CARTA AL DIRECTOR

La energía fotovoltaica, la mejor amiga del viñedo

El pasado verano el futuro nos ha alcanzado. La emergencia climática ha comenzado a sentirse en nuestras vidas y en el planeta. Efectos que se venían anunciando para años futuros se han comenzado a concretar en este verano. Temperaturas récords, sequias prolongadas, incendios agravados por el calentamiento climático, escasez de agua, … Un escenario que no por distópico no dejaba de estar previsto.

Uno de los sectores que necesita con mas urgencia las acciones para combatir esta emergencia climática es el del cultivo de la vid. El calentamiento global provoca que los azucares de la uva maduren mas deprisa que las pieles y los hollejos, teniendo como consecuencia última un mayor contenido de alcohol en el vino. Lo que pude llegar a hacer que determinadas zonas de cultivo pierdan su aptitud para el mismo.

Un efecto más visible del cambio climático es el incremento de los fenómenos externos como el granizo, las heladas o las olas de calor, que dañan la cepa, que reducen la producción.

Obviamente una posible solución es el desplazamiento del cultivo a otras zonas, pero ello conlleva un importante impacto económico y cultural para las zonas anteriormente productoras.

Por si faltaba algo a esta situación climática se le añaden los altos precios del gas, que a su vez motivan altos precios de la electricidad y la amenaza de escasez de este combustible por las consecuencias de la agresión rusa a Ucrania.

Si hay una tecnología que da respuesta a ambas crisis es la tecnología fotovoltaica. Es una tecnología que no solo es la forma de producir electricidad más inocua ambientalmente, sino que además con buen recurso es la forma mas económica de hacerlo. No nos olvidemos además de que es un recurso endógeno con lo cual ganamos en soberanía energética y por tanto en soberanía nacional.

Las plantas fotovoltaicas pueden y deben ser reversibles, es decir que cuando dentro de 25 años se desmonten el suelo debe estar no igual sino mejor que antes de instalar la planta. No es necesario remover el suelo fértil ni instalar cimentaciones de hormigón, los paneles se hincan.

Con las medidas de renaturalización adecuadas, instalando nidales, hoteles de insectos, humedales, majanos, etc. La biodiversidad dentro de la planta es superior al ecosistema de su entorno. El impacto visual de las plantas puede ser minimizado con la instalación de muros vegetales.

Además, las plantas fotovoltaicas pueden ser perfectamente compatibles con los viñedos. Como por ejemplo la planta que recientemente ha inaugurado Gonzalez Byass en sus viñedos de Toledo.

Las plantas solares en suelo no reciben ningún tipo de subvención, ni del gobierno nacional ni de Bruselas. Todo lo contrario, contribuyen a reducir de forma importante la factura eléctrica de todos los consumidores.

Para lo que, si existen ayudas e importantes tanto en su monto total como en porcentaje, es para el autoconsumo, especialmente a través de los fondos de Recuperación del COVID. Mil quinientos millones de euros en subvenciones gestionados por los gobiernos autonómicos. A estas ayudas hay que sumarles, en algunos casos, las bonificaciones fiscales que otorgan algunos ayuntamientos. Es una ocasión única para ser aprovechado tanto por empresas, y en especial las bodegas, como por los ciudadanos.

Pero el sector del vino no solo es una victima de la emergencia climática, es también un emisor de CO2, de forma directa e indirecta, a través de todo su ciclo de vida económica. Producción de vidrio para botellas, embotellado, transporte a los mercados finales, labores mecanizadas son actividades que contribuyen de manera negativa a la emergencia climática.

No olvidemos tampoco que el 55 por ciento de la producción de electricidad de La Rioja proviene de combustibles fósiles, además de todos los que se utilizan en los usos finales.

La energía fotovoltaica supone para La Rioja y sus bodegas una forma clara y necesaria de poder contribuir a la lucha contra la emergencia climática al tiempo que reducen sus costes y mejoran su competitividad.

El sector del vino puede aportar en este sentido a través de la eficiencia energética, la electrificación y el autoconsumo. Pero desafortunadamente, no basta con ello las plantas en suelo son imprescindibles para la descarbonización de nuestra economía.

La mayor amenaza para el paisaje de La Rioja no son las plantas en suelo, que no utilizan terreno dedicado a viñedos, sino la emergencia climática.
Los planteamientos neonegacionistas, no dudan de la realidad del proceso, pero se oponen a la toma de medidas necesarias para intentar contrarrestarlo, son tan perjudiciales como los negacionistas.

Es necesario que todos asumamos la responsabilidad que nos corresponde, integrando la descarbonización en nuestros procesos de tomas de decisiones, por el bien de La Rioja, de nuestro país y sus ciudadanos. Me gustaría poder seguir disfrutando de vinos de La Rioja durante muchos años.

*Puedes enviar tu ‘Carta al director’ a través del correo electrónico o al WhatsApp 602262881.

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