Agricultura

De la ribera a la sierra en busca de una fruta más golosa

La altura dota a determinados frutales de mayor cantidad de azúcares y mayor penetromía

Frutales en la finca de Santa Lucía de Ocón

La altura dota a determinados frutales de mayor cantidad de azúcares y mayor penetromía, lo que mide su dureza y el momento óptimo de cosecha. Todo ello se logra gracias a un desarrollo de la planta más lento, sosegado, con el tiempo necesario para un crecimiento celular adecuado. Esto ocurre especialmente en manzanas, melocotones, cerezas y albaricoques, mientras que las peras, sin embargo, no se comportan tan bien con el factor altitud.

Adolfo Nájera lo ha comprobado después de 12 años cultivando cerezos y albericoques a 800 metros de altura. Lo hace en el término de Santa Lucía de Ocón, hasta donde ha llegado junto a tres socios más de la SAT Valle de Rincón. En poco más de 500 metros de altitud que separan Rincón de Soto de la sierra estos agricultores especializados en el cultivo de frutales han abierto miras para abordar las ventajas de cultivar en altura a la vez que amplían miras de negocio.

“Gracias a esta explotación podemos abastecer durante más tiempo a nuestros clientes porque la fruta del valle acaba prácticamente un mes antes la temporada, mientras que después apenas quedamos unos pocos con la fruta tardía”. Una fruta que de igual forma se comercializa a través de la SAT a tiendas especializadas y gran distribución, que supone un complemento ideal para alargar el servicio “y dar calidad durante un mes más”. Algo que incrementa el precio final de cara al consumidor al encontrarse fuera de temporada y escasear la oferta.

En un total de 15 hectáreas este equipo ha encontrado un “microclima perfecto, único e idílico donde el tiempo avanza pausado contrastando así con la velocidad y premura a la que se trabaja en la ribera”. Eso, destaca, “es un auténtico privilegio, otra forma de producir”. Nájera incide en que esta zona ofrece un ecosistema especial que deriva en un fruto diferente, “con otra textura, otro sabor que lo convierten en un fruto de máxima calidad”.

La diferencia temporal entre una y otra zona de producción no es tan marcada en el momento de floración, cuando apenas se llevan una semana de margen, sino más en la época de crecimiento del fruto: “En esta finca de Santa Lucía podemos estar recogiendo cerezas hasta principios de agosto, mientras que en Rincón acabamos a principios de julio, e incluso llegamos a principios de septiembre con los albaricoques. Es ahí, cuando se ve la gran diferencia entre un fruto y otro porque en altura la fruta sale más carnosa, con un buen equilibrio entre jugo y carne y con una estructura más potente y consistente que le otorga más azúcares gracias a que está más tiempo en el árbol, mientras que en el valle la fruta es más jugosa y fresca. Esa mayor resistencia se hace más relevante especialmente en la cerezas a la hora del transporte y la exposición en tienda”.

A las faldas del monte Cabimonteros, estos cerezos y albericoques que tienen arrendados por 20 años se riegan del agua de lluvia que se canaliza a través de los sistemas de riego de lo que cae en la sierra. Afortunadamente, al tierra sobre la que se sostienen es rica en arcillas, por lo que la humedad se mantiene durante más tiempo en el sueloy así se aprovecha al máximo el agua. “Si no sería imposible producir aquí porque los frutales requieren de riego sí o sí y eso que este año estamos estirando mucho el agua”.

El consumo medio en esta zona calcula que ronda los 6 litros por día y árbol, mientras que en Rincón de Soto casi llega a duplicarse porque hay mayor evaporación y más estrés hídrico. “Es otro tipo de cultivo totalmente diferente y no deja de ser una apuesta interesante el plantar en altura ante el cambio climático y par conseguir unas cualidades organolépticas diferentes, pero siempre y cuando el riego esté asegurado. Por ello lo que toca es hacer inversiones en embalses para retener ese agua que cae del cielo. Y junto a ello, también apostar por una comercialización bajo una marca y certificaciones que aporten un distintivo de calidad ante el consumidor y que sirva a su vez para retribuir al producto como se merece”, sentencia este agricultor.

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