La Rioja

Un comercio de pueblo anclado a la supervivencia

Ana trabaja en la tienda de alimentación y estanco de Cornago, que abastece a unos 200 vecinos

Ana Noreña, a las puertas del comercio de alimentación de Cornago donde trabaja

En la calle Cristo de Cornago el trasiego de vecinos es continuo pasadas las 9:30 horas de la mañana. Ana Noreña despacha a la clientela que cruza la puerta de CoAliment, la tienda de alimentación y panadería en la que trabaja desde hace escasos meses desde que su propietaria, Pilar, está de baja. Anteriormente trabajaba en Fitero, pero al quedarse embarazada regresó a su pueblo natal para asentarse. Y con ella, una familia joven más que se unía al censo municipal.

Junto a su pareja, que ejerce de bombero forestal en la zona, ha conseguido que vuelva a haber un nacimiento en este pueblo riojano de la Sierra de Alcarama después de casi diez años sin sumar nuevos integrantes. “Pablo, con dieciséis meses ya, es el primer niño que nace en el pueblo en todo este tiempo y que, además, se queda en el pueblo, que es lo importante”, recalca Ana, “y no es habitual”. Pablo es, así mismo, uno de los tres pequeños que va a disfrutar del servicio de guardería habilitado en el colegio del municipio y que se ha estrenado este mismo mes de febrero para evitar el cierre de la escuela, actualmente con solo dos alumnos cursando quinto de Primaria. “Es una muy buena noticia porque dan más facilidades a las familias”, insiste la madre.

De vuelta al comercio, las cortinas se abren para dar paso a otra vecina. Consuelo es una fiel clienta de este comercio y cada día se acerca bolsa en mano a comprar el pan. “Y si no es a por una barra es a por dos”, ríe. “Es una gran ventaja contar con este tipo de tiendas porque si no tendrías que desplazarte a Arnedo u otras localidades de la zona y ¿qué pasa entonces con quienes no tenemos un coche? Pues al menos así existe una salida para nosotros. Además aquí tienes todo lo necesario para salir del paso”.

En un pueblo que “ha sido de muchos comercios, entre carnicerías, peluquerías y tiendas de ropa”, el vecindario no duda en la importancia que existe de que no se pierda este tipo de servicios. Actualmente, junto a este local abierto desde hace más de 30 años y que hace también las veces de estanco (el único en el municipio), Cornago dispone de otra tienda abierta al público también de alimentación. “Si existen comercios es porque la gente compra, pero está claro que aquí la mayoría son ya personas mayores y no viene gente nueva a vivir, lo cual va a marcar mucho el futuro. Estamos pocos, apenas unas 200 personas viviendo a diario en el pueblo, y se vende poco al final del día, pero no se puede pedir más”, asegura Ana, que calcula que atiende a unos 60 o 70 clientes diarios, con el pan, los huevos, y el tabaco como principales compras.

Carmen, otra vecina de las de siempre de Cornago, cruza las cortinas del establecimiento y charla con la dependienta de esa casa que se está reformando en el pueblo y de la esperada inauguración de la guardería. La actualidad entre la soledad del invierno, pero con unos termómetros marcando más de 15 grados al sol. Y entre medias, un repartidor que aparca la furgoneta en frente del establecimiento y entra a dejar un paquete. Porque hasta que no llegan los fines de semana, los meses de verano y las fechas festivas con esos picos de demanda en la tienda, no se rompe esta tranquilidad de un pueblo aislado entre las montañas y con un patrimonio histórico que busca ser más explotado turísticamente. “Creo que mucha gente no sabe todo lo que tiene Cornago más allá de su reconocido castillo medieval y si no se valora el vivir en un municipio así es difícil que vengan nuevos vecinos”, considera otra de las vecinas después de abandonar la tienda con la barra de pan bajo el brazo.

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