La Rioja

Holika: la vida al otro lado del río

Así se ha vivido en zona de acampada del festival al otro lado del Cidacos

Holika ha despertado tarde este domingo. La noche del sábado fue larga, había que exprimir al máximo las últimas horas del festival. La tercera jornada de conciertos fue agotadora y, aunque al otro lado del río donde abundan las tiendas de campaña se denomina zona de descanso, allí pocos lo han hecho estos días.

Conforme pasaban los días, las mañanas empezaban más pronto de lo necesario. “Entre el primer día con el frío que hizo y los otros dos por el calor, las horas de dormir no han sido muchas”, comenta uno de los grupos que plantaron su tienda de campaña el primer día. Pero el balance de todos los asistentes es más que positivo: “Los accesos del miércoles a la acampada y del jueves a los conciertos son el único problema, por lo demás todo a la perfección”.

Las imágenes que ha dejado el parque del Cidacos es lo más parecido a la de un campamento de verano. Muchos pasean por allí en bañador y con sus toallas al cuello en busca de algún sitio donde refrescarse. Otros aprovechan la sombra para dar una cabezada mientras algunos echan una partida a las cartas durante los ratos sin conciertos. Los de más allá disfrutan con su música tomando unas cervezas y algunas se maquillan con el móvil como único espejo.

Y una queja más como propuesta de mejroa para próximas ediciones: “Para el año que viene tienen que hacer un acceso directo de la acampada a la zona de los conciertos porque hay que dar una vuelta increíble al estar al otro lado del río”.

La mayoría de los que cogieron acampada lo hicieron para disfrutar de tres días completos de experiencias. “El ambiente ha sido magnífico, siempre hay alguna tienda de campaña que da más guerra de lo normal, pero sabemos a lo que venimos”. Lo mejor: las amistades creadas. “Esto ya es como ‘La que se avecina’, los vecinos es lo más divertido de todo, mira lo majos que son los que nos han tocado a nosotras”, cuentan unas chicas llegadas desde Valladolid.

El parque del Cidacos les ha acogido estos días con sus mejores galas. Servicios de recarga de móvil, baños, duchas, un punto violeta… “Los baños habría que limpiarlos más a menudo porque somos muchos, pero lo del punto violeta es una cosa a destacar que no hay en todos los festivales y que las chicas valoramos mucho porque siempre viene bien tener algo así por lo que pueda pasar”, valoraba una de ellas.

Las tiendas de campaña se intuyen desde fuera a rebosar de cosas. “Hemos traído un poco de todo, pero el año que viene, que volveremos, ya hemos visto que la ciudad está cerca y que se pueden hacer tranquilamente viajes para comprar cosas y no venir tan cargados”, apunta un joven. No falta el vino y la cocacola, algo de comida preparada, chocolate, galletas y los outfits para cada uno de los tres días. Tampoco las esterillas, los sacos de dormir, “y la manta, que tuvimos que comprar el jueves”.

Y es que al otro lado del río se han sentido como en casa. “El festival en lo que se refiere a música ha estado genial a pesar de algunas bajas y de que esperábamos algo más de la actuación sorpresa”, coincide la mayoría. ¿Repetirán? No tienen dudas. “Si el cartel es como el de este año y el ambiente sigue siendo el mismo, no me lo pierdo ni loca”, cuenta María, a la que le quedan hoy más de 350 kilómetros hasta llegar a Medina del Campo.

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