La Rioja

Sara Barquín, una vida detrás de los focos

Mano derecha del director de fotografía, el foquista o primer ayudante de cámara es, en este caso, quien se encarga de mantener a foco los personajes u objetos que aparecen en un plano. Además, también se ocupa del material, su cuidado, montaje y mantenimiento.

Cuando la najerina Sara Barquín comenzó a trabajar en el mundo del cine no eran muchas las mujeres con las que se cruzaba por el set de rodaje, solo las que se dedicaban a maquillaje y vestuario. Ella, con el ‘yo puedo’ en su cabeza, se abría paso firme con su instrumento de trabajo siempre apoyada por todo su equipo. “Nunca me he sentido inferior ni me han hecho sentir inferior en mi trabajo por ser mujer. Es más, a mis compañeros les debo toda la experiencia y conocimiento que llevo en la mochila”.

Acostumbrada a ser la única mujer en su equipo, solo le quedaba asumir que los pocos ejemplos femeninos de ayudantes de cámara o foquista que había en el universo cinematográfico propiciaban esa situación. En realidad, a ninguna chica se le pasaba por la cabeza desempeñar esa labor porque “siempre había sido cosa de hombres. Y lo mismo pasaba con el maquinismo, una de mis grandes pasiones que al principio ni me planteé porque no conocía a ninguna mujer que lo hiciera”.

Afortunadamente, el panorama comenzó a cambiar “de forma muy potente” hace no más de cinco años. “La transformación ha sido exponencial, tanto en el equipo de cámara como en equipo de eléctricos o maquinistas. Hace nada era inimaginable ver a una mujer en esos puestos, y todavía hay pocas. La cosa cambia cuando hablamos de cámaras. Actualmente podemos hablar de un cuarenta por ciento de mujeres en los equipos”.

Así empezó todo

Sara fue un poco a contracorriente a la hora de proyectar su futuro. No siempre se tiene claro a lo que te quieres dedicar, y eso le pasaba a ella. Sabía que le gustaba el arte y decidió ‘tirar’ por ahí estudiando el Bachillerato en la Escuela de Arte de Logroño sin saber muy bien en qué especializarse. “Una vez allí me recomendaron que fuera por la vía del cine y eso hice. Terminé y me fui a Madrid con 19 añitos a estudiar a una escuela. Poco a poco fui viendo qué parte de mí podía encajar en esta profesión y me empezó a motivar cada vez más. Me metí en el departamento de cámara y me enganché”.

Al terminar los estudios llegaba lo ilusionante pero difícil: trabajar. Su primera incursión laboral significativa fue en la serie ‘Cuéntame’. Antes estuvo en una televisión nueve meses, yendo días sueltos a rodar capítulos de ‘Policías’ o ‘Compañeros’, “pero donde empecé a tener una oportunidad profesional y a conseguir los contactos necesarios para comenzar a tejer mi tela de araña y llegar donde estoy ahora fue en ‘Cuéntame cómo pasó’. Se convirtió en una pequeña familia de donde he salido”. Pero Sara quería más. Quería salir, hacer películas, rodar otras series, seguir formándose y no se lo pensó. Nadie podía pararle.

Y así siguió

En su currículum, series como ‘Señoras del h(AMPA)’, ‘Tiempos de guerra’, ‘Carmina’, ‘Mar de plástico’, ‘Cuerpo de élite’, El Príncipe’, ‘La Verdad’, ‘Los misterios de Laura’, ‘Herederos’, ‘Las chicas del cable’… y pelis como ‘Torrente 5’, ‘La familia perfecta’ o ‘Venus’.

El último proyecto de Sara la ha llevado hasta Grecia. “Hemos estado rondando ‘Un cuento perfecto’, la adaptación del libro de Elísabet Benavent que protagonizan Anna Castillo y Álvaro Mel para Netflix. Una historia muy curiosa y bonita que seguro que tiene buena aceptación”. Pero uno de los trabajos del que guarda mejor recuerdo es la serie ‘Todo lo otro’, de Abril Zamora, la primera española original de HBO España. “Rodamos hace tres años y le tengo mucho cariño por la forma en la que trabajamos todos. Fue la definición perfecta de lo que es una labor en equipo”.

Cada palabra que pronuncia denota que Sara adora su trabajo. No pierde la pasión en ningún proyecto y de todos aprende algo. La falta de rutina y el no estar siempre en el mismo sitio ni a la misma hora le chifla, pero “lo que más me gusta de mi profesión es el poder compartirla con gente de todas las generaciones y culturas. A nivel humano es tremendamente enriquecedor trabajar con jóvenes de 19 años y personas de 80 o compañeros de otros países, de diferentes clases sociales. Todo lo que puedas encontrar en la sociedad está dentro de un equipo de rodaje cinematográfico”.

Por supuesto, también los actores y actrices. Y aquí llega el ‘chismorreo’, no de Sara, sino de la gente que la rodea. Las típicas preguntas de ‘Y tú, ¿conoces a…?, ¿es tan guapa o guapo como sale en la tele? “Por mi trabajo tengo una relación directa con los actores, pero cada uno está concentrado en su labor y se trabaja con todo el respeto del mundo. Sí que es cierto que luego, como en todos los sitios, te llevas mejor con unos que con otros, pero como en el resto del equipo, que en realidad es lo que son”.

Sara Barquín es un claro ejemplo del ‘si se quiere, se puede’. Lo impensable se convirtió en realidad, “y cada día me siento más orgullosa de poder vivir de mi pasión”, aunque eso le suponga no pisar Nájera tanto como le gustaría. “Allí tengo a toda mi familia y amigos, e intento escaparme cada vez que puedo”. Porque así como Sara mantiene a foco a actores y actrices, no pierde el suyo con su tierra.

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