Elena Calvo no sabía ni siquiera que su proyecto había sido presentado a los premios Meninas que entregan las delegaciones de Gobierno de las diferentes Comunidades Autónomas a proyectos para erradicar la violencia de género. Esta alfareña da clases de Biología en el IES Reyno de Navarra de Azagra (es profesora en Navarra desde hace 14 años) y el proyecto de velas infinitas que ha realizado con sus alumnos es el que se ha llevado una segunda Menina que les ha sabido a gloria.
El proyecto comenzó ya el año pasado con un proyecto de utilización de plantas autóctonas para fabricar hidrogeles. «Este año entendíamos que lo de los hidrogenes no tenía mucho sentido y empezamos a hacer cremas, colonias y pintalabios en un proyecto que fue transversal con diferentes asignaturas», recuerda. Fue entonces cuando pensaron en la idea de hacer velas infinitas. Una vela infinita es un tipo de vela que puede reciclarse una y otra vez. Por lo tanto, no hay necesidad de reemplazo, solamente se requiere renovar el aceite cuando este se haya consumido y la mecha.
Esa idea llevó a los alumnos a pensar en realizar una vela infinita por cada mujer asesinada este año con el objetivo de recordarlas para siempre y ha sido este proyecto el ganador del premio en lo que los chavales han ganado más que un galardón. Y es que, «todo lo que han aprendido es mucho con el proyecto», asegura Elena.
«Cuando empezamos hace unos años a realizar este tipo de proyectos yo no estaba muy convencida de que fuesen eficaces pero con el paso del tiempo he visto como los chavales se implican y como aprenden más, muchas veces, de lo que hacemos en el laboratorio que de lo que explico en la pizarra», cuenta. «Al final están poniendo en práctica lo que hemos estudiado antes casi sin darse cuenta», asegura.
Ahora está convencida que trabajar a través de este tipo de proyectos hace que el conocimiento sea más efectivo. «Da gusto ver como los chavales quieren seguir aprendiendo y cómo se quedan alucinados cuando ven las cosas que pueden hacer a través del trabajo en los laboratorios», cuenta asegurando que «son muchos más autoexigentes de lo que nos creemos y por eso están encantado con el premio», cuenta.
Además no sólo aprenden de la materia. «La implicación de los chavales ha sido absoluta, además han aprendido valores como el respeto, la tolerancia, la solidaridad, la justicia y la libertad. La intención del proyecto es la de abordar la educación en igualdad desde una perspectiva transversal e integrada en todas las asignaturas.
«Es importante para ellos trabajar de esta forma especialmente para trabajar la necesidad de trabajar en equipo porque nos hemos dado cuenta que la pandemia les ha afectado a diferentes aptitudes como la sociabilidad, vienen mucho más individualistas al instituto», dice.
Elena estudió Biología en Salamanca siempre con el objetivo de dedicarse a la docencia. «Cuando terminé la carrera empecé a trabajar en un laboratorio pero les advertí que si me salía algo de docencia iba a ir de cabeza», recuerda. Entonces empezó a dar clases en Navarra. «Estoy muy contenta dando clases en Navarra y tampoco ha habido nunca oportunidad de acercarme a La Rioja porque prácticamente no salen plazas de mi asignatura y cuando hay oposiciones siempre coinciden en fechas con las de aquí», explica poniendo en contexto el hecho de dar clases en Navarra y que le han hecho conseguir un reconocimiento al compromiso con sus alumnos y con el mundo que les rodea.
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