredes.

Bodegas Baigorri

“Por su morfología, desde el principio despertó mucho interés sobre todo en ingenieros, técnicos y arquitectos, a los que se sumó rápidamente el resto del público. Hace años casi nadie iba a visitar bodegas, entre otras cosas porque no estaban preparadas para ello, pero Baigorri fue pionera en este sentido, naciendo ya con la idea de recibir a gente”, explica Sara Courel, Directora de Comunicación, Relaciones Públicas y Enoturismo.

Se planeó como una sede social, un espacio donde, cómodamente, un distribuidor pudiera visitar la bodega, hacer una cata y después comer. “Con el auge del enoturismo, nosotros ya lo teníamos todo hecho, solo tuvimos que redimensionar porque ya estaba pensada para compartir y que el público pudiera venir a disfrutar del vino y a conocer nuestro proceso de elaboración desde el inicio”.

En Baigorri el visitante puede estar al lado de las mesas de sección, viendo de primera mano cómo se llenan los depósitos y aprender sobre su manera de elaborar el vino por gravedad. ” A la gente le encanta verte en faena, ver cómo ‘cocinas'”, asegura Courel. Y todo, acompañado de un mirador de cristal con unas vistas privilegiadas tanto a la Sierra de Cantabria como a todo el viñedo que le rodea.

Los visitantes pueden acudir a Baigorri en cualquier momento del año para experimentar de una manera didáctica la elaboración de vino en una bodega vanguardista en la que como complemento a la visita guiada se ofrecen diferentes opciones para descubrir la singularidad de la zona a través de la cata de sus vinos.

“Siempre intentamos que todo el que venga se lleve la sensación de haber vivido una experiencia completa. Obviamente en vendimia lo es aún más, ya que el enólogo guía a los visitantes por paseo por los viñedos y una cata de uva que en ese momento se esté cortando. La idea es que vean directamente cómo trabajamos el viñedo”. Y como broche final en cada visita, sea cuando sea, comer en su restaurante situado en su sexta planta subterránea. “Es increíble”.

Sara explica que lo que más interesa a Baigorri es que el público conozca “quiénes somos y cómo elaboramos el vino”. Reconoce que están en una zona donde hay cantidad de bodegas “y los visitantes ya han ido a varias, así que nuestro valor diferencial es que aquí pueden ver ‘in situ’ cómo se hace el vino por gravedad, además de conocer nuestra versión e interpretación de lo que creemos que son los vinos de la zona. Lo más importante es que sepan quién está detrás de Baigorri”.

Una bodega que sabe aprovechar al máximo su potencial. Un ejemplo claro es su noche mágica de las Lágrimas de San Lorenzo, una cita que celebran cada verano desde su mirador de cristal. “Se convierte en el mejor espacio para disfrutar de la lluvia de estrellas de una manera diferente en una noche en la que la música y la gastronomía se acompañan de los vinos de nuestra bodega”.

Sin olvidarnos de ese Wine Bar con espectaculares vistas o de la terraza entre viñedos donde poder degustar un buen brunch con todas las comodidades. “De un tiempo a esta parte la gente te pide hacer visitas más cortas, sin tanta explicación y con más tiempo para las catas y el ratito en el Wine Bar. Nosotros estamos aquí para escucharles y mejorar”.

Porque Baigorri lo supo desde el principio: el visitante es fundamental en su historia “y a nosotros nos encanta mostrar quiénes somos y lo que hacemos”. Y lo muestran con orgullo. “Al fin y al cabo es muy agradable que vengan a tu casa, que seas el anfitrión en un encuentro en el que prueban el fruto de tu trabajo y lo disfrutan contigo. Es un auténtico privilegio que alguien quiera conocerte y saber tu esencia y, sobre todo, es un lujo poder contárselo de primera mano”.

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