CARTA AL DIRECTOR

‘La Rioja tiene que salir a ganar’

¿Vamos entre todos a transformar La Rioja? ¿Cómo afrontaremos el reto demográfico? Hace unas semanas el delegado para el plan de transformación de La Rioja expuso en Ezcaray las líneas maestras del plan, del cual vamos conociendo más detalles tras cierta opacidad y a cuentagotas, y que como posiblemente sabrán, por algún tipo de designio pivota solamente sobre cuatro encorsetadas áreas: Enorregión, valle de la Lengua, Ciudad del Embalaje y Territorio de Servicios Digitales.

Jose Ignacio Castresana indicó que por encima de la media los riojanos valoran sobre todo la forma de vida y las posibilidades de hacer crecer una familia. Con nota negativa puntúan las posibilidades de carrera, los negocios o la comunicación con los centros económicos: La Rioja es el mejor sitio de España para vivir, siempre y cuando tengas la suerte de que haya trabajo en el sector al que te puedes dedicar, cosa que no siempre es tan sencilla.

La estructura económica es poco diversa, y a pesar de que hay mucha industria, casi toda está focalizada en primeras transformaciones de bienes primarios. Por eso vemos que cada vez más jóvenes universitarios terminan con la maleta en Madrid, Bilbao, o en otras ciudades europeas para construir sus carreras.

¿Y cómo pretendemos cambiar esto? Citando a Lampedusa, parecería que el objetivo es cambiar cosas para que nada cambie. Básicamente, las propuestas se agrupan entre las iniciativas para mejorar el turismo a través del vino, la mejora de la propuesta de valor del vino en sí, emplear la digitalización para también mejorar la experiencia de los enoturistas mediante realidad aumentada y procesamiento natural del lenguaje, la oferta cultural, llevar la atención digital a distancia a las poblaciones más aisladas, la movilidad a través de vehículos híbridos o eléctricos, entiendo que con conductor mediante servicios a demanda, y también, como propuesta para apuntalar la zona industrial de La Rioja Baja, las conexiones logísticas y la Ciudad del Embalaje.

En este ámbito de las conexiones, la propuesta también va a intentar ofrecer servicios de automóviles híbridos desde los aeropuertos cercanos. El primer intento ha sido licitar las conexiones con Loiu, oferta pública que por cierto se consideró desierta una semana después de esta citada charla.

A mí me parece bien que se apliquen todas estas iniciativas, pero el problema está en generarnos la expectativa de que van a cambiar nuestra estructura productiva. Son una evolución de lo que ya tenemos, pero no aportan la necesaria diversificación ni oportunidades laborales en sectores diferentes. No es que las propuestas no me parezcan válidas, es que simplemente no se corresponden con un plan de transformación. Son un plan defensivo para salir a empatar el partido.

El resultado va a ser más vino, más turismo, hostelería, sector primario y un sector secundario muy atado a la transformación de bienes primarios en un entorno donde cada vez es más difícil competir en márgenes en ese peldaño de la cadena de valor. Muchas de estas iniciativas tampoco nos van a diferenciar porque son las mismas que se van a hacer en muchas otras comunidades con mayores problemas de despoblación. Las personas se van a vivir donde hay trabajos diversos, pero no parece que ese vaya a ser la resultante: el trabajo que generamos basado en turismo es demasiado estacional como para fijar la población.

Ese tipo de economía puede complementarnos, pero no debería ser el vector que entronca nuestro crecimiento porque no es un tipo de economía que escale de forma orgánica. Apostar por nuestras fortalezas está bien, pero es el camino que la propia competencia empresarial ya presente tomaría en cualquier caso en sus propias estrategias de reinversión. No es un sistema para crear vectores nuevos, no piensa en como traer más empresas grandes que actúen como tractoras para crear poco a poco nuevos centros de trabajo en otros sectores.

Seremos usuarios, pero no se ve inversión en ser los proveedores de las transformaciones tecnológicas del momento: la inteligencia artificial (más allá del lenguaje castellano), la energética, la electrificación del transporte, la investigación de salud de vanguardia, las nuevas formas de producción agroalimentaria, la reindustrialización en electrónica y bienes de equipo, tales cosas no aparecen salvo tangencialmente en alguna de las cuatro predefinidas, rígidas y continuistas líneas maestras de la supuesta transformación de la Rioja, y además la atomización y pequeño tamaño de nuestras empresas hace que tengan difícil optar a los ejes de los respectivos PERTE de mayor dotación.

El fenómeno del Valle de la Lengua en particular es especialmente curioso. Nájera y Santo Domingo estarán conectadas con Burgos en menos de una década, modificándose el transporte que nos entra desde el sur de España y Portugal. ¿Por qué ceñir y limitar las opciones de reindustrialización de ese supuesto parque tecnológico de la lengua a esa temática tan concreta?

La norma es que los parques de todas las comunidades que nos rodean estén abiertos y se diversifiquen, por ejemplo en energía, bienes de equipo, salud, construcción eficiente… tenemos algunas empresas que sí son expertas en procesamiento del lenguaje e inteligencia artificial, pero en conjunto no partimos con tanta ventaja comparativa, y en un análisis un tanto ligero diría que es una labor informática con bajas barreras de entrada y que se presta a una organización con puestos de trabajo descentralizados, con lo cual no es el mejor modelo económico de repoblación que podamos pensar.

El procesamiento natural del lenguaje en castellano lleva estudiándose en muchas universidades españolas desde hace años, no sólo en La Rioja. ¿Nuestra ventaja es tener las primeras notas escritas en castellano en San Millán? Está bien darle valor cultural al hecho y explotarlo al máximo, pero reconozcamos que considerarlo un eje vertebrador de la economía es, como poco, ingenuo. Es como si de pronto la ciudad de Dusseldorf considerara su vector de crecimiento el intentar ser el centro mundial de la paleoantropología por tener a 10 km el valle de Neanderthal.

No sé si el reclamo de compra pública de cultura nos va a servir para atraer estudiantes, pero, aun así, considerar que esta iniciativa, que puede estar bien, es la que va a sacar al valle del Najerilla del retroceso demográfico y va a crear empleos más allá del turismo y la hostelería es dudoso. Desde luego Burgos no ha transformado su economía con Atapuerca, aunque todo sume.

Insisto, ¿por qué nos limitamos las opciones con un enfoque tan vertical? ¿En serio entre todos en la Rioja no se nos ocurren mejores ideas de inversión social y colectiva en las que mejore el ratio de riesgo-beneficio? Si se analiza como coste de oportunidad, da vértigo. El reto demográfico y de transformación de La Rioja es una de las tareas más complejas y de visión de largo plazo que podemos acometer como sociedad. Ya sé que está muy bien opinar desde la grada mientras el entrenador y los jugadores se baten el cobre, por eso me gustaría recalcar mi máximo respeto por Jose Ignacio Castresana, y que se tome esta carta con ánimo constructivo, con el espíritu de aportar más que de criticar.

Sé, por su trayectoria, que conoce bien cuales son los mecanismos para promover que en las organizaciones se den los círculos virtuosos de la innovación: no tanto dirigir los procesos de forma rígida sino promover unos procesos donde los agentes puedan moverse con más cintura. No dejar sólo la iniciativa a meras manifestaciones de interés que resultan ciegas e inconexas al proceso y delegan en un área burocrática el que aparezcan de forma dinámica las conexiones económicas naturales.

Se trata más de promover el ecosistema, de quitar barreras a la comunicación, a promover que surjan más iniciativas de espacios entre empresas, y sobre todo, apoyarnos en empresas del exterior, sí, pero no para que sean ellas las que reciban los fondos asignados a La Rioja y nos dejen aquí unos pasivos que luego hay que mantener y no sabemos si tendrán flujo de retorno o serán una hipoteca, sino para comprometerlas a ellas con ese crecimiento, que generen su empleo entre nosotros y que su ganancia sea nuestra ganancia.

Porque para transformarnos lógicamente tenemos que absorber conocimientos del exterior. Están bien nuestras fortalezas, pero tenemos que mirar sin recelo a todo aquel que pueda venir a ayudarnos, y traer empresas es una tarea compleja en la que la comunicación a todos los niveles de la administración con el sector privado es esencial, y a veces las oportunidades pueden estar en los nichos que menos esperamos.

Resolver el reto demográfico no es tanto una cuestión de problema presupuestario, no es el cuanto, sino el cómo. Y aquí es donde creo que todos, la sociedad civil, tenemos que quitarnos el miedo a expresar nuestra opinión. Trescientos mil cerebros bien conectados piensan más que cuatro si se dan las condiciones de debate.

El sector público debe ser más un agente habilitador de que surjan modelos de negocio que tratar de encorsetar el tipo de crecimiento que queremos. Debemos crear un espacio donde los ciudadanos, agentes económicos y asociaciones puedan proponer sin miedo a equivocarse, a expresarse con mente abierta y a estar dispuestos a mejorar o a cambiar su punto de vista.

Cuanto más aportemos, muchas más posibilidades de éxito. Ya sea usted un amante de su tierra, un riojano de pro, o un ciudadano de adopción, ya sea usted más empático o individualista, más social o más tecnócrata, sea como sea, estamos todos juntos en esto. Estamos en riesgo de entrar en caída demográfica, y si no crecemos, caeremos. La Rioja no puede salir a empatar este partido, porque es perderlo. Tenemos que salir de una vez a ganar.

*Puedes enviar tu ‘Carta al director’ a través del correo electrónico o al WhatsApp 602262881.

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