La Rioja

Las huellas riojanas en las páginas más doradas de la Historia

'Nao Victoria cruzando el Estrecho de Magallanes', del pintor chileno Guillermo Muñoz Vera.

Aseguran los geólogos que España ocupa, por su dimensión territorial, un lugar discreto en el orden mundial. Concretamente, por delante tiene medio centenar de países (en el globo hay 194 reconocidos) con más de 505.370 kilómetros cuadrados de superficie, que son en los que cifra Wikipedia nuestra piel de toro. Y, dentro de nuestro discreto país, La Rioja -como la joyita de la corona- es la más discreta de las comunidades en extensión.

Tirando de poética metafórica, la pregunta pertinente en este caso vendría a versar sobre si una hormiguita puede dejar una huella profunda en la Historia -con mayúsculas- universal. Si La Rioja ha jugado su propio papel en la escritura de las grandes hazañas que convirtieron a nuestro planeta en lo que es hoy en día. La respuesta es afirmativa y pocos lo saben mejor que José Luis Gómez Urdánez, catedrático de Historia Moderna en la Universidad de La Rioja y, por tanto, uno de los mayores conocedores de nuestro pasado.

“Los riojanos somos, en general, envidiados en todas partes. Hay gente en León que se tira de los pelos por no ser como los riojanos, una comunidad uniprovincial”, esgrime Gómez Urdáñez, que repasa junto a NueveCuatroUno algunos de esos hitos que -en tiempos de conquistas y epopeyas- forjaron la concepción del mundo que hoy apreciamos. Un recorrido que, pese a tratarse de una comunidad de secano, zarpa de puerto a bordo de una nave mítica.

José Luis Gómez Urdánez.

Calahorra ’empujó’ a Magallanes y Elcano

Aun con los sistemas de última generación, circunnavegar el planeta es uno de esos retos que precisan de algo más que arrojo y sentido de la orientación. De ahí que la hazaña que completaron Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano siga despertando, cinco siglos después, la admiración de los marineros más experimentados.

Aquella primera expedición a las Molucas se prolongó durante 1.125 días de ilusiones y tormentos a partes iguales. Pero lo que se desconocía hasta hace apenas un año es que Calahorra formó parte de la mayor aventura marítima de la Historia, aunque de forma “humilde”. Lo descubrió el riojano Pedro Luis Lorenzo Cadarso (profesor titular de Historia en la Universidad de Extremadura), quien averiguó -y así lo plasmó en un artículo para el número 27 la revista ‘Kalakorikos’– que “en Calahorra se tejieron buena parte de las lonas que se emplearon para fabricar las velas de las cinco naves de Magallanes en 1519 -probablemente- y las siete de García de Loaysa en 1523”.

Según ahonda Lorenzo Cadarso, las “olonas” que empleaban la Victoria y el resto de naves que partieron de Sevilla el 10 de agosto de 1519 eran “telas duras, hechas de cáñamo tejido, que se empleaban para las velas” y crecían en abundancia en el valle del Ebro.

Gómez Urdáñez explica que las “olonas” calagurritanas llegaron a Sevilla por vía marítima, “saliendo por el puerto de Pasajes y llegaron junto con otros pertrechos necesarios para la expedición, como las armas de fuego confeccionadas con el hierro vasco”. Aquellas velas “dieron inicio a una próspera industria del cáñamo en Calahorra, Arnedo o Cervera, que todavía se puede reconocer en las alpargatas de Arnedo, Munilla o Enciso, donde estaban las fábricas que hicieron de esos municipios un emporio de riqueza en el siglo XIX. Pero el comienzo de todo está en los siglos XV y XVI”.

Un riojano que fundó la capital mundial del vino

Cuando Juan Sebastián Elcano culminó en 1522 la aventura emprendida por Magallanes, un bebé apenas gateaba en una torre fuerte familiar al norte en Villalba de Rioja, al norte de Haro. Su nombre, Pedro Ruiz del Castillo, engrosaría años después por méritos propios la dorada nómina de los conquistadores del Nuevo Mundo, al jugar un papel destacado a las órdenes de Pizarro en la conquista de Perú.

En 1561, el capitán riojano fundó una ciudad al oeste de Argentina, la hizo llamar ‘Ciudad de Mendoza del Nuevo Valle de Rioja’, e, incluso, proyectó su distribución tal y como se aprecia en el siguiente esquema fundacional.

Cosas del destino, la tierra natal de Pedro del Castillo y la ciudad que fundó a mediados del siglo XVI comparten una esencia común en torno al vino: Mendoza está considerada como la capital mundial del vino y allí se elabora el 70 por ciento de los caldos que produce todo el país.

La coincidencia tal vez se deba a azares del destino. O tal vez no. No son pocas las teorías que apuntan a que el propio fundador llevó a Mendoza sus primeras cepas de viñedo, si bien por el momento no es más que una simple tesis con aires románticos. “Obviamente, llevaban cepas en las carabelas, porque sabían perfectamente lo que faltaba en sus tierras de destino y lo que se podía cultivar allí, pero no es algo fácilmente documentable”.

Y hablando de conquistadores, el profesor Urdáñez reivindica la figura de José Antonio Manso de Velasco y Sánchez de Samaniego,  Conde de Superunda, a quien “no se le ha valorado mucho y solo tiene una callecita en Logroño, aunque nadie sabe quién es”. El catedrático destaca que Manso de Velasco, natural de Torrecilla en Cameros, fue “el gran fundador de ciudades de Chile (Los Ángeles, San Felipe, Cauquenes, San Fernando, Talca, Melipilla, Curicó, Rancagua y Copiapó) y casi es más conocido en el País Vasco que en su propio pueblo”.

De hecho, recuerda que “la plata que hay en el altar de la Virgen de Tómalos la regaló él, que había sido Virrey del Perú y Gobernador del Reino de Chile en el siglo XVIII”.

Un elemento riojano en todas las bombillas del planeta

En este recorrido riojano por la historia no podían faltar los dos hermanos más conocidos en el mundo de la química: los hermanos D’Elhuyar, descubridores en 1783 del wolframio. “En aquel momento, la humanidad apenas conocía veinte elementos de la tabla periódica, los que se dan en la naturaleza y poco más, pero añadir un elemento metálico, con la importancia que iba a tener en el futuro, representaba una revolución”.

“Hay que significar que a la vez que los D’Elhuyar descubren el wolframio se está descubriendo la electricidad y eso supone que están en todas las casas donde sigue habiendo bombillas; por eso son reconocidos en todas las academias de química del planeta”.

La ¿leyenda negra? del Marqués de la Ensenada

Al revisar su Historia, La Rioja tampoco libra de contar con su propia leyenda negra, y en los últimos días la divulgadora Nieves Concostrina se ha encargado de ahondar en la figura del Marqués de la Ensenada, quien trató de erradicar al pueblo gitano de la Península Ibérica.

“Si se pone en su contexto, si se sabe que Ensenada no pensaba distinto que el resto de grandes figuras de la Ilustración, la mancha negra del Marqués no sería tal cosa”, explica José Luis Gómez Urdáñez, quien recuerda que en el siglo XVIII “pensaban que había que seguir adelante con la política de Fernando el Católico: a los gitanos buenos, integración; y contra el gitano malo, todo”. “No se puede acudir a la historia con una mirada actual, porque de ahí es de donde venimos”, apunta.

La Rioja es, por tanto, un territorio discreto en cuanto a extensión del terreno pero no así en cuanto a legado histórico, con su cota de protagonismo en algunos de los momentos determinantes en el curso de la humanidad y que conviene no arrojar al olvido.

Subir