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Javier Melus, un artista pop-art con alma de grafitero

No es normal que un artista exponga en un restaurante y, además, que tanto él como el restaurante sean de nivel. Tampoco es normal ver por estos lares una buena exposición de pop-art. Así que cuando me invitó el navarro Javier Melus a la inauguración de su exposición en el restaurante La Galería, me quedé gratamente sorprendido. Hacía tiempo que no veía una exposición de pop-art de ese nivel. Cuando yo empezaba a exponer, allá por la década del 80, estaba bastante de moda este estilo en España. Aunque es un movimiento plástico que tuvo su origen en la década de 1950. Nació entre Gran Bretaña y Estados Unidos, pero fue este último, el país que se convirtió en el abanderado del movimiento.

Sin embargo, el arte pop generó una onda expansiva en todo el mundo, tanto en Europa como en América Latina, Asia y Oceanía. A España llegó, en la década de los 70. Y hasta pensé acogerme a él. Recuerdo que envié una obra a un concurso de pintura con temática de toros. Recreé la famosa foto de ‘El Lute’ con una pareja de la Guardia Civil a su lado. Cambié al Lute por un maletilla. El cuadro no ganó el premio, pero sí me lo seleccionaron para la exposición y recuerdo que tuvo mucho éxito entre el público visitante. También en el concurso convocado por el Ayuntamiento de Cenicero, con motivo del 150 aniversario del Sitio de la torre, presenté una obra de estilo pop-art. Me dieron el segundo premio; el primero fue para mi recordado amigo Aguado. Luego decidí tirar por otros estilos artísticos.

Así que con estos antecedentes artísticos, cuando veo una exposición de pop-art me retraigo a mis inicios artísticos y la miro con fruición. Sus obras están estructuradas sobre personajes icónicos como el pato Donald, Popeye o La Monna Lisa, siempre con una mirada entre crítica y burlona. Están soportados sobre un fondo que recuerda esas paredes en las que se han pegado una infinidad de carteles publicitarios, unos encima de otros y que con el tiempo o las inclemencias del tiempo, se van fundiendo unos con otros, creando un collage verdaderamente plástico.

Al de La Gioconda o Monna Lisa le ha tapado precisamente su sonrisa con una pompa de chicle con un fondo donde aparecen desde Marilyn Monroe, el gato Félix o un anuncio de Coca-Cola, todo ello fundido -que como ya he comentado- le hace parecer que está delante de una tapia repleta de anuncios viejos y desconchados. En otro de ellos podemos apreciar a la Pantera Rosa imitando una portada de la revista Vogue, también con el mismo fondo recurrente. No siempre los usa, en el de Popeye y Mickey Mouse se aprecian unas letras de esas que se pintan los grafiteros en las paredes con espray. Podemos apreciar otro de Batman, con un fondo del bote de Campbell´s del cuadro de Andy Warhol a la vez que ha sustituido a Robín por otro dibujo animado.

Como él mismo reconoce, sus obras, que bien podrían ser en algún momento las de un grafitero enamorado de Mickey Mouse o de la Pantera Rosa, el descubrimiento de Basquiat, Warhol y Equipo Crónica, entre otros, le abrieron la puerta a ese lugar dentro del arte donde realmente se siente completo. Desde entonces, el pop-art es su vida y su forma de expresión más sincera y creativa.

Todo esto determina su elección de los soportes que suelen ser duros como la madera, incluso el metal, pues necesita que se asemejen a un muro o una pared. En su técnica, emplea acrílicos a los que añade con frecuencia espray, collage o stencil, entre otros medios. Deportista, urbanita y don de gentes. Todo ello se refleja en las pinturas de Javier Melus, que rezuman optimismo y energía positiva que dejan al observador espacio para pensar y generar multitud de recuerdos e historias sobre su infancia o, simplemente, le hacen dibujar una sonrisa, lo que ya es mucho en estos tiempos que corren

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