El Rioja

Ruiz Jiménez emociona a pie de viña

La historia de Viñedos Ruiz Jiménez ha madurado con el paso de los años. Casi al mismo tiempo que iba cogiendo poso, y con la llegada de una nueva generación, se ha ido rejuveneciendo. Allí, en el lugar donde el viento susurra secretos a las viñas, todo puede suceder. Una boda, un concierto, una cata sensorial, una fiesta ibicenca… la propuesta enoturística de la familia sigue siendo una punta de lanza para un municipio que empieza a dar los primeros pasos para dar a conocer lo suyo. Lo especial. La esencia de una zona a la que nunca le ha gustado aparentar y en la que el enoturismo, durante años, había sido una asignatura pendiente.

Mientras las raíces de los viñedos se aferran a la tierra como en un abrazo de vida, Pablo va dándole forma a las experiencias y emociones que quiere que el turista alcance a su llegada. Las visitas a los campos son fundamentales. En cada hilera de vides, la sabiduría de los antepasados se entrelaza con la innovación del presente. Las manos de la familia Ruiz Jiménez, curtidas por el trabajo duro y bañadas en el sol de La Rioja, han cuidado con esmero cada viña, cada racimo, sabiendo que en ellos se encuentra el secreto para crear vinos inolvidables.

Riojapress/Fernando Díaz

“Mi padre ya hacía visitas cuando empezó con la nueva bodega. Por aquí pasaban ya unas cinco mil personas al año hace 25 años: puertas abiertas, colegios, excursiones…”. Un trabajo arduo que se sumaba al del día a día en el campo. Fue en 2020 cuando Pablo entró a la bodega para transformar ese espacio del enoturimo. Sin dejar de lado las visitas al territorio, donde la magia de la viticultura se despliega en cada rincón; se decidió dar un paso adelante en la celebración de eventos especiales. La llegada del hijo que había viajado por el mundo supuso toda una revolución en la búsqueda por ofrecer a las visitas algo más.

“Nos dimos cuenta de cuál era el público que nos interesaba que no era otro que el de gente curiosa que quisiera conocer cómo hacíamos las cosas”. Una filosofía de vida arraigada a la tierra y en la armonía con la naturaleza a través de la biodinámica creando una sinfonía que deleita los sentidos y transporta al amante del vino a un mundo de placeres sensoriales. El objetivo no es otro que abrir las puertas de su casa y seguir hacer llegar al visitante su pasión por el mundo del vino, especialmente a los más jóvenes pero sin perder de vista a cualquier tipo de público.

Riojapress/Fernando Díaz

Y es que todo empezó en 2020 con los Atardeceres. “Justo en el momento más complicado de la pandemia nos dimos cuenta que teníamos que ofrecer un espacio seguro en el que el vino, la diversión que se había cortado de raíz hasta entonces y la música se diesen la mano”. El éxito abrumador de la primera experiencia les hizo ver cuál era el camino y lo siguieron como rencle que no dejar de transitar.

Y por ahí sigue el presente de Viñedos Ruiz Jiménez que ahora cuenta con una estrategia enoturística anual que pretende colaborar en el propósito de Aldeanueva de Ebro de convertirse en el centro neurálgico del enoturismo en la zona de Rioja Oriental. “Creo que hasta ahora nos ha faltado en general creérnoslo, saber que tenemos potencial y que hay que explotarlo, que en ningún otro sitio hay un mar de viñas como el nuestro, que se están dando pasos importantes en la gestión del enoturismo y también en la calidad de nuestros vinos”.

Riojapress/Fernando Díaz

De ahí directos al futuro más cercano. “Estamos sembrando para seguir potenciando la llegada de turistas y una de las claves está en este fin de semana con Entreviñas, un marco muy interesante en el que poder disfrutar del enoturismo de la zona en su máxima expresión”.

Dar a conocer un lugar donde la pasión por el vino, la biodinámica vitivinícola y la belleza natural se fusionan en una sinfonía de placeres y donde la magia de los viñedos, pero también el disfrute de los vinos, cautivan a cada paso, a cada sorbo.

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