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Murumü Studio, un espacio tridimensional: aprender, crear y meditar

El tiempo pasa para todos y para todo y lo hace a la velocidad del rayo. Por ello, hay veces en las que conviene detenerse y alejarse de la prisa que envuelve nuestro día a día, disfrutar de cada acción, de cada momento y de cada persona. Conectar cerebro, manos y proyectos. Eso es precisamente lo que hace Mireia Ferrer en su academia-taller: murumü studio un nuevo mundo del arte y las manualidades.

Valenciana de 30 años, vino a vivir a Logroño hace unos años siguiendo sus sueños y, curiosamente, unas huellas de dinosaurio. Graduada en Conservación y Restauración Arqueológica, en su Valencia natal acudió a una conferencia impartida por una profesora de la Universidad de La Rioja que versaba sobre las huellas de los grandes saurios. “Ella fue la que me habló de los campos de trabajo que se hacían aquí y me apunté. Hice mi primer campo y tras él vino el Doctorado”.

Desde que estaba en la facultad de Bellas Artes, por su cabeza rondaba la idea de abrir su propia escuela taller, pero la vida académica pudo en la balanza. Aún así, en sus ratos libres seguía restaurando y haciendo alguna escultura, pero notaba que su vertiente artística se frenaba en pro de la investigación. “Tenía esa espinita de no explotar y mi familia y amigos me animaron a profesionalizar mi afición”.

Y así, el pasado mes de septiembre, abrió en un local de Marqués de la Ensenada, 27, murumü studio. ¿El nombre? Un juego de palabras. “Una de las cosas que más me gusta es que esto se puede hacer despacito, con calma, reconectando con uno mismo. Ya sea esculpiendo o restaurando, tu cerebro, tus manos y el proyecto que lleves a cabo están conectados todo el rato”. Esa filosofía de vida, muy en la línea del murmullo, y algo de su nombre, dio lugar a murumü. “La diéresis del final representa una carita sonriente”.

La idea era abrir un espacio para aprender, crear y crecer, disfrutando del proceso y trabajando con tus propias manos. Y así ha sido. Personas de todas las edades confluyen en un lugar donde cada uno pone encima de la mesa sus inquietudes artísticas y, “aunque estemos todos trabajando una misma técnica, cada uno trabaja en su motivo o proyecto”.

Para Mireia, esculpir tiene muchas similitudes con la meditación. “El cerebro se te pone a cero revoluciones. Desde el momento en el que llegas al taller y empiezas con el trabajo, desconectas totalmente. Hasta que no te vas no vuelves al mundo real. A la mayor parte de los alumnos les tengo que avisar de que se ha pasado la hora”. Porque para muchos es una terapia. “Evadirte, hacer tus propias cosas y ver cómo puedes evolucionar es muy gratificante”. Además, Mireia reconoce que el trabajo tridimensional “nos hace ver las cosas de otra manera en nuestra rutina diaria”.

Restauración y escultura

En el caso de la restauración, “el hecho de darle una segunda oportunidad a las cosas es algo que a la gente le gusta mucho”. Y es que, acabar con esa tendencia de usar y tirar y darle otra vida a un mueble con tus propias manos y herramientas es muy motivador. “Aquí no solo aprendes las técnicas, sino todo el proceso creativo. Desarrollamos todo el proceso, preguntándonos para qué va a ser ese mueble, dónde va a estar, qué colores tiene su entorno, si tapizamos, qué tipo de telas… tú eres libre de hacer lo que quieras, y yo te acompaño en el proceso para darle empaque”.

Un ejemplo de ello es el de una de las alumnas de la academia que ha recuperado una maleta de madera de la Guerra Civil de su tío abuelo. “Puedes venir con tus piezas, tus muebles, tus silla… y si no tienes, yo tengo un almacén lleno de elementos para restaurar”.

En la escultura, los perfiles que acuden al taller son muy diferentes, eso sí, “suelen ser personas que siempre han querido hacer cosas con las manos y la mayoría han hecho cositas de dibujo y pintura”. Alumnos que quieren ir más allá y prueban con el trabajo tridimensional. “Es increíblemente divertido, y el hecho de aprender distintas técnicas como tallar madera, el barro, técnicas acumulativas con distintos materiales… hace que en muchos aflore ese lado artístico que todos tenemos”.

Para todos

Para los niños, creatividad, sensorialidad y color en 3 dimensiones. “Con ellos creamos formas y figuras referentes de nuestro entorno (caras, animales, juguetes…) y desarrollamos la visión espacial para entender el volumen”. Todo, con diferentes materiales como plastilina, pasta de modelar, pasta de papel y barro entre otros. “¡Experimentar es lo importante!”.

Para el público juvenil, misma idea, trabajando más la creatividad y la visión espacial. “Con ellos, incluimos algún material más y nuevas técnicas. Se asemeja más a los talleres de adultos pero restringiendo ciertos utensilio por seguridad”.

Además de los cursos, Mireia también organiza talleres de fin de semana tanto para niños como para familias y adultos. “Los talleres para adultos son los ‘Birra y Barro’ y los ‘Come y talla’. Estos talleres cortos (sábado por la mañana o por la tarde) están pensados para estar un ratillo distendido donde puedas aprender a modelar o tallar una pequeña forma mientras comes y bebes productos locales o artesanales”. Si la idea te gusta pero te falta el último empujón, “puedes venir a probar una clase sin compromiso”.

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