La Rioja

La artesanía riojana como lazo entre generaciones

Entre la Cantabria Infinita y el Paraíso Natural astur, el coqueto stand de La Rioja da la bienvenida al visitante entre el caos que siempre supone FITUR. Lo hace con el reposo del que sabe que lo que está creando necesita de tiempo. Sin prisas, sin agobios, dejándose escuchar a través del susurro entre el bullicio. La artesanía riojana es la puerta de entrada a un mundo en el que vino, gastronomía y naturaleza se dan la mano de una forma que casi resulta natural, intrínseca a la misma vida.

Un pabellón en el que la artesanía se respira por los cuatro costados. Desde lejos ya se vislumbra lo que los ‘no riojanos’ quizás ni conozcan: una gran almazuela con los colores más riojanos abraza a los visitantes que quieren conocer La Rioja. Amarillos, verdes, blancos, rojos en tonalidades vino… Y tiempo, serenidad y sosiego para explicar un mundo muy riojano en el que los retales de una tierra diferente se dan a conocer. Un terruño en el que todo cabe y todo conjunta a la perfección como aquellas mantas que las abuelas siempre han tejido en nuestra tierra con los pedazos de las telas más preciadas.

La artesanía como vínculo entre dos mundos. El de los mayores, conocedores del tesoro riojano y el de los más jóvenes que aprenden de esas raíces para rediseñarlas, hacerlas más modernas y darlas a conocer en un recorrido de vida único que le permite al joven aprender del mayor los tesoros que siempre han estado guardados tras los portones de las casas, de las bajeras, de las bodegas riojanas.

Recogiendo los acentos de todos los que pasan por allí, la artesana Naiara Zárate de Chan Ta Chán explica su concepto de vida, su razón de ser. De San Vicente de la Sonrierra al resto del mundo a través de la feria turística con mayúsculas. Dejando claro que la artesanía está en una nueva primavera mientras a decenas de kilómetros La Rioja se tiñe de blanco.

Su pequeño telar es parada obligatoria antes de adentrarse en el stand. La artesanía como un nuevo concepto que une lo antiguo con lo nuevo, al aprendiz con el maestro. “Ahora la artesanía está volviéndose a valorar, se trata de coger esas raíces que tenemos en nuestra tierra y rediseñarlas, rejuvenecerlas, darles un toque nuevo”, explica Naiara segura de que el camino emprendido no tiene vuelta atrás.

Y así, entremezclando hilos encuentra el lugar en el que sentirse cómoda. Sin más pretensión que la que de hacer lo que a uno realmente le gusta. Pasión, emoción e ilusión a partes iguales en una versión mejorada de lo que siempre ha salido de las manos de los artesanos riojanos.

Alfareros, alpargateros, bordadores, ebanistas, elaboradores de mantas en un universo único que ofrece La Rioja y en el que se puede ver de primera mano el trabajo paciente de cuantos utilizan sus manos para dar vida a objetos únicos. Artesanos también que entran por la boca hasta llegar a lo más profundo del alma con sus chocolates, aceites, mieles, conservas…

Artesanos que se mueven al ritmo de sus creaciones como la alfarera Tamara Mendaza que este jueves será el fiel reflejo en FITUR de un mundo que La Rioja no está dispuesto a perder y que quiere hacer brillar con las nuevas generaciones que comparten amor por lo de siempre, por lo más arraigado a la tierra, por lo que siempre estuvo y aún perdura en esta tierra.

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