De toda la vida del señor se ha dicho aquello de que el perro es el mejor amigo del hombre. Aún así, tal vez por la vaguedad de la sentencia -al no especificar qué perro y qué hombre-, parece que el vínculo se rompe cuando el perro en cuestión es ajeno a un vecino que no necesariamente comparte la simpatía hacia los peludos.
Es el caso de una vecina del entorno de la Plaza de la Primavera de Logroño, que traslada al Sereno su disgusto por el cariz que está tomando la convivencia entre humanos y perretes. “Por favor, hagan algo bueno para salvar este parque de la inmundicia de los perros y sus dueños, unos animales que no sirven más que para destruir todo y alterar el ecosistema de nuestra ciudad”, expresa.
En su queja alude al Ayuntamiento, indicando que “ustedes gastan nuestros impuestos en ponerles las comodidades como si fueran humanos”. Y remata su denuncia con un deseo: “Espero que prohiban la entrada de perros en esta plaza”.
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