El Rioja

Emilio Barco: “En el Rioja de los ‘influencers’ hay demasiada tontería”

Emilio Barco posa con un ejemplar de su libro en una viña a las afueras de Alcanadre.

Emilio Barco vuelve a dejar por escrito su percepción sobre la historia de una región con nombre de vino, “como suelen decir”. Lo hace con su última publicación, ‘Certezas y fantasías en la historia del Rioja. Del Rioja de los hidalgos al Rioja de los influencers’, con la que pretende homenajear también a su madre, quien, ya con 96 años, le contaba sus “fantasías” mientras miraba por la ventana. “Porque la gente preferimos vivir con nuestras fantasías y no solo hacerlo de las certezas”.

Condensar la historia de una región en menos de 400 hojas es ardua tarea. Será por eso que a este doctor en Economía y, sobre todo, hortelano, le ha costado 66 años sacar a relucir esta obra maestra sobre lo que fue y es Rioja. Lo que será ya se queda en el tintero para los que vengan a continuación, porque este maestro de la huerta y de la palabra no alcanza a aventurar tan a largo plazo: “Yo me siento mucho más cómodo en el Rioja del siglo XIX”.

– ¿Qué le mueve a publicar ahora el trabajo de recopilación de toda una vida?

– Como dices, este es el resultado de toda una vida dedicada profesionalmente al sector vitivinícola, donde entré a trabajar hace ya unos 44 años. Tiempo suficiente para acumular archivos, libros, voces y contactos… Pero creo que es ahora cuando es un buen momento oara reivindicar el papel de otras ramas de la investigación. Rioja es puntera en investigación enológica y vitícola con un Instituto de las Ciencias de la Vid y el Vino referente a nivel internacional, pero en pleno siglo XXI, Rioja debería liderar también la investigación histórica, económica, etnográfica o paisajística. Así que busco provocar para que se abran nuevas líneas de investigación en torno a esta región.

– ¿Cómo quiere que impacte este libro en la sociedad?

– Lo que busco es que sea un libro que invite al debate y la reflexión. No pretendo que sea ningún tipo de dogma, no soy tan pretencioso. Lanzo innumerables preguntas a lo largo del libro porque en la historia es muy complicado confirmar las certezas, por eso animo a seguir investigando porque creo que sabemos muy poco sobre el mundo del vino más allá de la actualidad, y a la historia la actualidad le importa bien poco. Hay que entender que las fantasías estan muy bien para las novelas, pero no para capítulos de historia. Aquí solo caben documentos y fuentes que avalen lo que dices.

– ¿Por qué decide partir del siglo XVI para empezar a indagar en la historia de esta región?

– Fue entonces cuando algunos historiadores como Santiago Ibáñez o José Luis Gómez Urdañez sitúan el nacimiento de la identificación de la región con el vino y el viñedo. Es ahí cuando comienza el proceso de expansión, aunque haya documentación de épocas anteriores.

– ¿Hay más fantasías que certezas en Rioja?

– En el libro apunto poco más de media docena de certezas, mientras que de fantasías llego a escribir unas 17. Quienes nos hemos preocupado por estudiar desde el punto de vista social, económico e histórico el sector hemos trabajado poco porque han anidado ahí una serie de fantasías o lo que yo considero fantasías, al menos. Por ejemplo, una de ellas es conjugar el sector del Rioja en masculino, lo que muestra que no tenemos ni idea de la importancia de las mujeres que fueron cosecheras, propietarias de viñedos, trabajadoras del campo. ¿Acaso alguien conoce a Ramona de Albiz o Vicenta Quintano? Pues en este libro cuento sus vidas y planteo la oportunidad de investigar acerca del papel que tuvieron en el sector del vino de Rioja.

– Desmonta historias y conocimientos que a estas alturas la sociedad ya tenía interiorizados y aceptados. ¿Cree que habrá alguna parte del sector molesta?

– Yo estoy abierto al debate, por eso planteo preguntas. A lo que no estoy abierto es a la fe y no estoy dispuesto a debatir con dogmáticos. Y por esas más de 400 notas a pie de página este no es un libro divulgativo, porque todo lo que aquí aparece tiene justificada su procedencia. Por ejemplo, una de las fantasías que puede molestar es en la que se alude a la Cofradía del Vino, que mantenía la fantasía de que en el siglo XVI había criadores de vino que exportaban a Flandes y grababan sus iniciales en los pellejos para garantizar su procedencia. Lo que había realmente eran exportadores de lana y el sello con su identidad lo estampaban en las sacas de lana. Yo si conozco una verdad no voy a seguir viviendo en el error.

– Una de esas pocas certezas que se relatan en la obra dice así: “Pocas veces el Rioja conoció la libertad”.

– Divido el libro en cinco etapas históricas, la de los hidalgos, los liberales, las sociedades o época de los prescriptores y la de los ‘influencers’. De todas ellas, en el único momento donde hubo algún cierto grado de libertad y el mercado tuvo más protagonismo que la regulación fue en el Rioja de los liberales, allá por el siglo XIX. En el resto de las épocas, el sector siempre ha estado controlado por los monasterios, primero, y luego por los cabildos eclesiásticos, los ayuntamientos, las juntas de cosecheros, el Consejo Regulador, la OIV, la OMC… Como les digo a mis alumnos, este es uno de los pocos sectores agrarios en los que hay menos libertad que en la jaula de un canario.

– ¿Falta libertad a día de hoy?

– Pues un ejemplo de falta de libertad es la prorrogación de la prohibición de nuevas plantaciones hasta 2045, independientemente de a quien beneficie o perjudique. Creo que ahora, en el Rioja de los ‘influencers’, la cantidad de normativa que hay desde todos los puntos de vista es agotadora y agobiante y creo que se podría simplificar. Pero el que apueste por un Rioja en libertad no quiere decir que no crea en la regulación porque sí soy partidario de algunas normas.

– ¿Cómo define este Rioja actual, el de los ‘influencers’?

– Tengo la intuición, no sé si fallida o no, de que en el Rioja de los ‘influencers’, ahora, y teniendo en cuenta lo poco que conozco, hay demasiada tontería. Y por eso empleo en el título del libro un anglicismo, que no soy muy partidario de ellos, pero con el que puedo subrayar esa tontería que opino que existe y que viene derivada de la falta de conocimiento. Que igual para otros lo que pienso yo es una tontería y tal vez el futuro vaya por esa línea de influencias, redes sociales, comentarios… Pero yo me siento mucho más cómodo en el Rioja del siglo XIX que ahora.

– ¿Qué reflexión hace de los acontecimientos que inundan en los últimos años al sector?

– Yo veo una situación crítica y creo que incluso el año pasado nadie confiaba en que los dos próximos años fueran a ser gloriosos, si no más bien incómodos. Y el estancamiento de las ventas en 2022 aún lo ha dejado más claro. Es en estas situaciones difíciles cuando llega la reflexión y el análisis y la clave está en que los males y las  bondades se repartan a partes iguales entre los diferentes eslabones de la cadena.

– Sobre la mesa está el debate de las hectáreas de viña que sobran en Rioja y los arranques en Burdeos. ¿Cree que se verán aquí hectáreas tripas arriba?

– Yo ese tipo de medidas ahora mismo no las contemplo. Hay una relación 1:4 que fija que por cada litro de vino que vendes de más o de menos, tienes que producir o dejar de producir cuatro litros, algo que en Rioja es muy importante por los procesos de crianza que existen. Si se parte de la estrategia pastelera, como la llamo, de reducir producción y vender más caro, hay que informar de las consecuencias tanto al viticultor que tendrá que arrancar viña como al consumidor que tendrá que pagar más por la botella. Yo soy más partidario de una estrategia diferente con la que se consiga vender más vino con todas las hectáreas en producción y a costes que permitan vivir a la gente. Pero para eso hay que tomar decisiones en campo y en bodega, como reducir los rendimientos. Es eso o que venga una helada desde Foncea hasta Alfaro. Que eso es justo lo que regula la ratio en Ribera del Duero, porque allí hiela cada dos años y la producción se ajusta sola.

Subir