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Riqueza natural y geológica en estado puro: la Reserva de la Biosfera

Abarca la cuarta parte de la superficie regional con cuarenta municipios: la Reserva de la Biosfera de La Rioja, una marca declarada por la UNESCO que se extiende a lo largo y ancho de la zona suroriental de la región. Los valles del Leza, Jubera, Cidacos, Alhama y Linares se han convertido en destino imprescindible para los amantes de la naturaleza.

Valles y montañas, patrimonio natural, ruinas celtíberas o huellas de grandes dinosaurios se complementan con la visita a minas, neveras, centros de interpretación, cuevas, iglesias y palacios que cada pequeño pueblo esconde para ofrecer al visitante una escapada única llena de experiencias.

A la homogeneidad geográfica, climática y paisajística de alto valor ambiental de este territorio se une la oferta de diversión y conocimientos de la mano del parque de paleoaventura Barranco Perdido, en Enciso. Un espacio diseñado para que tanto padres como niños pasen el día disfrutando de numerosas experiencias jurásicas en el Circuito de Multiaventura, el de Paleontología o el Museo y Playa Cretácica. En esta última, el visitante podrá darse un chapuzón, buscar pistas en la gran piscina paleontológica submarina o disfrutar de sus cascadas, géiseres y pozas. Un plan inmejorable para combatir esta ola de calor.

Otra manera de refrescarse en esta época estival es la que ofrecen los balnearios de esta zona. Ricas aguas termales indicadas para mejorar diferentes dolencias o simplemente disfrutar de sus temperaturas y sus propiedades desestresantes. Arnedillo y Grávalos protagonizan este, cada vez más demandado, turismo de balneario.

Patrimonio geológico

La Rioja esconde grandes secretos y en La Reserva de la Biosfera además del patrimonio natural y la biodiversidad, destaca la relación de equilibrio alcanzada con sus habitantes, el patrimonio cultural, patrimonial, etnográfico y las actividades que combinan la preservación del medio ambiente con el desarrollo económico y la cohesión social fijando a la persona al territorio.

Un ejemplo de ello es la primera mina con sello de la Reserva de la Biosfera: Piritas Navajún. Una mina artesanal a cielo abierto donde la pirita se presenta casi únicamente en forma cúbica y, excepcionalmente, en cristales cubo-octaédricos, distribuyéndose en tamaños de entre uno y 200 milímetros de arista. Un lugar que ha impulsado la fijación de la población y la lucha contra la despoblación a través del empleo y se ha convertido en una parada obligatoria en las rutas que se hacen por la zona.

Y si alguna vez te has preguntado ‘¿cómo sería la vida en una cueva?’, en Arnedo, y a los pies del cerro de San Miguel, en la Cueva de los Cien Pilares podrás viajar en el tiempo y disfrutar de galerías y estancias comunicadas entre sí con techos sostenidos por pilares, y cuyas oquedades, puertas y ventanas abiertas en su fachada constituyen una impresionante y reconocible estampa. Un lugar que, en algún momento y para algún habitante, sirvió de refugio, vivienda, lugar de culto…

De paseo

La naturaleza, por supuesto, es el plato fuerte de esta zona. Una completa red de senderos permite disfrutar de estos paisajes, la flora y la fauna de la zona. A través de las Rutas del Silencio, los visitantes podrán, mediante una aplicación móvil gratuita y dirigida a todos los públicos, interpretar los sonidos de la naturaleza, saber qué animales se puedes encontrar durante el recorrido, los sonidos que emiten, sus costumbres o dónde encontrarlos.

Sin duda, un destino que brilla con luz propia, incluso en las noches. Reconocido como Destino Turístico Starlight, este territorio dispone de uno de los cielos nocturnos más oscuros del país gracias a sus bajos niveles de contaminación lumínica, característica fundamental para vivir una velada inolvidable bajo las estrellas este verano.

Y después de tanta actividad, una parada para reponer fuerzas tanto con el buen comer como con el buen dormir. La gastronomía de la zona está aliñada por excelentes aceites, con la posibilidad de visitar los trujales en los que se elabora así como el tesoro micológico más preciado, las trufas.

Una zona que sirve de espacio para la experimentación de modelos de desarrollo sostenible que armonicen los fines de la conservación tanto de recursos naturales como culturales. Un espacio protegido donde el desarrollo económico y social sostenible respeta las necesidades de sus habitantes y turistas a través de diferentes alojamientos que se funden a la perfección con el paisaje.

*Contenido especial para La Rioja Turismo

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