La Rioja

El encierro de San Fermín, este año, desde la barrera

Son las siete y media de la mañana. Miguel, Roberto y Miguel Ángel nos abren las puertas de la sede del Club Taurino de Calahorra para vivir con ellos el primer encierro de San Fermín, tras tres largos años sin poder disfrutar de las carreras por las tradicionales calles pamplonesas. Los tres lo han corrido durante años. Miguel Ángel durante más de dos décadas. Este año, a pesar de las ganas, motivos laborales van a impedir que ninguno de los tres pueda pisar la Estafeta.

A pesar de ello, no se los perderán por la televisión. Los de San Fermín no son un encierro más. La multitud de gente, la tradición y el ser la fiesta de las fiestas hacen que, como ellos, muchos riojanos decidan madrugar durante siete días para intentar ‘pillar toro’ en alguna de las míticas calles del centro de la capital navarra.

Ver con ellos los poco más de dos minutos que dura un encierro supone escuchar un rosario de nombres, apellidos y apodos. “Mira, ahí está el Fulanito”. La frase que más se repite a lo largo del escaso espacio de tiempo que transcurre desde que los toros salen por los portones de los corrales de Santo Domingo hasta que llegan a la plaza de toros que este jueves cumplía cien años.

Miguel Ángel es un corredor experimentado. Su vida gira en torno al mundo del toro. “Sin cumplir los 18 años ya me había escapado a correr en San Fermín. Sin permiso de mis padres, pero es que al que le pica este mundillo le pica pronto. Qué le vamos a hacer”, reconoce. Recuerda a la perfección su primera carrera por las calles pamplonesas. “Fue un domingo, con los Miura, y ya no he vuelto a correr nunca más en fin de semana. Eso lo aprendí a la primera”.

Este año tenía pensado correr el día 14, pero el trabajo se lo impide. “Para el año que viene”. Aunque asegura que de esto es complicado jubilarse. Roberto y Miguel también recuerdan su bautismo sanferminero. “Ya has probado en otros encierros de los pueblos de por aquí cerca e ir a Pamplona es lo más para cualquier aficionado”.

Es casi imposible hablar con ellos mientras repiten las imágenes. Se van fijando en todo y van desmenuzando las carreras de los que han tenido la suerte de poder estar allí. “Ha sido un encierro de libro, de los perfectos para poder sacar una carrera maja. Dos cabestros por delante quitándote a muchos corredores y luego la manada en fila. Qué gozada”, dice Roberto.

Para ellos, correr en San Fermín siempre supone un reto. “Si vas a Alfaro a correr los toros sabes que vas a correr. En San Fermín nunca sabes cómo te va a ir el día. Depende de tantas cosas que de todos los años que hemos ido sacas cuatro o cinco carreras buenas. A veces, ni ves los toros”, comentan.

Los tres tienen la calle Estafeta como referente. “Los primeros años corrí en Telefónica para ir cogiendo experiencia, pero una vez que probé en Estafeta ya no hay quien te saque de allí”, cuenta Miguel Ángel, quien ha tenido más de un susto. “Hay imágenes que no se te quitan de la mente, como el año que un toro mató a un chico colombiano. Estaba justo al lado”. Y otra repetición les devuelve al encierro del día. “Menudo carrerón se han hecho los de Tafalla hoy. Son padre e hijo. Siempre corren juntos”.

Suena entonces el teléfono.

– “Miguel Ángel, ¿dónde andas?”. Es su hermana Eva.

– “Estoy en el Club Taurino haciendo un reportaje”.

“En casa no se fían. Cuando tienes un hijo o un hermano tan aficionado, te levantas de la cama y ves que no está, te temes que se haya marchado a correr”, dice Roberto tras años de recibir llamadas después del encierro de San Fermín. “A mí, mi madre ya me ha escrito a primera hora de la mañana”.

Miguel Ángel, además, ha conocido la experiencia de ser arrollado por un toro en San Fermín. “Fue un 13 de julio con un Jandilla”. Ni eso le quitó las ganas de seguir corriendo. “Cuando te coge un toro, lo único en lo que piensas es en volver a correr y en no darle tiempo a la cabeza a que piense demasiado”, añade Roberto.

Aunque hoy hay menos gente de la esperada en el encierro, los tres aseguran que el mundo de los festejos menores está volviendo a resurgir. “Como los festejos mayores van a menos, cada vez vuelves a ver más gente en los encierros”, apunta Miguel. Eso, a veces, supone un problema. “Hay muchos vídeos por internet que los chavales quieren copiar. Algunos de ellos, sin saber que ni tú eres la misma persona del vídeo ni que, sobretodo, el animal es el mismo”.

Aunque este año va a ser imposible ir, están seguros de que volverán. “San Fermín es un encierro especial para cualquier aficionado. Lo ves en la tele y parece una cosa, pero luego es otra”. Además de la adrenalina que supone correr un encierro de estas características, hay algo más: las amistades que haces. “La mayoría de los amigos que tenemos están relacionados con el mundo del toro y de los encierros. Muchas veces, cuando eres joven, no sales por la noche porque al otro día hay encierro. Ves que muchos otros lo hacen como tú y merece la pena”.

Y los riojanos, ¿se animan? “Había una época en la que la mayoría éramos de Calahorra. Llegamos a llevar hasta dos coches. Luego hubo un boom de gente de Arnedo y Alfaro. Muchos años coincidimos unos con otros y era una gozada ver a tanta gente de aquí, pero nos vamos haciendo mayores”, concluyen, deseando que el año que viene los astros se alineen para volver a vivir la experiencia de correr en Pamplona.

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