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Buscando el arraigo a través de la juventud

El G30 Juventud es un proyecto impulsado por el Gobierno de La Rioja en el que, a lo largo de los últimos meses, una treintena de jóvenes de la región han realizado diferentes procesos de trabajo y debate sobre los problemas del medio rural y las posibles soluciones para su revitalización. Hace unas semanas, el G30 llegó a la formalización del documento de conclusiones y propuestas, a partir del cual se comienzan a desarrollar diferentes proyectos en el medio rural.

El primero de ellos se llama ‘Cult(r)ural’, y ha supuesto un encuentro donde han tomado la palabra las personas que hasta ahora no habían sido escuchadas. El objetivo prioritario es que habitantes de los pueblos transmitan conocimientos e informaciones que quizá hasta ahora no habían sido divulgadas.

La calagurritana Sandra Pérez es una de las participantes de este proyecto. En febrero vio a través de las redes sociales un anuncio que animaba a jóvenes a sumarse a él. «Me gustó la idea porque iba en la línea de mis motivaciones. Mi perfil se ajustaba a lo que pedían y grabé un pequeño video donde me presentaba».

Ella es tutora en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la UNIR. Estudió Historia y tiene un máster en arqueología. Joven y sobradamente preparada. «Una vez que configuramos el equipo empezamos a trabajar en analizar los problemas que veíamos que tenía el mundo rural en La Rioja».

Su grupo enfocó la actividad en todo lo relacionado con la accesibilidad, conectividad, movilidad, gobernanza y ciudadanía. «Lo enfocamos no tanto en el ámbito tecnológico, en que se trabaja desde el gobierno de La Rioja, como en la perspectiva social». Y así, empezaron a analizar la problemática e intentaron realizar propuestas de cara al futuro. «La idea era detectar un problema para buscar soluciones y realizar un prototipo de proyecto».

Durante el proceso se fijaron en tres problemas de partida: la falta de encuentro entre lo urbano y lo rural, la falta de relevo generacional en determinados oficios de cada localidad y la pérdida de arraigo identitario y descapitalización cultural en los pueblos riojanos. En este tercer punto fue donde pusieron todo su interés. «Existen costumbres, tradiciones e incluso oficios que se están perdiendo porque el propio mundo rural no les da la importancia que tienen, porque creen que es algo del día a día, algo habitual que no tiene trascendencia». Oficios como el trato en el que han visto como, en el ejemplo de Ventosa (que fue el que utilizaron), ha quedado un único tratante frente a los muchos que había hace unas décadas y que lo convirtieron en un municipio de relevancia.

«Muchas de estas tradiciones quedan relegadas a un día festivo pero no al día a día de los municpios», explica Sandra, convencida de que no hay soluciones fáciles pero que hay que seguir trabajando por conseguir que estos municipios entiendan la importancia de sus costumbres, tradiciones y oficios. «Hay que intentar que esas personas que viven en los municipios den valor a sus costumbres y a sus oficios».

De esta manera se planteó la celebración de un foro donde los vecinos de estos pueblos pudiesen contar sus historias, sus relatos, sus oficios, sus costumbres. «Se llevó a cabo una mesa de diálogo para hablar de estas cosas que fue muy enriquecedora para todos». Pero la historia no pretende quedarse ahí. La idea es que a futuro puedan desarrollarse más encuentros locales o incluso intercomarcales sobre diferentes temáticas con el objetivo de dignificar el conocimiento en el mundo rural. «A veces nos parece que el conocimiento solo está en las ciudades y eso es un gran error».

Incluso el proyecto pretende dar pie a la creación de una web en la que se pueda volcar el contenido de estas mesas. «Sería crear un museo vivo que pueda ser consultado en una web a través de podcast o de información de cada uno de los participantes».

Un proyecto que además ha sido enriquecedor para todos los que han participado en él. «Visto después de unos días no sólo ha sido satisfactorio llevar a cabo la práctica». La creación de estos contenidos no ha sido lo único que se han llevado a sus casas estos jóvenes. «Ha sido un auténtico placer conseguir contactar con otras personas jóvenes con dinámicas similares a la tuya pero vistas desde diferentes enfoques», resume Sandra de su experiencia.

Además la relación con la gente de los municipios ha sido muy importante. «Nos recibieron desde un principio con los brazos abiertos, tuvimos muy buena acogida desde que planteamos la actividad tanto con el ayuntamiento como con las personas que participaron en las mesas a pesar del temor que tenían a hablar en público sobre cómo era su día a día», cuenta.

Una incesante búsqueda por el arraigo a un territorio, un trabajo intergeneracional con el objetivo de crear un sentimiento de comunidad y sentirse atado por el cariño de la tierra.

*Contenido especial para el Gobierno de La Rioja

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